La gran esperanza amarilla ya está aquí. Nahuel Leiva ha llegado con fuerza al primer equipo del Villarreal y amenaza con quedarse. El joven centrocampista argentino salió en el once titular de Marcelino en el arranque de la temporada y apunta a pieza importante en el esquema del técnico asturiano. Nahuel completa así un verano maravilloso donde también se proclamó campeón de Europa sub-19 con la selección española anotando además un gol en la final ante Rusia. La RFEF ha estado avispada y, de momento, ha logrado que el chico defienda los colores de la selección pero tendrá que pelear mucho para que hago lo propio con la absoluta pues Argentina también está muy interesada en él.
Y es que Nahuel Leiva nació en Rosario, como Messi, Di María, Banega, Bielsa o el ‘Tata Martino’, hace dieciocho años. Allí, donde se respira fútbol por todos los poros, el Villarreal instauró la escuela de fútbol ADIUR. Desde muy pronto, los monitores de la escuela vieron que Nahuel tenía algo diferente a lo demás y el chaval, con tan sólo doce años, puso rumbo a la ciudad castellonense. Sin embargo, sus comienzos fueron durísimos pues tuvo que viajar sólo, sin la compañía de sus padres y tardó mucho tiempo en adaptarse. Además, lo que único que le evadía un poco era jugar al fútbol, pero la burocracia no le permitía competir. Al ser extranjero, no podía estar federado hasta los dieciséis años y su vida pasaba entre el colegio, entrenamientos y la residencia de la Ciudad Deportiva del Villarreal.
El Club, consciente que tenía una joya entre manos, hizo todo lo posible para que fuera feliz; le organizó multitud de torneos y partidos amistosos para que pudiera jugar, incluso le permitían saltarse el plan de nutrición preparándole asados para que no añorara tanto su tierra. Gonzalo Rodríguez, ahora en la Fiorentina, lo adoptó como un hermano pequeño y se lo llevaba a su casa a jugar a la PlayStation o al cine. La marcha del defensa a Florencia supuso otro duro golpe para Nahuel, que encontró refugio en Musacchio. Sin embargo, el Villarreal veía que el problema federativo podía suponer un freno en la progesión del jugador y también podría minar su débil moral, así que con catorce años le subió a entrenar con el primer equipo. Con esta decisión mataba dos pájaros de un tiro, por un lado estimulaba al jugador pasándole con los mayores y por otro lado aumentaba su cualidades y competitividad al entrenar con las estrellas de la primera plantilla.
Entre asados, amistosos y entrenamientos iban pasando los meses hasta que cumplió los dieciséis años y ya pudo comenzar a competir. Entonces todo lo que se apuntaba sobre él, se confirmó. Nahuel causaba sensación con las categorías inferiores del Villarreal y demostraba que estaba muy por encima del nivel de los chicos de su edad. Como premio a su perseverancia debutó, el 13 de enero de 2014, con el primer equipo con apenas diecisiete años recién cumplidos. Pero el club, con buen criterio, decidió que siguiera quemando etapas en su formación y regresó al primer filial donde dispondría de muchos minutos.
Sin embargo, el club ya no puede frenarle más y su talento está derribando la puerta del primer equipo con una madurez, forjada en esos tres años de soledad en la Ciudad Deportiva, impropia para los chicos de se edad. La factoría amarilla ha dado ya multitud de jugadores de nivel pero parece que tras los Cazorla, Bruno Soriano, Musacchio, Mario, Trigueros, Jaume Costa o Gerard Moreno llega un futbolista destinado a marcar una época.