Cuando uno se detiene en la llamativa marcha de Jackson Martínez al fútbol chino tras una paupérrima actuación en el Atlético de Madrid de tres goles en 22 partidos (una cifra goleadora que igualó en su primera etapa en el Oporto en sus primeros cuatro encuentros), le chirría bastante esta estadística sabiendo que el ariete colombiano era una máquina de hacer goles en su último equipo, el Oporto (92 goles en 132, 0’7 goles por partido).
Este frustrante rendimiento de Jackson «el Chá-Chá-Chá» Martínez en el Atlético se debe a la falta de adaptación a una nueva realidad (e incluso a una nueva forma de jugar), que no favorecía a las características del cafetero. Algo que le ha pasado a multitud de ‘killers’ del área cuya pólvora se moja al llegar a otro destino con la vitola de gran fichaje. Pues a las ‘máquinas de hacer goles’ por muy afinadas que estén, corren el riesgo de atascarse como bien demuestran los siguientes ejemplos.
Fernando Torres en el Chelsea
Sin duda uno de los casos más famosos. Hasta el mercado invernal de la campaña 2010/11, cuando el de Fuenlabrada cambió el Liverpool por el Chelsea, Fernando Torres era un goleador respetado y una institución en la Premier. Se encontraba entre los mejores delanteros de Europa, siendo idolatrado en Madrid, por los aficionados colchoneros, y en Merseyside por la parroquia del Liverpool. Tras proclamarse campeón del mundo, a Torres la temporada no le estaba yendo particularmente bien pese a que llevaba ya nueve goles en ese curso para el equipo de Roy Hodgson (que había sustituido al valedor de ‘el Niño’, Rafa Benítez), algo que importó mucho a Roman Abramovich que empeñado en traer a lo mejor a su Chelsea no escatimó en gastos para hacerse con los servicios del ariete español. Pero a Torres le dio vértigo los 58’5 millones de euros que pagaron por su pase y en la segunda mitad de esa campaña sólo hizo un solitario gol. La temporada siguiente no mejoró mucho sus registros como ‘blue’ con sólo once goles en 49 partidos, y el mundo del fútbol ya se encaminaba en cavar su tumba pues pese que en la temporada 2012/13 (donde volvió a coincidir con su valedor, Rafa Benítez) alcanzó unos registros más decentes con 22 goles, Torres nunca más fue aquel goleador que con la vitola de crack mundial agradaba las tardes en el Vicente Calderón o el Anfield Road.
Nicolas Anelka en el Real Madrid
El ariete francés, conocido por ser uno de los jugadores ‘más caros’ de la historia futbolística merced a sus múltiples traspasos y cambios de equipo, empezó a destacar muy pronto en las categorías inferiores del París Saint-Germain, de donde y gracias al buen ojo de Wenger, salió para recalar en el Arsenal como gran apuesta de futuro. Y tras una campaña y media de adaptación como gunner, Anelka explotó en la temporada 98/99, pese a sus cortos diecinueve añitos, y sumó unos 17 goles en el torneo regular que casi le coronan como máximo anotador de la Premier League (algo que lograron ser Yorke, Owen y Hasselbaink con tan solo un tanto más). Su condición de diamante en bruto por pulir hizo que el Real Madrid invirtiera en su fichaje 35 millones de euros y le señalara como la gran figura de futuro del club blanco y el llamado a sustituir a Raúl. Pero el joven Anelka fue uno de los mayores fiascos de la historia blanca pese a que fue determinante para la clasificación de la final la Octava (dos goles que apearon al Bayern en semifinales), ya que sólo aportó siete goles en 31 partidos (únicamente dos en liga). Tanto es así que en el primer proyecto de Florentino Pérez el ariete francés no encajaba y fue vendido al PSG y a partir de entonces inició una irregular trayectoria llena de altibajos donde su punto álgido fue su etapa en el Chelsea donde logró ser máximo goleador de la Premier en 2009.
Thierry Henry en la Juventus
Cuando Francia fue campeona del mundo en 1998 no tenía un delantero de referencia definido. El puesto de titular era reservado para Stéphane Guivarc’h (que por entonces acababa de lograr su segundo ‘pichichi’ consecutivo en la Ligue 1), pera era frecuente que saliesen del banquillo dos chavales del Mónaco de un potencial inmenso para solucionar los partidos: Trezeguet y Henry. Los dos irían a parar en la Juventus con diverso devenir. Pues si Trezeguet, la segunda apuesta (llegó en la 2000/01), dejó huella en la ‘Vecchia Signora’, Henry, fichado en 1999 fue prácticamente un fiasco. ‘Titi’ sólo aportó tres goles en dieciocho encuentros en la Serie A. Así que en la campaña siguiente, el ariete galo puso rumbo a Inglaterra donde se convertiría en toda una leyenda del Arsenal (tanto como para tener una estatua en las cercanías del Emirates), logrando pasar la barrera de 30 tantos en cinco de las ocho temporadas que estuvo como ‘gunner’ (sólo en una no superó la cifra de veinte goles). Y aún tuvo tiempo para poner su granito de arena para ayudar al Barcelona a lograr su tercera Copa de Europa.
