Es difícil encontrar en el fútbol actual un jugador tan versátil como David Alaba, futbolista del Bayern Múnich. Y es que futbolista es la mejor palabra que define a este jugador pues es difícil ubicarle en el campo. La pregunta más recurrente cuando se le analiza es: ¿de qué juega Alaba?. Despuntó como lateral izquierdo en el equipo campeón de todo de Heynckes, pero llevaba la manija del mediocampo en su selección mientras que la llegada de Guardiola al gigante bávaro le ha supuesto un baile de puestos sin igual con la multitud de variantes tácticas del mago de Santpedor.
A Pep le gusta de interior izquierdo pero en su primer año carecía de un lateral de garantías para reemplazarle por eso esta temporada se trajo a Juan Bernat desde Valencia y Alaba ya no ha vuelto a esa demarcación. Ha repartido sus minutos entre mediocentro, interior, extremo e incluso como central, siempre tirado a la zona izquierda del campo. Para Guardiola, Alaba es un jugador fundamental y un comodín imprescindible dentro de su complicado sistema de juego. Sus continuos cambios tácticos dentro de un mismo partido tienen casi siempre al jugador austriaco como punto de partida.
Esta diversidad en su fútbol tiene relación con su diversidad cultural y su mestizaje. David Olatukunbo Alaba nació en Viena hace 22 años hijo de una miss filipina y un Dj nigeriano. George Olatukunbo, su padre, lideró las listas de ventas de Austria al frente de su grupo Two in One a finales de los noventa y ahora es su hijo el que lidera la lista de mejor deportista austriaco, galardón que ha conseguido los dos últimos años. También es el jugador más joven en debutar con la selección de su país al hacerlo con diecisiete años y 112 días en un partido de clasificación para el Mundial de Sudáfrica ante Francia que se disputó en Saint-Denis. La federación austriaca estuvo hábil a la hora de convocar a su perla antes de que fuera solicitada por Filipinas o Nigeria y así se aseguró su concurso durante toda su carrera.
El joven David fue descubierto en 2002 por un ojeador del Austria de Viena mientras jugaba con sus amigos en una playa del Mar Tirreno. Contaba con diez años y abandonó el SV Aspern, club de su barrio, en el Distrito 22 de Donaustadt, donde se inició, para recalar en la categorías inferiores de uno de los clubes más importantes de su país. Seis años después era convocado por el primer equipo del Austria Viena para un partido de la ÖFB Bundesliga pero nunca llegó a debutar, pues el Bayern de Munich ya había puesto sus ojos en él. Alaba, por aquel entonces, odiaba la arrogancia del club bávaro puesto que la había sufrido en sus carnes en los torneos de categorías inferiores y les rechazó hasta en dos ocasiones. Pero al tercer intento sucumbió a sus cantos de sirena y, en el verano de 2008, ponía rumbo a Múnich. Ahora esa arrogancia le parece la justa y necesaria para un club con la exigencia del Bayern.
Recorrió como un rayo todo el escalafón de las inferiores muniquesas hasta que en enero de 2010 fue reclamado por Van Gaal junto con Contento y Ekici para entrenarse con el primer equipo. Un mes después debutaba en la DFB Pokal ante el Greuther Fürth convirtiéndose en ese momento en el jugador más joven en debutar en partido oficial con el Bayern Múnich, honor que le quitaría en la temporada pasada Pierre-Emile Hojbjerg. Van Gaal se lo llevó también a Florencia a un partido de la Champions League y le dio la oportunidad de disfrutar por primera vez del aroma europeo. Ese mismo año el Bayern, con él en la plantilla, perdió en el Bernabéu la final ante el Inter. Tendría más oportunidades.
Tras disputar la segunda vuelta de la temporada 10/11 en el Hoffenheim, regresó al Bayern ya con Heynckes en el banquillo ya ahí se comenzó a ver al mejor Alaba. Se convirtió en pieza fundamental del esquema del técnico alemán pero su idilio con la Champions seguía a medias. Jugó aquella mítica semifinal contra el Madrid que se decidió por el célebre penalti de Sergio Ramos. Alaba hizo parte anotando el primero de la tanda, pero vio una tarjeta amarilla que le impidió jugar la final. Después llegaron Drogba y Cech al Allianz y el resto es historia. Como no hay dos sin tres, al año siguiente el Bayern volvía a una final y ahí sí, Alaba estaría en el once inicial del equipo que derrotó al Borussia Dortmund en Wembley. Once años después de ser descubierto en la playa, tocaba el cielo futbolístico con tan sólo 21 años.
Pero la diversidad de David Alaba no acaba aquí; es hincha confeso del Galatasaray al que apoya fervientemente a través de las redes sociales y donde tuvo la oportunidad de reunirse con su hinchada en un partido de Champions. Austríaco, hijo de un nigerino y una filipina, que juega en Alemania y banca a un equipo turco; ese es David Alaba, el multiusos de Guardiola.