En diciembre de este año se cumple el vigésimo aniversario de un hecho histórico que supuso una auténtica revolución dentro del panorama futbolístico europeo. Se trata del conocido como ‘Caso Bosman’, una sentencia dictada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tras la denuncia del jugador belga Jean-Marc Bosman.
El futbolista, que terminaba contrato, denunció a su equipo, el R.F.C. Liège, pues éste impidió su fichaje por el USL Dunkerque francés que no quiso pagar la clausula impuesta por el primero. Tras estudiar el caso, y teniendo en la mano el Derecho comunitario, el alto tribunal de la Unión Europea declaró ilegales las indemnizaciones por traspaso y los cupos de extranjeros de jugadores nacionales de sus estados miembros. Es decir, se derogaba el hasta entonces modelo válido del 3+2 (los equipos podían alinear a tres jugadores extranjeros más otros dos ‘asimilados’) y los futbolistas profesionales adquirían los mismos derechos que cualquier trabajador de la UE al poder moverse con libertad entre sus países.
Desde un punto de vista positivo, esta ley supuso gran libertad de acción tanto para jugadores como para clubes. Los primeros ya podían marcharse a la entidad que ellos quisieran sin represalias y siendo ellos mismos los que estipularan los términos de sus contratos y los segundos podían atraer a los futbolistas soñados sin necesidad de tener a jugadores nacionales en sus onces.
Cabe resaltar aquí el caso del Chelsea, primer equipo que alineó a once jugadores no nacionales en un partido ante la Lazio (en la Champions League 99/2000). Los titulares aquel día fueron De Goey (holandés); Petrescu (rumano), Babayaro (nigeriano), Desailly (francés), Ferrer (español), Leboeuf (francés); Deschamps (francés), Di Matteo (italiano), Poyet (uruguayo con pasaporte español), Zola (italiano); y Flo (noruego, comunitario por acuerdos bilaterales entre su país y la UE). A estos se añadieron durante el encuentro Hogh (danés), y Morris y Harley (ingleses), por lo que el total de extranjeros ascendió a dos: Petrescu y Babayaro.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Esta nueva normativa supuso el inicio de la gran desigualdad que vive el fútbol europeo en la actualidad. Sólo los grandes pueden fichar a los más grandes, valga la redundancia y los pequeños se ven incapaces de competir en ese mercado, que por otro lado obliga a contraer deudas si quieres posicionar a tu equipo entre los de nivel.
Además, hay otro aspecto de gran importancia que se ha visto bastante afectado: el de las canteras. Antes, los clubes ponían más y mayor esfuerzo en crear escuelas de fútbol donde formar a sus futuras estrellas. Ahora, un buen nombre respaldado con un gran talonario hacen que una gran entidad pueda ‘robar’ a los cracks que empiezan a despuntar en las canteras de los clubes modestos sin que se tenga preocupar demasiado por establecer una propia.
Así las cosas, teniendo en cuenta que quizá el aspecto negativo es el más latente, pues se ha multiplicado la desigualdad entre las ligas y dentro de las mismas, la Unión Europea está estudiando implantar una reforma de la Ley Bosman en la que se dé más cabida al a lo nacional, es decir, que los clubes tengan más jugadores formados en sus países de origen.
Habrá que esperar para ver en qué quedan las intenciones de la UE. Además, se trataría de una medida no solo a implantar en el ámbito del balompié, sino que atañería a todos los deportes, por lo que la nueva legislación tiene mucho recorrido que andar antes de hacerse posible. Eso sí, cuesta imaginar un panorama donde el fútbol europeo no acapare entre sus filas a las grandes estrellas de otros continentes.