Andrei Shevchenko en el Chelsea
Balón de Oro en 2004, campeón de la Champions en 2003, dos ocasiones ‘capocannonieri’ en la Serie A, Shevchenko era un ídolo en el Milan donde llegó tras dejar a su Dynamo de Kiev en semifinales de la Champions en 1999. Tras no quedarle retos en la capital lombarda, Andrei se mudó a Londres en 2006, para ser la pieza central de un Chelsea que buscaba de una vez de cumplir el sueño de Abramovich, ganar la Liga de Campeones. Pero el ucraniano, que incluso marcó en su debut como ‘blue’ (en la derrota ante el Liverpool en la Charity Shield), nunca consiguió aquel ‘killer’ que maravilló en Milán. En Inglaterra pasó rachas de nueve y diez partidos consecutivos sin marcar, llegando a invadir la frustración su rostro. Acabó su primera temporada cuatro goles en la Premier (lo que le llevó a ser considero el ‘flop’ del año) una cifra que apenas mejoró en la campaña siguiente con unos cinco tantos ligueros. Para quien venía de hacer diecinueve goles en Italia, el batacazo fue espectacular.
Mark Hughes en el Barcelona y el Bayern
Un joven Hughes recién estrenada la veintena se postulaba como una de las grandes figuras de Gales, y claro candidato a suceder a Charles, Toschack o Rush, tras acumular buenas actuaciones goleadoras en el Manchester United (24 y 18 goles totales en las campañas 84/85 y 85/86). Entonces Terry Venables en su tercera campaña como técnico del Barcelona quiso jubilar a Steve Archibald con una dupla de compatriotas y para ello optó por el prometedor Hughes y el consagrado Lineker. Si bien el inglés rayó el buen nivel aportando veinte goles en Liga, el galés en cambio, decepcionó con todas las de la ley al aportar apenas cuatro goles en 28 partidos. Así la temporada siguiente el club azulgrana quiso ahorrarse su ficha y lo cedió al Bayern de Múnich, donde tampoco Hughes pudo mostrar sus dotes de goleador y volvió a dar una discreta estadística con siete goles en 23 partidos. Tras no adaptarse en el Continente, el ariete galés optó por volver a casa y convertirse en el referente del primigenio Manchester United de Ferguson donde recuperó su olfato de gol y siguió rompiendo redes incluso varios años después cuando vestía la elástica del Chelsea de Vialli.
Ian Rush en la Juventus
Pasamos a otro galés que tras brillar sobremanera en las Islas Británicas sufrió un terrible eclipse en su salida al extranjero, Ian Rush. El ilustre bigotudo era el encargado de hacer gol en aquel mítico Liverpool de Dalgish, Sounness con el que levantó la Copa de Europa en 1984 y vivió, un año después, el ‘desastre de Heysel’ que motivó una sanción sin paliativos para todos los clubes ingleses. Quizá por la suculenta oferta económica, quizá por querer volver a jugar en Europa, Rush firmó en 1987 con la Juventus tras llevar seis temporadas seguidas marcando más de 25 goles en Inglaterra, llegando a su récord en la campaña anterior (86/87) con 40 goles en 57 partidos. Sin embargo en la Vecchia Signora el galés tuvo un paso decepcionante. En su primera y única campaña en Turín apenas hizo siete goles y no pudo hacer olvidar a un Platini al que venía a reemplazar. La directiva italiana viendo que Ian Rush no podía evocar a John Charles (estrella galesa de la Juve en los 50) no tuvo paciencia y lo envió de vuelta al Liverpool donde, paulatinamente, se rencontraría con el gol hasta convertirse en el máximo anotador de la historia del club de Anfield. Poco después de poner fin a su carrera explicó que el no saber italiano le perjudicó mucho en su experiencia en tierras piamontesas.
