La temporada 2013/14 nos deja varios protagonistas en el mundo del fútbol. Uno de ellos lo encontramos en las islas británicas, concretamente en la Premier League, la liga más trepidante y competitiva del mundo. Allí, todo un grande como el Manchester United ha completado una de sus peores campañas en las dos últimas décadas. Ha sido, sin lugar a dudas, un año de pesadillas y drama para un teatro, el de Old Trafford, acostumbrado a los sueños y a los finales felices. Año de históricas despedidas y de rostros sombríos en un equipo con el cuerpo hecho a reinar en la Premier y a estar en el pelotón de cabeza en el viejo continente. En definitiva, una temporada que debe marcar un antes y un después para los ‘diablos rojos’, con Louis Van Gaal ya esperando su entrada en escena. Pero, lejos de lo que muchos puedan pensar, el fiasco consumado este año en el ‘ManU’ se explica más allá de una mala temporada…
Agosto de 2013 suponía una fecha importante para la familia Glazer, propietaria del United. Por primera vez en 23 años, el escocés Alex Ferguson no estaba al frente del banquillo de Old Trafford. El técnico que ha llevado al equipo a sus más altas cotas de la historia, conquistando innumerables títulos domésticos, dos Ligas de Campeones, una Intercontinental y un Mundial de clubes, dejaba la entidad tras toda una vida triunfando en el club. La expectación era máxima entre los seguidores del United. “¿Cómo será el equipo sin Sir Alex?” se preguntaban todos. La decisión de fichar a David Moyes para suplirle había levantado algunas dudas. Pero pocos equipos en el mundo encarnan como el United la llamada ‘filosofía de club’. Así, desde que se hiciera con las riendas, Moyes, quien se fraguó un nombre en la Premier a costa de consolidar durante años al Everton entre los diez primeros, contó hasta el último instante con el apoyo de los hinchas y de los jugadores. Ahí encontramos un primer conato de desencuentro para explicar la pésima campaña de los ‘red devils’: ese ambiente cargado de reproches que ha sobrevolado todo el año entre bambalinas no tenía a Moyes como principal protagonista, sino a los dueños del equipo, los hermanos Glazer, a quienes los apasionados fans que cada fin de semana llenan desde hace décadas Old Trafford desean ver fuera de la institución.
Los seguidores del United han hecho a lo largo de la temporada múltiples demostraciones de su apoyo al manager llegado desde Goodison Park, posiblemente porque en el recuerdo de todos está el inicio de Ferguson al frente del Manchester en los años 80: tres temporadas marcadas por la paciencia que los directivos de por aquel entonces sí depositaron en el también manager escocés. La fórmula debía repetirse: paciencia y confianza en Moyes para armar, poco a poco, un nuevo proyecto ilusionante. Pero la presión y los intereses no se miden hoy de la misma manera que en los años 80. Ferguson cogió a un Manchester United que sí podía permitirse esperar porque, según entienden Avram y Joel Glazer, aquel equipo no era tan poderoso como el que los multimillonarios hermanos norteamericanos pusieron en manos de David Moyes. Por eso, cuando los dueños de la entidad vieron que la temporada estaba perdida, desoyeron una vez más las innumerables voces que pedían su marcha, y optaron por destituirle. He aquí un nuevo y turbulento episodio protagonizado por los propietarios del club, herederos de la familia Glazer, que llegó en 2004 desde Estados Unidos todavía con Malcom (el padre de la saga) al frente del negocio para sumar el United a su imperial conglomerado formado por inmobiliarias, una poderosa sociedad corporativa e incluso los Tampa Bay Buccaneers de la NFL.
