Después de hacer y rehacer quinielas, de leer y releer maravillas de los distintos nominados, esta semana por fin se han conocido quiénes son el Mejor Jugador y Entrenador del 2015. Y lo digo así, en masculino. No por generalizar, sino porque son muy pocas las líneas, tertulias, apuestas, que se han escrito/hecho para tratar a las nominadas en estas categorías por fútbol femenino.
Por desgracia, vuelve a pasar lo mismo de siempre. Las mujeres son discriminadas o apartadas a un segundo plano en un deporte mayoritariamente masculino. Ya se vio el año pasado cuando la irlandesa Stephanie Roche fue nominada al Premio Puskas, que finalmente se llevó James Rodríguez. Un nombramiento que levantó más polémica de la necesaria, y es que parece que las féminas no deberían optar a los mismos premios que los hombres en esto del balompié.
Sin embargo, este año, como en otros anteriores, hay ganadoras dentro de la gala del Balón de Oro y, por supuesto, merecen su reconocimiento. Se da la casualidad de que en este 2015 las dos ganadoras de los sendos premios pertenecen al mismo equipo. Mejor dicho: forman parte de la misma selección, la de Estados Unidos, un plantel que gracias a su buen juego consiguió (después de dieciséis años) revalidar el título de campeonas del mundial disputado este verano en Canadá.
Una corona que mucho tiene que ver en que tanto Carli Lloyd como Jill Ellis hayan sido finalmente las protagonistas femeninas ganadoras en esto del balón dorado. La primera de ellas comenzó su andadura con la elástica estadounidense en las categorías inferiores al principio de la década del 2000, siendo 2005 el año en que debutaría con la absoluta. Tras eso, tuvo que pasar un tiempo para que consiguiera una titularidad que no ha perdido hasta ahora.
Y es que el adjetivo que mejor define a Lloyd es el de ‘decisiva’. Aparece siempre en los partidos importantes y para muestra ahí van varios ejemplos: hizo el gol de la victoria en la final del Torneo Olímpico de Fútbol Femenino ante Brasil en 2008; también fueron suyos los tantos que le dieron el triunfo a las Barras y Estrellas en 2012 en Londres; y para terminar, este verano hizo tres dianas en la final ante Japón.
Por otro lado, está Jill Ellis, una mujer que como entrenadora ha estado ligada a la selección estadounidense prácticamente desde siempre, pues comenzó a trabajar en sus escalafones inferiores también en los años 2000. La oportunidad de dirigir a la absoluta, a modo de interina, le llegaría en 2012, repitiendo dos años más tarde, cuando finalmente ocuparía la plaza con toda la responsabilidad.
Ellis tenía este año ante sí la gran responsabilidad de volver a hacer campeón a un grupo que llevaba mucho tiempo sin ganar el título y además, en el último mundial, se vio relegado al subcampeonato. Y no solo lo ha logrado, sino que ha sido capaz de aunar en su plantilla a mujeres de peso y veteranía con las nóveles. Jugadoras que además la admiran. La propia Lloyd se refería a su entrenadora en estos términos: “Ha hecho un trabajo fantástico como seleccionadora: ha puesto las bases, ha estudiado cómo podemos alcanzar el éxito y cómo debemos jugar si se necesitan cambios. Es una líder fantástica”.
Como ven, dos mujeres para las que 2015 será un año difícil de olvidar, no solo por la conquista de la corona mundial, sino por los frutos que a largo plazo ha supuesto ese triunfo: el hecho de ser nombradas Mejor Jugadora y Mejor Entrenadora respectivamente y, con ello, recordar que, en esto del balompié, ellas también son de oro.