Como cada temporada, cuando ya conocemos a los equipos que se enfrentarán en la final de la Copa del Rey llega el mayor lío de la competición, designar la sede de la final de este certamen. Un debate que no existiría si como en otros países se tuviera una sede fija para la final de Copa. Así en Inglaterra (Wembley), Alemania (Olímpico de Berlín), Portugal (Nacional de Lisboa) o Francia (Stade de France) se ahorran una polémica que parece más de un país tan burocratizado como poco eficiente y que se podría subsanar si se eligiera, como bien se ha planteado alguna vez, el Estadio de La Cartuja de Sevilla, un recinto neutral, amplio (cerca de 60.000 espectadores), que goza de una buena calificación por la UEFA (cuatro estrellas) y que está cuasi olvidado (casi que se usa más para acoger conciertos que partidos de fútbol).
Pero si se descarta la opción de sede fija y se opta por elegir cada año una sede, la RFEF debería de mostrar más peso y no estar a la expensas que los clubes finalistas estén conformes con la sede elegida (si bien la Federación debe elegir una sede lo más apta posible) y, algo más importante, no estar sujeto a que el equipo dueño de la sede escogida tenga la última palabra, y por imperativo legal lo tenga que ceder.
De hecho, este último punto es la gran dificultad en la decisión de sede para esta campaña. Barcelona, Sevilla y la RFEF estaban de acuerdo con que se jugara en el Santiago Bernabéu, algo que al propietario del recinto, el Real Madrid, no le atraía mucho. El hecho de que al club blanco no le agrade la idea de que su eterno rival no gane un título en su estadio y por ello se cierre en banda es una decisión bastante infantil fruto de un sentimiento primario como el resentimiento. Tanto es así, que la forma de evadir de la responsabilidad de ceder su estadio ha sido con una triquiñuela impropia de un club señorial como debe ser el Real Madrid, confirmar el concierto de Bruce Springsteen en el Bernabéu (que estaba sin fecha fijada) el día que se tiene disputar la final.
Si queremos que nuestro fútbol crezca (a todos los niveles y no sólo en lo económico como se empeña la LFP), debemos que este actúe con seriedad y responsabilidad, y no permitir que cada año se forme un circo cada vez que llega la hora de buscar sede para la final de Copa del Rey. Mostrar una buena imagen, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras es la mejor estrategia de marketing.