Como dice la conocida canción del mítico grupo Queen: “El espectáculo debe continuar”. Así lo deben haber pensado la mayoría de los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales, porque desde que empezó el Mundial de Brasil pareciera que lo único que ocupa sus espacios es fútbol, fútbol y más fútbol.
Como periodista entiendo que es normal que un evento de estas características, que sólo se celebra cada cuatro años, es ahora uno de los principales focos de actualidad, ya sea por resultados, goles, declaraciones de estrellas mediáticas, o por el simple juego. Tenemos análisis a todas horas y de todas clases, y te guste o no el deporte rey, sabes que hay un Mundial en Brasil.
De lo que quizá no estamos tan enterados es de las diferentes protestas que se están produciendo en el país a tenor de la celebración de esta cita mundialista. Antes de que empezara el mundial, incluso el mismo día de la inauguración, miles de brasileños se manifestaban por las calles para protestar contra los altos costos que ha pagado la población para la organización de este evento (al tiempo que han visto reducidas las partidas en sanidad o educación, por ejemplo).
Sin embargo, desde que el balón echara a rodar, parece haberse frenado en seco todo aire de protesta y réplica en Brasil. Si ya antes del comienzo de la cita mundialista las informaciones sobre el descontento del pueblo brasileño hacia el mundial eran difíciles de encontrar, ahora es casi imposible.
Si pecara de crédula no me costaría nada pensar que los ánimos se han calmado en el país sudamericano y la población ya se ha olvidado del desorbitado gasto que conllevará el evento deportivo (calificado ya como el más caro de la historia). Pero la realidad es otra. Las protestas continúan y seguirán hasta que termine el mundial (incluso después). Son los medios los que prefieren centrarse en el terreno futbolístico y dejar de lado la realidad social extra deportiva. Por supuesto, todo ello forma parte de una ‘campaña’ para reducir el poder que estas protestas pudieran tener dentro y fuera de Brasil.
Gobierno, FIFA e inversores harán lo posible para que el Mundial sea recordado como uno de los más grandes y mejores de la historia. Sobran por tanto todas las noticias negativas con respecto a los fallos de organización, lo poco preparado que estaba el país para acoger un evento así, la mala elección que se ha hecho en algunas sedes, y sobre todo, la enorme suma que el gobierno ha desembolsado para mejorar el país de cara al exterior.
Analizado desde un punto de vista positivo, muchas de las inversiones, tales como mejoras en las carreteras y aeropuertos, sí que las disfrutará el conjunto de la población. Al igual, que todo lo que por turismo (hoteles, souvernirs, restaurantes, etc.) pueda generarse. La propia Dilma Rousseff así lo declaraba: “Una Copa dura apenas un mes, los beneficios se quedan para toda la vida”. Pero, teniendo en cuenta que Brasil es un país emergente, aún en expansión, quizá la mejor forma de crecer no sea organizando un mundial cuyos beneficios serán irrisorios para la población de a pie y sólo engordarán las cuentas de los mismos de siempre.
Analizado desde el punto de vista negativo, he visto en más de un medio, por ejemplo, utilizar el término “pacificación” para explicar el hecho de que la Policía Militar entrara en las muchas favelas de Río de Janeiro para desalojarlas. Al leer “pacificación” uno puede creer que policía y habitantes salieron de allí abrazados y cantando como si no hubiera un mañana, cuando por desgracia se trataba de todo lo contrario. Miles de personas son expulsadas de sus precarias viviendas porque arrojan “una mala imagen” del país.
¿Se ha molestado algún medio en explicar esto? ¿Se han dedicado las mismas páginas de análisis a selecciones a exponer la realidad social que impera en Brasil y el por qué de las protestas del pueblo? La respuesta es NO. Puede que sí haya habido algún resquicio (a modo de artículo) pero el foco a día de hoy está puesto en el balón. Como dije antes, lo entiendo. Además, soy aficionada como la que más a este deporte y a este evento en especial. Pero, también como periodista conozco la fuerza que hoy en día tiene nuestro sector y lo bien que han sabido utilizar esa máxima de que aquello que no sale en los medios, no existe.
Hace apenas una semana empezó un maravilloso espectáculo en Brasil. La fiesta del fútbol, donde se mezclan razas con pasión. Una fiesta de la que la población autóctona quiere participar y también aprovechar para hacerle ver al mundo situaciones con las que no están de acuerdo. Algo por demás justo, pero que algunos quieren silenciar pues no es el momento de hacer reivindicaciones. Ahora sólo toca que ruede el balón, se comenten jugadas y se venda al exterior la imagen de un país ideal dispuesto a todo por conseguir un impecable ‘show’ que llegue hasta el final.