Álvaro Negredo en el Valencia
Tras ser el referente ofensivo de aquel Castilla de Mata, Javi García, Borja Valero o Granero, Negredo recaló en el Almería, equipo que le brindó su primera experiencia en Primera División, algo que el vallecano agradeció con buenas cifras goleadoras en sus dos temporadas en el equipo (13 goles en la 2007/08 y unos 19 en la 2008/09) que valieron para lograr la permanencia en ambos momentos. Tanl determinación de cara gol no pasó desapercibido para el resto del equipo y el Sevilla pujó fuerte para hacerse con sus servicios. En el conjunto hispalense fue apadrinado por dos ‘veteranos’ como Kanouté y Luis Fabiano escudándolos con once tantos hasta convertirse en el hombre gol del Sevilla como demuestran los 25 goles que cosechó en su cuarta y última campaña como blanquirrojo. En el apogeo de su carrera Pellegrini le llevó a Manchester para que peleara con Dzeko el puesto de ariete titular de los ‘citizens’, y pese a que en el conjunto inglés fue de más a menos, terminó su única campaña allí con unos meritorios 23 goles en todas las competiciones. Tras su corto periplo extranjero, Negredo fue una los baluartes en el que sustentar al nuevo Valencia de Peter Lim. Pero la inmensa ilusión que supuso su fichaje en tierras ches no fue correspondida y el ariete español apenas aportó seis goles en 34 partidos, unas paupérrimas cifras que en la presente campaña está mejorando (once goles en 29 encuentros) pese a contar con el veto de Nuno.
Bebeto en el Sevilla
Llevaba una vida en el fútbol brasileño cuando el Deportivo lo trajo a España en 1992, justo después cuando explotó su racha goleadora en el Vasco de Gama (18 tantos). En tierras gallegas siguió su dinámica ascendente y fue una de las grandes figuras del Super Depor conquistando una Copa del Rey y logrando un ‘pichichi’ algo que aliñó con su buen papel en la ‘canariha’ donde formó una dupla de ensueño con Romario que significó la conquista del mundial de Estados Unidos 94. Cuatro cursos y 86 goles después, un Bebeto de 32 años decidió que era hora de volver a Brasil y aceptó la oferta del Flamengo. En el ‘Fla’ estuvo en los últimos envites del Brasileirão de 1996 y aportó siete goles en quince partidos, es entonces cuando un Sevilla en crisis tras un mal arranque bajo las órdenes de Camacho, decide apostar en él para revertir la situación, recordando que unos meses antes había acabado la campaña con el Deportivo con unos nada desdeñables 25 goles. Así el 13 de noviembre de 1996, Bebeto llega a tierras andaluzas tras desembolsar el Sevilla cuatro millones de euros de sus maltrechas arcas, generando gran expectación que se fue disipando viendo las prestaciones del brasileño, pues en los cinco partidos que jugó no vio puerta ni una sola vez. Ante tal fiasco el club andaluz quiso recuperar lo invertido y un par de meses después lo vendió al Vitória de Bahía por lo que costó. Desde entonces el jugador brasileño no volvió a recuperar sus buenos registros goleadores de antaño y fue deambulando de equipo en equipo hasta su retirada en 2003.
Carlos Tévez en el West Ham United
Desde que se comenzó a despuntar en el Boca Juniors, allá por 2003, se esperaba la llegada a Europa de Carlitos Tevez. Sin embargo el delantero argentino, sujeto a los caprichos del fondo de inversión Media Sports Investment, acabó firmando por el Corinthians brasileño junto con su compatriota Mascherano. En tierras ‘brasileiras’ volvió a demostrar su olfato goleador y llevó al cuadro paulista a ‘campeonar’ en la liga, algo que ya sí le dio su pasaporte al Viejo Continente. Con todo, la puerta de entrada a Europa también sorprendió, pues no recaló en un gran equipo europeo, sino que lo hizo en el modesto West Ham United de la Premier League. Otra vez el fondo de inversión hacía de las suyas y allá que fueron Tévez y Mascherano con suerte dispar. Si ‘el Jefecito’ le dio otra dimensión al medio del campo ‘hammer’ (lo que le valió para fichar en el mercado invernal por el Liverpool), Tévez anduvo con la pólvora mojada casi toda la temporada, pues su primer gol no llegaría hasta la vigésimo novena jornada. Eso sí una vez que abrió la lata ya vinieron los goles, acabando la temporada con siete goles, una escueta cifra que bien sirvió para garantizar la permanencia del West Ham. Tras su campaña en Londres, Tévez recaló en el Manchester United y en su primera campaña recuperó el gol y alcanzó los diecinueve tantos, y a partir de entonces encadenó pasajes exitosos tanto en Old Trafford como en el Manchester City (73 goles en cuatro campañas) y en la Juventus (50 tantos en dos temporadas).
