Kevin Gameiro llegó al Sevilla un 25 de julio de 2013, en un mercado veraniego ajetreado para la dirección deportiva del club. El equipo estaba en pleno relevo tras la marcha de hasta catorce futbolistas y necesitaba un nuevo referente arriba que ilusionara a la afición, ya que Álvaro Negredo acababa de ser traspasado al Manchester City. Quedaba libre la plaza de ‘ídolo’ y Monchi buscaba un fichaje de cierto renombre, dentro de las posibilidades que año tras año se permite el club bajo una administración económica conservadora. Y tras varios tanteos se rompió el cerdito. Más de diez millones de euros para traer a un futbolista que no tenía minutos en el PSG con la acumulación de tantas estrellas. A los galos le sobraban y el Sevilla lo necesitaba, aunque no a cualquier precio. El Sevilla, que batió con el fichaje de Negredo su récord de traspaso más caro en su historia (quince millones) pagaba ahora otra cifra importante por un delantero, demostrando que era su órdago principal y con expectativas de futuro al firmarlo por cinco temporadas y ponerle una cláusula de rescisión de 40 millones de euros.
Gameiro era un futbolista anhelado en Europa, con calidad, velocidad, eslalon y gol. O eso parecía. Llegaba a Nervión con la vitola de figura mundial que ya era internacional con Francia, y que, decían, no había terminado de explotar porque en París no había encontrado minutos para ello. Su cartel internacional se lo labró en el Lorient al que llegó con sólo 21 años y donde desde el principio demostró su calidad y capacidad goleadora. En la Bretaña francesa disputó 39 partidos en su primera temporada haciendo trece goles. En su segundo curso aumentó sus registros cara a gol hasta los diecinueve tantos, y en su tercera temporada terminó de explotar anotando hasta 24 goles. Los grandes de Europa ponían la lupa sobre él pero el PSG, que ya tenía jeque, se lo llevó a la capital gala.
En su primer año en París ya las cosas no salieron del todo bien. Jugó más partidos que nunca en una sola temporada pero su gol cayó hasta los catorce tantos. Perdieron la Ligue 1 frente al Montpellier de Marveaux, Cabella y Giroud, y eso que aquel PSG ya contaba con gente por detrás de Gameiro como Pastore, Motta, Matuidi, Nene, Menez, Sakho, Álex, o Sirigu. Figuras consolidadas que ya emprendían el reto del jeque de asaltar la Champions League. No le tembló el pulso a Nasser Al-Khelaifi y continuó inyectando enormes cantidades económicas para seguir trayendo estrellas, tanto, que ahora Gameiro que andaba con la confianza de Ancelotti perdida, era un suplente más teniendo por delante a Ibrahimovic o Lavezzi, entre otras nuevas figuras que llegaron como Thiago Silva, Lucas Moura o David Beckham. Finalmente desistió y prefirió retomar su carrera en otro lugar donde poder empezar de nuevo y con crédito regenerado.
A la capital andaluza llegaba con unas medias goleadoras bajas, aunque se subrayaban las que logró en el Lorient, tres años atrás. El Sevilla era una nueva ocasión de relanzar su carrera y de otorgar al club los goles que Negredo se llevaba a Manchester. A mediados de la temporada surgieron dudas sobre el rendimiento del francés pero Kevin realizó un final de campaña muy bueno remontando sus cifras de gol hasta dejarlas en 21 tantos, su segunda mejor marca de su carrera, y por supuesto el título de la Europa League en la que tuvo protagonismo. Con Bacca formaba un buen tándem pero apareció una sombra que al Sevilla, desde este pasado verano hasta hoy, le sigue persiguiendo; las lesiones. Las dudas de la primera mitad de la temporada anterior en la que a veces se le veía perdido o no aparecía mucho, excepto partidos concretos, sumada a la prolongada lesión que tuvo en la final de la Europa League, y su vuelta con sequía goleadora, hizo que durante el pasado mercado invernal se dudara de su continuidad en el equipo. Gameiro no se ha terminado de ganar a la afición sevillista, y si bien la temporada pasada le salvaron unas cifras goleadoras maquilladas al final de curso, este año de momento no convence a nadie. La vuelta de la lesión le ofrecía una excusa para que el sevillista tuviera paciencia con él pero pasan los meses y no termina de cuajar. Ha jugado sólo 25 partidos, no es titular, y aunque ha metido nueve goles, en realidad son sólo tres en liga (uno de ellos de penalti) y la estadística está inflada por los cuatro tantos que le ha hecho este año al Granada y los dos al Sabadell, entre Liga y Copa.
El sevillista aún espera que Gameiro remonte como la temporada pasada, y desea que las lesiones no vuelvan a trastocar su condición física pero Kevin tiene que cargar con la responsabilidad de saber quién es, y hacer valer el esfuerzo que hizo el club depositando en él la confianza de liderar al equipo y ser su hombre gol. Hasta hoy ese rol lo ha cumplido Bacca y al galo se le termina el crédito. Es por eso que con cierta guasa en Sevilla alguno ya alude a Kevin como ‘Gameirover’.