No hace mucho les dedicábamos un espacio a los equipos de pequeñas ciudades que habían alcanzado alguna vez en su historia la gloria de la Primera División. Sin embargo, hay que decir también que existen otros ejemplos de entidades modestas que han logrado grandes gestas, aunque entre éstas no esté la de alcanzar la máxima categoría del fútbol español.
Entre esos equipos modestos destaca un caso que podríamos calificar de excepcional por la forma y rapidez en la que ha ido cosechando sus éxitos. Me refiero al Llagostera, conjunto de la ciudad gerundense homónima (de 8.200 habitantes), que en cuestión de años ha pasado de jugar en las categorías regionales del fútbol catalán a estar actualmente militando en la Segunda División.
Sin llegar aún a los 70 años de vida (fundado en 1947), el club empezaría a destacar en los años de 2004 y 2005, cuando militaba en Segunda Territorial y encadenó cinco ascensos en siete años. Después de eso, comenzaría su subida meteórica y pasaría de jugar en Tercera Regional (de la que fue campeón en 2011) a su actual posición en la división de plata (a la que llegó por primera vez en su historia el año pasado tras proclamarse campeón de Segunda B).
Precisamente, el título de Tercera le abrió las puertas de otra competición, la de la Copa del Rey. En su primera participación (2011-2012), el Llagostera superó tres eliminatorias antes de caer en casa ante el Hospitalet, mientras que el año pasado sorprendió a todos tras llegar a los dieciseisavos de final, donde se enfrentó con el Valencia (que lo terminó eliminando).
En su estreno más reciente, el de esta temporada el Segunda, el equipo ha empezado algo flojo, pues de tres partidos jugados sólo ha ganado uno mientras que ha perdido los otros dos. Por otro lado, en Copa el conjunto gerundense había sido emparejado para la segunda ronda con un recién descendido, el Betis. La eliminatoria se presentaba, por tanto, muy morbosa, pues los verdiblancos podían verse apeados de la Copa del Rey a las primeras de cambios por un equipo, a priori, más débil.
Aún así, el guión de este encuentro fue el esperado y, aunque el Llagostera consiguió meter el miedo en el cuerpo durante algunos minutos al Betis, al final, los de Velázquez sellaron su pase a la tercera ronda con un 2-0. El sueño de los catalanes en Copa se acababa pero aún quedan otros caminos que recorrer.
Aunque aún sea demasiado pronto para hacer ninguna valoración, es lícito pensar que, por plantilla e inexperiencia, lo más probable (y lo mejor que puede hacer el club) es aspirar a mantenerse en Segunda unos años más. En más de una ocasión he afirmado que la división de plata española es más dura que la máxima categoría por la intensidad con la que se juegan los partidos. Por eso mismo no le vendría nada mal al Llagostera permanecer unos años en esa Segunda división, pues no sólo le serviría para crecer como equipo sino para ir cogiendo tono y fuerza por si algún día se convierte en otro de esos modestos que alcanzan la gloria.