Hace 18 años, el día 25 de mayo para ser más exactos, los aficionados atléticos celebraban la consecución de una de las hazañas más prestigiosas en el fútbol: un doblete. Tras proclamarse campeones de Copa ante el Barcelona, el Atlético consiguió en la fecha citada hacerse también con el primer puesto de la clasificación liguera, rompiendo con la hegemonía de los dos grandes que ya empezaba a imperar. Así llegaron a la gloria un grupo de jugadores elevados desde entonces al pedestal de héroes en el ideario rojiblanco, mirados desde entonces con orgullo y nostalgia. Hasta ahora.
Con el título de liga bajo el brazo y la final de la Champions a la vuelta de la esquina, el equipo del ‘Cholo’ se acerca a la altura moral de aquellos héroes. El recuerdo está muy vivo en un conjunto en el cual muchos jugadores crecieron con esa referencia futbolística del Atlético de Pantic, Kiko y el propio Simeone entre otros que Radomir Antic cogió en malas condiciones para hacerlo doblemente campeón (tal vez encuentren algún paralelismo con el presente). Y la ocasión ofrece la opción de incluso superar a aquellos mitos, ya que ellos hicieron el doblete ‘nacional’, con Liga y Copa, pero el equipo actual puede hacer el ‘internacional’, y con letras mayúsculas, sumando Liga y Champions.
Los Koke, Gabi y Godín se encuentran ante la posibilidad de erigirse ya no como héroes colchoneros de esta época, sino como mitos a lo largo de la historia rojiblanca. Ganar la Liga cuando solo Madrid y Barcelona lo hacían desde diez años antes ha sido una gran gesta. Pero si le añaden además conseguir volver de Lisboa con la Copa de Campeones de Europa, nadie podrá ya olvidar sus nombres.
Sin embargo esto no será tarea fácil. Aquejados ya por el cansancio físico tras una temporada más que exigente para una plantilla en la que los titulares han disputado el grueso de los minutos, han de enfrentarse a un Real Madrid con la motivación por las nubes al ver más cerca que nunca su tan ansiada Décima. Pero cabe esperar que a ganas no ganen los blancos, ya que si algo ha demostrado el equipo colchonero es tener una voluntad desbordante e indomable, que ya ha dejado por el camino a Milán, Barcelona, Chelsea, e incluso al propio Madrid en liga.
Asimismo, la lesión de Diego Costa y los fantasmas sobre el estado físico de Arda Turan no ayudan tampoco a mejorar las perspectivas para el Atlético. Pero también ante el Barcelona el pasado domingo parecían encontrarse con un clima adverso tras las lesiones de ambos y sin embargo tumbaron a los culés. Y jugadores como Adrián, Raúl García y Sosa, los tres cambios del sábado pasado, han demostrado poder aportar al equipo diferentes matices en su juego, por lo que no cabe esperar que Ancelotti esté tranquilo, ni mucho menos.
Por otro lado, no hay que olvidar un punto a favor del Atlético, vital en su historia y en su presente. Las lesiones, la motivación, pueden dar al Real Madrid como favorito. Pero hay algo que convierte todo eso en algo cercano a una ventaja para los colchoneros: la tradición rojiblanca del “más difícil todavía”, el encanto del Pupas que pierde cuando parecía estar todo ganado, pero que también gana ante los colosos de manera rocambolesca. Para muestra queda que este año el Atlético ganó el goal average al Madrid pero no a Osasuna ni a Levante. Que tiemblen los merengues si se ven victoriosos, que el Atlético no gana nada si no es con incertidumbre. Para muestra quedan las últimas jornadas ligueras.
¿Será esta ocasión uno de esos sonados campanazos o será un baño de realidad para los soñadores que comienzan a soñar con un Atlético incrustado entre Real Madrid y Barcelona? El sábado se sabrá, pero por ahora lo único que queda claro es que los rojiblancos llegarán como lo hicieron al Camp Nou: sabedores de que ya han hecho algo muy grande, y deseosos de llegar un paso más allá y extender la felicidad de su presente a lo largo del futuro. Entonces se acabarán las palabras y las conjeturas. Y la realidad pondrá a este equipo donde merezca. Sea por encima o no del Atlético del Doblete o del de Luis Aragonés, que también nadó hasta esa misma final europea para morir en la orilla.