Pocas verdades irrefutables hay en el mundo del fútbol. Pero, si hay una, es que el Atlético de Madrid tiene un excelente tino a la hora de fichar delanteros centro. Esté como esté el equipo (incluso, bajando a Segunda División) el ’9’ da siempre unas grandes prestaciones: Hasselbaink, Vieri, Torres, Forlán, Agüero, Falcao, Costa… Y seguro falta alguno.
La diferencia de estos últimos años es que, sea por las apreturas económicas del Atlético, sea por el mercadeo en que se ha convertido este mundo del fútbol, el delantero centro apenas dura uno o dos años en el Calderón. Y esto, dadas las diferentes características de los que han ido pasando en los últimos cuatro años, está obligando a Diego Pablo Simeone a variar su idea de juego.
Cuando Simeone llegó al Atlético de Madrid, en las Navidades de la temporada 2011/12, se encontró con Radamel Falcao García como ‘9’ del equipo; por aquél entonces, el colombiano era, a juicio de muchos el mejor rematador, y el mejor jugador de área del mundo.
Simeone, más que obtener resultados (que, además, llegaron, con una UEFA Europa League y una Supercopa de Europa en sus 8 primeros meses), se volcó en construir un equipo, un bloque. Y tuvo una ayuda fundamental: contar con Falcao; con él, lo más difícil del fútbol, lo tenía garantizado.
El colombiano de aquellos años era un rematador infalible, capaz tanto de inventarse un gol ‘de la nada’ con un disparo lejano, como de adelantarse a la defensa por velocidad para ‘cazar’ un pase en profundidad o rematar de cabeza balones parados o centros laterales.
Estas dos últimas características vinieron muy bien a Simeone: la anticipación por velocidad, para poder construir el equipo desde la defensa y tener opciones de gol, sin deshacer el posicionamiento defensivo del equipo, con un ‘simple’ pase largo y el remate de cabeza, para empezar a poner en práctica una de sus grande armas estos años: la estrategia.
El segundo y último año del colombiano en el Calderón, la temporada 2012/13, otro delantero comenzaba a ‘explotar’: Diego Costa mostró, por fin, todo el potencial que venía apuntando hace año. Y, tras la marcha del colombiano en el verano de 2013, Diego Costa se convirtió en la referencia ofensiva en el Calderón.
Y aquella temporada 2013/14, donde el Atlético se proclamó campeón de Liga y subcampeón de Copa de Europa, el juego de Diego Costa se ajustó como ‘anillo al dedo’ a lo que quería Simeone y que había empezado a esbozar con Falcao: defensa ordenada, sin descomponerse nunca y pase largo al brasileño. A partir de ahí, la potencia de Diego Costa y su ‘habilidad torpe’ o su ‘torpeza hábil’ hicieron el resto, consiguiendo un gran número de goles sin que el equipo tuviera que deshacer su colocación sobre el campo.
Pero llegó el verano y Costa se dejó seducir por los cantos de sirena que le llegaban del Chelsea de Mourinho. Y el Atlético, en una decisión extraña, decidió apostar por Mario Mandzukic como sustituto. Y extraña no por la calidad del croata, un excelente delantero centro, sino porque su incorporación iba a implicar un cambo radical en la forma de jugar del Atlético.
Mario Manzukic era (y es) un delantero más estático, un rematador, un jugador de área. Por lo que eso obligaba a llevar la pelota hasta él, no a darle un pase largo para que él pelease con la defensa. Y el juego del Atlético hubo de volverse más elaborado, con más toque en el centro del campo a la espera de que apareciese el hueco, la oportunidad para enviarle el balón al croata para que rematase.
Y el planteamiento funcionó, más o menos bien, hasta el mes de febrero. Pero, desde entonces, Mandzukic no volvió a ver puerta. Y el equipo se resintió. Se habló de pérdida de confianza de discrepancias con Simeone… y, aunque nunca se sabrá la verdad, desde marzo o abril comenzó a verse claro que no sería el delantero titular del Atlético para la temporada 2015/16.
Y, efectivamente, el pasado mes de junio fue traspasado a la Juventus de Turín. Y el Atlético hubo de buscar reemplazo otra vez. Y lo encontró en el colombiano Jackson Martínez, una mezcla de los anteriores, en cierto modo. Buen rematador de cabeza, aprovechará bien las jugadas de estrategia que salen del laboratorio del ‘Cholo’ Simeone y el ‘Mono’ Burgos. Y, aunque no es jugador de espectacular potencia en carrera, sí que tiene bastante sentido de la anticipación y la punta de velocidad suficiente para buscar el balón puesto al hueco y adelantarse a la defensa para marcar.
Con sus prestaciones y las de Ángel Correa y Luciano Vietto, nuevos delanteros incorporados por el Atlético esta temporada (el primero ya era jugador atlético pero no pudo debutar el pasado año por problemas cardíacos), el equipo rojiblanco no debería tener problemas cara a puerta. En cualquier caso en el Calderón esperan que el año que viene, por estas fechas, no se está hablando, otras vez, del cambio de delantero y de forma de jugar.