La primera gran noticia de 2016 no se hizo de rogar y nada más empezar el año se produjo, Rafa Benítez ha sido destituido como técnico del Real Madrid. El que era llamado por Florentino Pérez, gran entrenador, cualificado para entrenar al Real Madrid a tenor de sus éxitos pasados y su aferrado sentimiento madridista, sí que se comió el turrón pero no llegó a probar el roscón de Reyes.
Pese a ser nombrado como ‘el deseado’ en un primer momento por Florentino Pérez, Benítez no las tenía todas consigo y sabía que un irregular inicio (que no malo, pues recordemos que el Real Madrid lleva una perfecta Champions, y todavía no se ha despegado totalmente del Barcelona en Liga), probablemente le iba a poner en la picota. Primero porque gran parte de la afición no estaba muy convencida de su contratación (con buena parte no entendiendo la destitución del técnico de la Décima, Carlo Ancelotti, y otra suspirando aún por Mourinho) debido a la fama de primar los resultados (y por ende, el orden defensivo) antes del buen juego y también porque su fama de estricto con los jugadores (en palabras propias de Materazzi) y de carácter algo déspota con sus futbolistas (según confesó Steven Gerrard) iba a chocar mucho con una plantilla con fuerte temperamento (y algo díscola dicho sea de paso).
Y con esos ingredientes principales, el plato en vez de ser objeto de una ‘estrella Michelin’ iba acabar siendo un desastre culinario. Tras empatar en casa ante el Málaga y luego posteriormente (y principalmente) las dos derrotas consecutivas ante Sevilla y Barcelona (esta última con un escandaloso 0-4 en el Bernabéu) la afición blanca se volvió contra Benítez, y los silbidos al inicio del partido cuando la imagen del técnico madrileño salía en el vídeomarcador se hicieron tónica habitual. Eso por un lado. Por otro, la plantilla se rumorea que estaba en contra de los métodos de Benítez y que pedía la salida del extécnico del Liverpool, algo que sólo han recogido algunos medios de comunicación los cuales el propio Benítez acusó de mentir con objetivo de desestabilizar al club, si bien todo esto es discutible lo que está fuera de toda duda es la bajada de rendimiento de jugadores como Carvajal o Kroos o algunos desencuentros del ya exentrenador madridista con Isco o James Rodríguez.
Pero pese a este clima enrarecido, Florentino Pérez ha ratificado hasta la saciedad a Rafa Benítez, dado a ser una apuesta personal suya (visto la retahíla de alabanzas que le brindó en su presentación), e incluso llegó a darle ‘plenos poderes’ para aplicar mano dura tras la debacle del Clásico donde muchos acusaron a los jugadores blancos de desidia. Y cuando más caldeado estaba el ambiente, ya en las postrimerías del pasado año, el presidente de la entidad blanca volvió a ‘reratificar’ a Benítez para que unos cuantos días después cesarlo y dar el mando del banquillo merengue a Zinedine Zidane, conocidos por muchos de la plantilla por ser el asistente de Ancelotti (técnico que sí contaba con el apoyo de los jugadores) hace dos cursos.
Este «donde dije digo, digo Diego» de Florentino aparte de la inestabilidad que crea en el club con tan ligera fagocitación de entrenadores, empaña la imagen de un gran club como es el Real Madrid presuponiendo que las decisiones del directivo se ven influenciadas por la presión que ejerza la plantilla (y los medios) y que haya actuado de manera deshonesta con Rafa Benítez no siendo franco con él (se especula que se enteró de su cese por la prensa), algo que sin duda empobrece y mengua el crédito de Florentino Pérez como máximo responsable del Real Madrid, un responsable que en los últimos años se ha especializado en no ser claro y jugar al despiste.