Dos de marzo, pero de 1894, nace una rivalidad sin parangón en el fútbol europeo, concretamente en Portugal: la rivalidad Lisboa-Oporto. Pues hoy hace 121 que se jugó por primera vez este clásico luso cuya victoria sería para el representante lisboeta.
Por aquel entonces el Foot-Ball Club do Porto (el actual Oporto, fundado un año antes) se enfrentó al Club Lisbonense (Benfica y Sporting aún no existían). El conjunto lisboeta, liderado por Guilherme Ferreira Pinto Basto (jugador, presidente del club y miembro de la aristocracia portuguesa), ejerció de visitante y para llegar a la ciudad donde desemboca el Duero tuvo que realizar un viaje en tren que duró unas catorce horas. Tal encuentro se desarrolló en Campo Alegre, las extintas instalaciones del Oporto Cricket y sólo un gol fue lo que decidió que el Lisbonense se impusiera al equipo que hoy dirige Julen Lopetegui.
Un partido inspirado en la FA Cup
Ricardo Serrado, autor de História do futebol português e investigador de la Universidade Lusófona, asegura que ese fue el primera partido de ámbito nacional en Portugal y que fue inspirado por la FA Cup inglesa. La idea era de que «un equipo de Lisboa, Oporto, Coimbra, Viana do Castelo, etcétera» se enfrentaran entre sí para saber quién era «el mejor equipo de todo Portugal». Una idea que también caló en España y que originó nuestra Copa del Rey.
Que el primer partido ‘nacional’ de Portugal fuese entre un club portuense y un club lisboeta era evidente, debido al antagonismo de ambas ciudadas. La rivalidad Oporto-Lisboa comenzó a mediados del siglo XIX, cuando la ciudad de Oporto comienza a ganar protagonismo político e industrial. Cuando el F.C. Porto nace, es un club marcadamente ciudadano al contrario de lo que pasaba en Lisboa, donde los clubes representaban a barrios (como el club que dio origen al Benfica, el Grupo Sport Benfica), por lo que el Foot-Ball Club Lisbonense fue el elegido para enfrentarse al Oporto al ser único que llevaba la capital lusa en su nombre.
Este encuentro generó tanta expectación que el rey de Portugal, Carlos I (penúltimo rey del país vecino) encargó una copa de plata, que ofrecería al vencedor, y patrocinó tal evento que aprovechó, además, para incluirlo en los festejos que celebran los 500 años del nacimiento Infante Don Enrique el Navegante (iniciador de la Era de los Descubrimientos).
Carlos I era gran aficionado por el deporte, y era un hábil practicante de tenis, esgrima, tiro con arco, y debido a su afán deportivo, se sentía en la obligación de patrocinar y promover el desarrollo de nuevas modalidades. Por ello quería plasmar que el fútbol luso se dirimiera con una Copa del Rey, por lo que esta competición recibió el nombre del monarca. Sin embargo su ambición caería en saco roto y sólo este partido entre Oporto y Lisbonense sería la única edición de la ‘Taça Don Carlos I’.
Encuentro alargado por capricho de la reina y sólo tres portugueses
En un partido que apenas suscitó el interés del país, pues el fútbol era considerado como un deporte para aristócratas e inmigrantes británicos y el deporte de las clases populares era el ciclismo. De hecho sólo tres futbolistas eran de nacionalidad portuguesa (dos del Oporto y uno en el Lisbonense, el jugador-presidente Pinto Basto) siendo el resto futbolistas nacidos en Inglaterra o Escocia.
En ese partido se vivió dos hechos que difícilmente se verían en la época actual. Uno fue la anulación de un gol en propia puerta de un defensor del Oporto con la mano (pues no se sabía muy bien qué hacer en tal situación) y el otro fue un tiempo de descuento al finalizar la segunda parte de quince minutos por expresa petición de la reina consorte. Amelia de Orleans llegó tarde al evento deportivo y para paliar su retraso pidió el alargue del encuentro y así disfrutar un poco más de ese hito del fútbol luso.
El Lisbonense, que entró para siempre en los anales de la historia al ser el primer campeón de un torno oficial del fútbol portugués, tendría un prematuro fin y desaparecería en 1902 y su lugar sería rápidamente ocupado por Benfica (1904) y Sporting de Lisboa (1908) que serían los nuevos protagonistas de una rivalidad Lisboa-Oporto que tiene más de 120 años de historia.