Normalmente soy culpable de tener el error de no prestarle mucho caso a nuestro fútbol más modesto(Segunda B y Tercera), pero este pasado domingo leí en el diario As que Zidane había convocado a su hijo con el Castilla y que podía darle minutos. Por ello estuve atento a los acontecimientos de algo que podría ser histórico.
Y así fue, en los últimos minutos de la victoria del Real Madrid Castilla sobre el Conquense, el joven Enzo Zidane empezó a escribir un capítulo dentro de una parte de la historia del fútbol, aquella que se centra en los cruces que en un momento dado tienen las carreras deportivas de padres e hijos, cuando uno entrena al equipo y el otro juega bajo sus órdenes. Parece que en esa tesitura, el futbolista tiene todas consigo de contar con el apoyo de su entrenador/padre y que podrá desarrollar su fútbol cómodamente, pero la historia ha dado varios ejemplos de que la controversia termina suponiendo una enorme traba.
El último caso que recuerdo es el de Míchel y su hijo Adrián. El entrenador del Olympiakos ha coincidido hasta en dos ocasiones. La primera en el Real Madrid Castilla (2006/2007). donde el técnico madrileño subió a su retoño del juvenil al filial y le dio bastantes oportunidades al joven Adrián sumando la no desdeñable cifra de 38 partidos disputados y cinco goles anotados. Mientras que la segunda fue en el Getafe, donde la llegada de Míchel al cuadro azulino también sirvió a su hijo para gozar de más minutos, pues de los cuatro encuentros que jugó mientras el banquillo lo dirigía Víctor Muñoz pasó a veintiséis algo que le estaba sirviendo para pulirse como profesional. Sin embargo España es un país de rasgos peculiares, donde si alguien tiene a su cargo a un familiar en una empresa, mucha gente valora la situación como ‘enchufismo’ y la controversia esta servida. Pues esa controversia pesó en este ejemplo, y Míchel, que continuó en el equipo getafense tras haberlo clasificado para la Europa League, ‘decidió’ prescindir de su vástago que hizo las maletas rumbo al Racing de Santander.
Otro caso conocido se dio en Can Barça. La alargada sombra de Johan Cruyff pesó siempre en la carrera de su hijo Jordi, a pesar de que este hubiera mostrado un buen nivel que le llevó a ser internacional con Holanda, no superó la presión que se ejercía sobre él cuando era un discípulo de su padre en el club azulgrana. Tras dejar unos buenos números en la ciudad condal (41 partidos once tantos) las fuertes críticas de un sector del público culé hizo que aceptara la oferta del Manchester United y cambió de aires. Posteriormente con lo que consiguió con el Alavés demostró que se le había juzgado mal.
Sin embargo no todas las historias de padres e hijos salen mal en el mundo del fútbol, pues Cesare y Paolo Maldini trabajaron juntos en la selección italiana (de 1996 a 1998), en una fase de sus respectivas carreras en que sus estatus los hacían inmunes a las críticas y sospechas, que además eran pocas. A Cesare le avalaba lo conseguido en la selección sub 21 durante una década y Paolo… bueno, quien diga que Paolo no es uno de los mejores defensores de la historia del fútbol, es que tiene un criterio bastante peculiar.
Así que ya solo queda ver como se desarrolla la historia de Zinedine y su hijo Enzo (llamado así en honor a Enzo Francescoli, ídolo de Zinedine cuando era niño) si como es costumbre, la presión puede con esta relación profesional o por el contrario llegan a tener una correcta relación laboral como los Maldini. De momento Zidane padre entrena sin licencia federativa al Castilla y su Enzo sólo ha disputado unos pocos minutos en una categoría semiprofesional.