En cualquier caso, para cuando los jefazos norteamericanos destituyeron a Moyes, la temporada era ya un fiasco. Y no comenzaron mal los ‘red devils’, que en agosto ganaron la Supercopa inglesa ante el Wigan, y que arrancaron la Premier con una victoria ante el Swansea y un empate en casa del Chelsea. Pero pronto, en la tercera jornada, sobrevino la realidad. El United sucumbió ante el Liverpool, dos semanas después ante el eterno rival, el Manchester City (4-1) y a partir de ahí los asiduos al teatro de los sueños vieron que este año la cosa no iba de comedias, sino de dramas. La temporada ha sido para el United una agonía interminable en la que alternaron muchos tropiezos en la Premier League y una prematura eliminación de la FA Cup a manos del Swansea galés, con alguna que otra buena racha de resultados, como la protagonizada a mitad del curso y que hizo soñar a sus hinchas con alcanzar puestos Champions. Pero la reacción se vio sofocada de manera contundente en el mes de marzo. En cuestión de dos semanas Liverpool y Manchester City (de nuevo ellos) golearon en Old Trafford, dejando claro que este United no podía pelear el título frente a sus vecinos ‘citizens’, al poderoso Chelsea y al sorprendente Liverpool. Visto el panorama, los Glazer comenzaban a zarandear a Moyes de su puesto en el banquillo, sin asumir una vez más que en el United todos les culpan a ellos, a los propietarios, por haber transformado una institución de entidad sentimental y casi religiosa en uno de sus negocios en Bolsa.
Así pues, la destitución del técnico escocés tomaba cuerpo al tiempo que en el equipo todos se conjuraban para arrebatar la cuarta plaza al Arsenal, al Tottenham o al Everton, y seguir avanzando rondas en la Liga de Campeones. Lo segundo lo cumplieron a medias: en octavos de final eliminaron al Olimpiacos con muchos apuros, y ya en cuartos de final cayeron ante el Bayern Munich haciendo una más que digna eliminatoria (en Old Trafford todos entendieron que su Manchester no era el de años anteriores, porque hacía ya muchos años que este equipo no jugaba la Champions para ‘hacer una papel meritorio’ sino para ganarla). En cuanto a la liga, la cosa fue de mal en peor: el equipo finalizó séptimo, fuera de competiciones europeas por primera vez en muchos años, y con David Moyes destituido a pocas semanas del final de la temporada, en una nueva demostración de autoridad por parte los hermanos Glazer. El mando se lo dieron a otro mito que cuelga este año las botas, Ryan Giggs, para que desde su puesto de entrenador-jugador llevase el equipo a la meta y pasasen página cuanto antes.
Poco se ha debatido también sobre el rendimiento de la plantilla. En Old Trafford han tardado demasiado tiempo en percibir el cambio de ciclo del vestuario. Nadie duda de la calidad de Nemanja Vidic, Rio Ferdinand, Patrice Evra, Giggs, Wayne Rooney o Michael Carrick, líderes del United subcampeón de Europa en 2011 y campeón de la Premier en 2013. Pero resulta evidente que en los despachos no han previsto un cambio generacional para una plantilla cuya bomba de oxígeno lo pedía a gritos. La edad, las lesiones, el desgaste o llámenlo como quieran, han hecho que jugadores como Vidic, Nani o Robin Van Persie hayan hecho lo que han podido, que no ha sido poco, sobre todo en los casos del serbio y del holandés, pero seguramente su rendimiento podría haber sido optimizado de contar con una plantilla más amplia y de mayor calidad. El alma de este conjunto, Wayne Rooney, ha jugado algo más ‘perdido’ que otras campañas y aun así ha hecho 16 tantos y 10 asistencias de gol, notable en una competición como la inglesa. En el medio del campo el United se ha visto sencillamente sobrepasado. Carrick (mejor centrocampista de la Premier el pasado año) y las apariciones de Tom Cleverly, Darren Fletcher o de Marouane Fellaini, han naufragado en un equipo que durante muchos años ha volcado mucho más su juego en las bandas, y ello lo han aprovechado conjuntos como el Manchester City, el Chelsea, el Liverpool o el propio Arsenal, mucho más sólidos en esa franja del campo.
Mención especial merece Fellaini. El belga llegó para fortalecer un centro del campo que se había quedado un tanto cojo. Pero el belga no juega ahí, el belga tiene la potencia y la llegada para recibir cerca del área pero no la creatividad para montar el ataque de un equipo. En cualquier caso, los partidos en los que Moyes ha apostado por su exestrella en el Everton como media punta, tampoco hemos visto la mejor versión del cuarto fichaje más caro del año en Inglaterra. También Ashley Young debe dar mucho más de sí, porque es mucho fútbol el que tiene en sus botas, si bien es cierto que los problemas físicos no le han dejado rendir al máximo. Algo parecido a lo sucedido con Chicharito Hernández. El ecuatoriano Valencia y el japonés Kagawa han jugado un papel mucho menos relevante del que todos esperaban en Old Trafford. Por el contrario, Grant, Evans o sobre todo Chris Smalling y Phil Jones sí han respondido. Tampoco ha fallado Danny Welbeck, quien sin ofrecer aún lo que todo el mundo espera de él, sigue demostrando que es un delantero muy interesante. En cuanto a Juan Mata, recaló en el United en el mercado de invierno, despachado por Mourinho de un Chelsea en el que su versatilidad hacían del burgalés un jugador distinto. Llegó para dar enjundia a una delantera con Rooney, Van Persie, Welbeck… Y no lo hizo mal el internacional español, aunque tampoco triunfó. Quién sí ha triunfado este año ha sido otro español, el guardameta David de Gea, ya respetado por todos y con billete para el Mundial.
