La temporada pasada para la afición leonina fue para olvidar, el Sporting de Lisboa obtuvo su peor clasificación liguera de su historia con una séptima plaza y se quedo fuera de plazas europeas por primera vez desde 1976. Con hasta cuatro entrenadores y derrotas dolorosas ante conjuntos menores, muchos de los jugadores se borraron del proyecto y aprovecharon el mercado para cambiar de aires. Así, en el mercado invernal, Carriço e Insúa abandonaron a un equipo que fagocitaba a su tercer entrenador y otros como Izmailov protagonizaba un intercambio de cromos con el Oporto en el que los lisboetas salían perdiendo.
No fueron las únicas salidas. La llegada del verano iniciaba la nueva propuesta de Bruno Carvalho, que había tomado el mando de los ‘leões’ tras vencer en las elecciones de marzo (que se anunciaron tras la dimisión en bloque de la directiva del anterior presidente, Godinho Lopes) pero algunos jugadores prefirieron desconfiar y buscarse nuevos acomodos como la estrella ‘sportinguista’ Van Wolfswinkel que hizo las maletas rumbo a Norwich o el también neerlandés Stijn Schaars. El club leonino era la 2012/2013 un cúmulo de malas noticias y sólo la irrupción de Adrien Silva se puede considerar como la única nota positiva del curso.
La infausta temporada comenzó con Ricardo Sa Pinto a los mandos de la nave leonina. El antiguo txuri urdin estaba ejerciendo un buen trabajo en los júniors del Sporting cuando le llamaron para suplir a Domingos Paciência y coger las riendas del primer equipo. Sa Pinto impregnó a sus jugadores de su filosofía basada en dedicación, esfuerzo y el potenciar los puntos débiles de los rivales, y rápidamente llegaron las victorias, pero a la hora de culminar, se falló y la afición blanquiverde vio como se perdía el puesto de Champions en favor del Sporting de Braga, la Copa pasaba a manos del Académica de Coimbra y en semifinales de la Europa League se mordía el polvo ante el Athletic de Bielsa. Pese a ese no deseado colofón, la reacción del cuadro lisboeta convenció a Godinho para renovar a Sa Pinto y ponerle a los mandos para la temporada 2012/2013.
La planificación deportiva al inicio de esa campaña dejó mucho que desear. Si bien el Sporting desde un primer momento no podía competir con el Oporto y el Benfica ya que su inversión en fichajes era inferior al de estos dos clubes (36 millones frente a los 100 y 50 millones de ‘portistas’ y encarnados respectivamente) se podría haber utilizado mejor a la hora de reforzar la plantilla. La defensa hubo que reestructurarla casi entera tras la marcha de la pareja central titular Onyewu-Anderson Polga y la venta de João Pereira al Valencia y para ello se apostó por el holandés Boulahrouz, ya pasado de vueltas, y por el argentino Marcos Rojo, que venía del Spartak de Moscú sin apenas haber jugado, como eje central de la zaga. Para cubrir el hueco en el lateral derecho dejado se optó por el canterano Cédric que volvía de cesión del Académica, una apuesta bastante arriesgada.
Si en defensa parece que se obró para salir al paso en la parcela ofensiva sí que se intentó hacer las cosas mejor. El ataque ‘sportinguista’ tuvo la baja muy sensible de Mati Fernández, traspasado a la Fiore, y se intentó suplir con Zakarya Labyad y Valentín Viola jugadores jóvenes que habían demostrado algunos detalles pero que no llegaban a la suela del zapato al chileno como se demostró más tarde.
Una temporada para olvidar
Así con un equipo a priori peor que la pasada campaña echó andar el Sporting de Sa Pinto en el verano del 2012. El estigma de ser un entrenador de la casa y que te dan menos ‘cancha’ volvió a cumplirse en el centenario club lisboeta. Godinho no tuvo paciencia con el técnico ‘tripeiro’ y el cinco de octubre tras caer de manera dolorosa en la Europa League ante el Videoton húngaro y con un balance de una victoria, tres empates y una derrota le enseñaron la puerta de salida. La directiva no entendió que si tu equipo sufre bajas sensibles y no se ha reforzado como debiera, la reestructuración puede llevar más tiempo de lo normal y que Sa Pinto se merecía uno o dos meses más para constatar si era capaz o no de hacer un equipo competitivo y sacar rédito.
Tras la destitución del técnico de Oporto, el banquillo leonino quedó, de manera interina, a los mandos de otra de las grandes leyendas recientes del Sporting, Oceano da Cruz. El que fuera también realista llegaba tras ser el artífice de un buen inicio con el filial que militaba en la segunda categoría portuguesa, y en su primer partido le tocó bailar con la más fea, el Oporto. El encuentro que se disputó en Do Dragão será recordado por los aficionados por el golazo de Jackson Martínez y por la inoperancia sportinguista. Esa inoperancia se vería reflejada en el siguiente y último partido que dirigiría el luso-caboverdiano como técnico del Sporting, donde sus pupilos cayeron eliminados ante un modesto Moreirense (en aquel entonces colista) en la tercera ronda de la Copa de Portugal. Tres días más tarde la directiva había encontrado tras el sondeo de varios candidatos, al técnico para enmendar la situación, el belga Frank Vercauteren.
