Ahora que en liga turca está destacando en el modesto Belediyespor el veterano Fanis Gekas, quien brillara en la Bundesliga y pasara con más pena que gloria por el Levante, muchos hablan de que el actual máximo goleador de la Super Liga turca (seis goles en cinco partidos) es el primer griego en jugar en el campeonato doméstico de Turquía. Acogiéndonos al tema de nacionalidades y pasaportes, técnicamente se está en lo cierto, pero de esta manera estamos obviando a jugadores nacidos en el país euroasiático pero de ascendencia griega que hicieron las delicias de los ‘taraftarlari’ (el término turco para hooligans).
Desde la Grecia Clásica hasta el fin del Imperio Bizantino, las costas turcas han sido territorio de colonización del pueblo griego, y pese a la predominancia turca después (recordemos que toda Grecia y las zonas europeas de la actual Turquía estuvieron de 1453 a 1923 bajo el yugo del Imperio Otomano) grupúsculos de población étnicamente helena permanecen en territorio turco (con fuerte presencia en Estanbul y alrededores pese al pogromo que sufrieron en 1955). Entre esas poblaciones han surgido varios futbolistas de los que un pequeño número ha llegado a convertirse en figuras, y entre los grandes jugadores ‘rumlar’ (palabra turca que designan a los griegos residentes en Turquía), cuatro de ellos llegaron a vestir la camiseta de la selección nacional del estado turco.
Pero no todos los futbolistas ‘rumlar’ que han destacado han vestido los colores de Turquía ya que ha habido casos de jugadores que en un alarde de patriotismo étnico ha preferido jugar por la selección del estado-nación que engloba a ‘su pueblo’, es decir Grecia. Es el caso, por ejemplo, de Alekos Sofianidis, que tras despuntar en el Besiktas a finales de los 40, se aferró a la primera oportunidad que tuvo de irse a Grecia, donde desarrollaría su mejor nivel en el AEK Atenas y llegaría a vestir la camiseta helénica en siete ocasiones.
Volviendo a los ‘griegos’ que sí vistieron la camiseta de la selección turca, la gran persecución que vivieron las minorías griegas en los años 50 y 60 han hecho que su población se reduzca por lo que de la década de los ochenta hasta hoy día va a ser (por probabilidad) difícil encontrar figuras futbolísticas que engrosen esa lista de cuatro ‘rumlar’ que defendieron a Turquía, por lo que da más relevancia a esos cuatro deportistas.
Se trata de Nikos Kovis, Koço Kasapoglu, Aleko Yordan y Lefter Kuçukandonyadis. Kovis, el último gran futbolista ‘rumlar’ fue una figura del Besiktas de finales de los 70, que tras vestir en cinco ocasiones la ‘Yildizlilar’, pasó sus últimos años en Grecia defendiendo los intereses del Panathinaikos y el OFI Creta, mientras que Koço Kasapoglu, por su parte, fue un mítico capitán del Istanbulspor. Sin embargo, si que hay destacar a uno de esos cuatro ese es Kuçukandonyadis.
Nacido en la isla de Büyükada en las costas de Estambul de padre pescador y madre sastre, Lefter Kuçukandonyadis fue el primer gran héroe de fútbol ‘otomano’ al ser el primer futbolista turco en jugar en ligas extranjeras de élite. Su carrera comenzó en el modesto Taksim donde tras un par de temporadas dio el salto al Fenerbahçe. En los ‘canarios’ y en la selección turca se convertiría en amo y señor de la banda izquierda con un olfato goleador notable (así lo atestiguan los 100 goles en 135 partidos en este periodo con el Fenerbahçe), lo que daría pasaporte a una de las ligas más importantes de entonces, la italiana.
En 1951 recalaría en la Fiorentina, donde a pesar de tener oportunidades no logró asentarse en el cuadro ‘viola’ y apenas demostró su calidad a cuenta gotas, por lo que al año siguiente tuvo que hacer las maletas rumbo a Francia. En tierras galas, recaló en el Niza, potencia de fútbol francés por aquel entonces, donde las cosas tampoco acabaron de cuajar y decidió volver a lo que conocía y se le daba bien, entusiasmar al Sükrü Saracoglu.
En su segunda etapa en el conjunto de Estambul engrandeció su leyenda consiguiendo tres ligas y convirtiéndose en una ocasión en máximo goleador del torneo turco durante los once años que duró este periplo. Su éxito en el Fenerbahçe fue de la mano con la importancia que ostentó en la selección turca, con quien disputó el mundial de Suiza 54 y defendió en cincuenta ocasiones dejando un registro de 22 goles, que no sería superado hasta la llegada de otro grande del fútbol turco, Hakan Sukur.
Sus orígenes griegos demandaban que intentara una experiencia en el fútbol heleno por lo que, antes de retirase, Kuçukandonyadis defendió brevemente los colores del AEK Atenas. Una vez colgadas las botas, iniciaría una fructuosa carrera como entrenador tanto en Grecia como en Turquía.
Hace un par de años, la hinchada del Fenerbahçe en particular y el aficionado turco en general lloraba la muerte del ‘ordinaryüs’ (profesor en turco) un jugador querido, que desde 2009 posee una estatua en las puertas del Sükrü Saracoglu. Pese al ‘odio’ histórico entre griegos y turcos, Kuçukandonyadis prefirió defender al país que le vio nacer significando que uno de las mayores figuras de la historia del fútbol turco, tenga orígenes griegos. Una vez más fútbol rompe barreras.