Pero resulta que el Manchester United es demasiado grande para esperar acontecimientos. Por eso, apenas agonizaba la desastrosa campaña cuando la dirección deportiva se empeñó en proclamar a los cuatro vientos un nombre que hiciese renacer la esperanza en los fans de los diablos rojos, y vaya si lo han conseguido. El holandés Louis van Gaal fue anunciado hace escasas fechas para las tres próximas campañas como nuevo técnico y se convierte así en el primer entrenador no británico o irlandés en dirigir al equipo del teatro de los sueños, algo que se hará realidad una vez concluya el Mundial de Brasil, donde Van Gaal dirige a la selección holandesa.
Lo que puede ofrecer el Manchester United con Louis van Gaal al frente, nadie lo sabe, pero para empezar el técnico tulipán está generando un optimismo que añoraban en Old Trafford. Desde Giggs y Phil Neville, quienes serán sus ayudantes en el banquillo, hasta el vicepresidente Ed Woodward, pasando por los propietarios y los aficionados, todos han mostrado públicamente su entusiasmo por la llegada del prestigioso técnico ‘oranje’. Es decir, Van Gaal ya ha dado el primer paso: se ha ganado a todos en Manchester tan sólo con su designación como nuevo capitán de la nave. El segundo paso será confeccionar un plantel tan potente como para volver a pelear por la Premier League y lo suficientemente competitivo como para estar entre los mejores en la Liga de Campeones, algo que no obstante no podremos calibrar hasta dentro de dos campañas toda vez que el cuadro del norte de Inglaterra no está clasificado para la próxima edición del torneo.
Para ello, los hermanos Glazer le han puesto encima de la mesa al técnico neerlandés un cheque en blanco para que éste fiche a los jugadores que considere necesarios para armar un bloque de garantías. El proyecto ya está en marcha. Asumidas las sensibles bajas de Giggs, Ferdinand o Vidic (quien pone rumbo al Inter de Milán), lo primero ha sido anunciar la renovación del capitán Evra. Lo siguiente será cuadrar poco a poco un plantel acorde con las preferencias del holandés. A falta de flecos para firmar al joven internacional inglés Luke Shaw (Southampton) y en negociaciones con el alemán Toni Kroos según apuntan medios alemanes, las miras de Van Gaal parecen apuntar a suplir cuanto antes las bajas de sus centrales. Muchos son los rumores (Zapata, Hummels, quien es del reconocido gusto de Van Gaal, …) pero lo que pocos dudan es que el extécnico de Ajax, Barcelona o Bayern Munich (con todos los equipos logró importantes títulos) volverá a llevar al ‘ManU’ a la élite. Además, todos esperan que el holandés busque cuanto antes el fichaje de al menos dos centrocampistas capaces de dar versatilidad al equipo (¿Cesc?), además de buenos extremos, porque si algo caracteriza a los equipos de Van Gaal es el gusto por el buen fútbol, por el fútbol de calidad y posesión en la creación, y por un ataque basado en la velocidad y las ocasiones.
Y así llegamos a este verano de 2014. Un verano en el que buena parte de la Europa futbolística va a estar atenta a lo que se cueza en Manchester. Los seguidores del United porque, una vez reconocidos los problemas y tensiones que marcan su relación con los propietarios del club, están más ilusionados que nunca con el nuevo proyecto que dirigirá Louis Van Gaal. Y los rivales, dentro y fuera de las Islas, porque saben que posiblemente el gran United estará de vuelta a partir de agosto. El estadio Old Trafford echa el telón a un año cargado de pesadillas. Pero todo hace pensar que cuando el balón eche a rodar, el nuevo Manchester United volverá a hacer soñar a sus aficionados… porque para eso es el equipo del teatro de los sueños.