El que fuera estrella de Bélgica en los 80, tenía en su currículum como técnico algunos campeonatos belgas obtenidos con el Anderlecht y Genk, y estaba buscando volver a Europa tras su exótica experiencia en el Al-Jazira de Abu Dhabi. Los caprichos del destino hicieron que debutara como técnico frente a uno de sus exequipos, el Genk, en la Europa League y pese a la derrota por dos tantos a uno, se vio un Sporting con mucha mejor cara: ligera solidez defensiva, apertura de espacios en ataque y buena salida a la contra. Pero ese partido sólo sería un espejismo ya que a partir de entonces los lisboetas volverían a su estado de declive.
Un balance de una victoria, tres empates y tres derrotas (una de ellas, la humillación del eterno rival, el Benfica, en Alvalade) en Liga que acercaban al Sporting a puestos de descenso, la eliminación a primeras de cambio de la Copa de la Liga en un asequible grupo con Rio Ave, Marítimo y Paços Ferreira y un último puesto en su grupo de Europa League acrecentaban la pesadilla del aficionado sportinguista. La defensa tenía graves fisuras en todos los partidos, en el mediocampo había de todo menos criterio a la hora de mover el balón, Diego Capel era completamente desaprovechado y Van Wolfswinkel era una isla arriba. Como bien dijo un comentarista de la cadena SIC durante la retransmisión del duelo europeo entre Basilea y Sporting (3-0 para los suizos) este Sporting era el peor Sporting de la historia.
El día de Reyes, sus majestades trajeron carbón y la carta de despido a Vercauteren y al Sporting su cuarto entrenador de la campaña, Jesualdo Ferreira. El técnico de Mirandela que regresaba al campeonato luso tras su paso por Málaga y Panathinaikos hizo un trabajo aceptable (pese a que el mercado invernal mermó más la plantilla blanquiverde) e incluso colocó a los leones en la pelea por la quinta plaza que daba acceso a la Europa League pero, pese a las dos triunfos en las dos jornadas finales, el Estoril aguantó esa plaza privando al cuadro lisboeta de su única redención posible. Los hitos de Ferreira eran claros, había cogido un equipo desahuciado y le había devuelto el alma; con esa motivación, los problemas defensivos y especialmente los ofensivos se fueron limando. Pero pese estos logros y a una cuasi remontada de mérito, con nueve victorias en diecisiete partidos, el nuevo presidente tenía en mente a otro técnico para su nuevo proyecto y Jesualdo puso rumbo al Sporting de Braga.
Con Jardim llegó el milagro
Bruno Carvalho para su primer proyecto como mandamás del club que fundara el conde de Alvalade apostó por Leonardo Jardim, el técnico que llevó al Sporting de Braga a clasificarse a la Champions en 2012, y que increíblemente fue despedido del Olympiakos, pese a liderar el campeonato griego con diez puntos de ventaja. Y parece que esa apuesta está siendo acertada a las vistas de los resultados actuales que consigue el equipo del José Alvalade.
Con Jardim a los mandos el Sporting ha comenzado esta campaña de la manera que debe comenzar un histórico de su categoría. Los leones han seguido el pulso de los otros dos grandes históricos y tras diecisiete jornadas y con un registro de once victorias, cinco empates y una sola derrota (ante el Oporto en tierras del Duero) se han situado en un segundo puesto a tan sólo dos puntos del actual líder, el Benfica. Comparando el momento actual con el de la temporada pasada no sería desacertado hablar de una auténtica resurrección.
La plena recuperación del doliente Sporting tiene como clave a Jardim, el técnico luso-venezolano ha impuesto un estilo de juego dinámico dotando de importancia a la movilidad por bandas con la recuperación de Carrillo y Diego Capel para la causa (aunque el almeriense comenzó de reserva, poco a poco le ha quitado el puesto a Wilson Eduardo) y ha solucionado los problemas defensivos que acarreó durante toda la pasada campaña. La gran progresión de Rojo y Adrien Silva unido al fichaje del central Mauricio (Sport Recife) y la vuelta tras cesión del pivote William Carvalho conforman una zaga central y un mediocampo con férrea defensa donde los jugadores saben muy bien cuando tienen que realizar ayudas y su capacidad de anticipación y cierre de espacios es notable. Y si esto no es suficiente la llegada del lateral izquierdo Jefferson del Estoril apunta un plus en tareas defensivas, pues pese a que tiene carácter ofensivo, nunca deja desguarnecida su banda.
Pero si hay que señalar un motivo de esta notable reacción ese parece ser la llegada de Fredy Montero. El ariete colombiano procedente de los Seattle Sounders se ha convertido en el baluarte ofensivo de este Sporting con trece tantos y ha eliminado la carencia de goleadores que había en Alvalade desde la marcha de Liedson (en poco de más de media temporada ya ha igualado los registros del máximo anotador sportinguista de las dos últimas campañas). La línea de tres en ataque que forman Carrillo, André Martins y Capel surten de balones y de jugadas que propician los goles de Montero y si el artillero cafetero falla siempre está la opción de Islam Slimani, un delantero argelino que sigue los pasos de Madjer.
Si bien el Sporting ha sido apeado de las otras dos competiciones domésticas, Copa y Copa de la Liga, por sus dos principales rivales, Benfica y Oporto, la campaña liguera está siendo digna de destacar lo que ejemplifica el enorme lavado de cara que ha vivido este equipo de una campaña a otra. Jardim con las piezas que le han dado, ha sabido encajarlas y hacer un Sporting luchador que de momento acecha el título liguero a la espera de aprovechar los fallos de sus principales competidores. Desde los zarpazos de Jardel en el 2002 no se ha alzado la Liga en Alvalade y aún es pronto para saber si se acortará esa espera. De momento, el equipo que daban por muerto está muy vivo.