El fútbol femenino tiene mucho estigmas (desigualdad salarial, poca percepción mediática) y varios detractores que lo ningunean por ser diferente al fútbol masculino. Evidentemente no es similar a su homólogo masculino pero merece ser considerado con el mismo respeto y es más, algunas diferencias dignifican al balompié femenino.
David Hickey, un anónimo seguidor de fútbol galés, decidió escribir una carta al periódico The Independent después de ver el Inglaterra-Alemania femenino, a través de la BBC. La carta comenzaba de manera tajante: «las mujeres no saben jugar al fútbol, y ni siquiera saben las reglas básicas».
Parece las declaraciones de un machista de tomo y lomo. Las reflexiones de alguien que por ver solamente una vez una cosa ya se cree capacitado de sentar cátedra y sacar a lucir su bilis, de la manera más cruel. Nada más lejos de la realidad, el escrito corresponde un claro alegato a las nociones positivas del fútbol femenino según seguimos leyendo:
«Cuando sufren una falta, se levantan inmediatamente y siguen jugando. Ellas no fingen estar lesionadas ni realizan ‘piscinazos’ y tampoco provocan expulsiones de las adversarias. Ellas no toman parte en los agarrones típicos a la salida de un córner y lo peor de todo, ellas no se quejan a los árbitros. Como sabe cualquier tonto que ve la Premier League, esta no es la forma de jugar fútbol».
En resumen, lo que quiere decir este aficionado galés es que el fútbol femenino ostenta mayor índice de Fair Play, aunque habla en términos absolutos (claro que las jugadoras tienen rifirrafes a la hora de botar un córner y por supuesto protestan a los trencillas) deja constancia la sutil diferencia de que el balompie de las féminas alardea de un comportamiento más leal y sincero, algo en lo que se debe fundamentar el deporte.
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