El fichaje de Iker Casillas por el Oporto de Lopetegui, está en fase de tanteo, aunque parece que hay tan buena sintonía que es de todo menos descabellado que ocurra. De llegar a buen puerto sería la típica negociación en el que, en principio, todas las partes salen a ganando.
Tras el bombazo desvelado por primera vez en los informativos de TVE, nadie en un primer momento hubiera pensado si es beneficioso tanto para Casillas como para ambos clubes, pero ahora que ya ha transcurrido algún tiempo para madurar el asunto en nuestro foro interno hay que reconocer que, en caso de que se cristalice el fichaje de Casillas para el Oporto tiene todo para ser lo que los economistas llaman un negocio de ‘suma positiva’, que es aquel donde todas las partes obtienen ganancias. En resumen, un buen negocio.
En principio para el cancerbero de Móstoles, que gana la perspectiva de ser titular en un equipo con presencia en la Champions League y aspiraciones a títulos en Portugal. Con la Eurocopa de Francia a la vuelta de la esquina y la amenaza de ver a De Gea sucederle en el Real Madrid (como seguramente ocurrirá en la selección), Casillas necesita de minutos para garantizar que el aún portero del Manchester United todavía tendrá que esperar un poco más para quitarle su puesto en la selección española.
La ganancia del Real Madrid en este asunto no es otro que el de sosiego institucional. La cuestión de la portería es un tema enconado y desestabilizador de la plantilla blanca que ha tenido múltiples protagonistas desde los guardametas Adán, Diego López, el propio Casillas, o Keylor Navas, hasta los entrenadores Mourinho y Ancelotti. El peso de Casillas en el vestuario blanco es muy importante, y la nueva planificación deportiva blanca ha demostrado ir en contra de ‘egos’ por lo que dar salida a un peso pesado como Iker y sustituirlo por un portero de calidad y ‘más dócil’ como De Gea (o Kiko Casilla en su defecto), supone pasar página para el conjunto blanco y culminar su proyecto de ‘renovación’.