Luis Fabiano en el Oporto
Un caso evidente de dificultad en adaptarse al fútbol europeos. Con números astronómicos en el São Paulo, ‘O Fabuloso’ llegó a Portugal con la mancha en su expediente de fallida experiencia en el Rennes francés, mancha que fue rehabilitada con muchos goles en Brasil (19 y 29 tantos en el Brasileirão de 2002 y 2003 respectivamente). En su etapa más productiva, Luis Fabiano fue el elegido por el Oporto para invertir en él los millones que había amasado Pinto da Costa con la venta de Deco, Ricardo Carvalho y Paulo Ferreira, para que se convirtiera en el referente ofensivo del equipo y los ‘dragões’ sigan con su senda victoriosa. El de Campinas pasó desapercibido en el equipo que entrenaba entonces Víctor Fernandez y fue superado en prestaciones por Benny McCarthy, Derlei o Carlos Alberto, ya que su aportación fue de unos tristes tres goles en 27 partidos. Los seguidores portistas perdieron la paciencia y el club también por lo que al final de temporada lo vendieron, con lazo y todo, al Sevilla donde al fin ‘O Fabuloso’ explotó en Europa. Si bien es verdad que la primera campaña como sevillista fue bastante discreta con sólo siete goles en 37 partidos, el significado de uno de esos goles (abrir la lata en la final de la primera UEFA contra el Middlesbrough) le sirvió para tener otra oportunidad. Entonces Luis Fabiano aprovechó la segunda oportunidad y sus registros goleadores subieron como la espuma con quince goles en la campaña siguiente y 34 (24 en Liga que casi le llevan a ser Pichichi) en la 2007/08, entonces se confirmó en la referencia ofensiva del Sevilla y se abrió la puertas a la titularidad de la ‘canarinha’. Tras cinco campañas y media en el cuadro andaluz ‘Luis Fa’ volvió al São Paulo para seguir haciendo goles y ahora ultima sus días como futbolista en China.
Radamel Falcao en Inglaterra
El caso más misterioso de la lista. ¿Qué le pasa a Radamel Falcao en Inglaterra? El goleador que maravilló en el Oporto (72 goles en 87 partidos) y Atlético de Madrid (70 goles en 90 encuentros) y que cumplió decentemente en el Mónaco (13 tantos en 22 partidos) hasta que tras una grave lesión que le apartó de participar en el mundial de Brasil 2014, hizo que desapareciera su olfato goleador. Al recuperarse de su lesión, Falcao aterrizó en la Premier League donde sus números están siendo muy discretos: cuatro goles en 29 partidos en su campaña en el Manchester United, mientras que en el Chelsea de momento lleva un solitario tanto en once encuentros. De hecho, en Londres no contaban mucho con sus prestaciones de antemano, ya que se quedó fuera de la lista para disputar la Champions League. Aún así, el ariete cafetero tiene margen de maniobra y puede recuperar su olfato de gol sea en Inglaterra o en otro destino y hacer ver que estas dos campañas eran únicamente un pequeño respiro.
Jean-Pierre Papin en el Bayern de Múnich
JPP tiene el honor de ser el único jugador de un club francés que alzó el Balón de Oro (Kopa con el Stade de Reims, Giresse y Tiganá con el Girondins se quedaron a las puertas) tras sus buen hacer en el Olympique de Marsella donde consiguió la categoría de ídolo. El futbolista de Paso de Calais empezó a despuntar en el Brujas belga con 21 tantos ligueros que casi llevan al club flamenco a destronar al Anderlecht. Rápidamente fue repatriado por el Olympique de Marsella donde se convertiría en una máquina de hacer goles. En las seis temporadas en el club marsellés logró cinco veces ser máximo goleador de la Ligue 1 y en las últimas cuatro temporadas superó la barrera de los treinta goles que le llevó a ganar cuatro títulos ligueros consecutivos y un subcampeonato de la Copa de Europa. En 1994 firma por el Bayern de Múnich, tras dos campañas con cifras un poco más discretas en el Milan (63 partidos, 31 goles), que le había fichado como sustituto de Van Basten, pero que acabó siendo suplente por detrás de Daniele Massaro (aunque su estancia en el Milan le sirvió para ganar la Copa de Europa). En el conjunto de Baviera empeoraría de largo su rendimiento en tierras italianas hasta acabar con una hoja de servicios tan pobre impropia de un Balón de Oro como él. Tanto es así que sólo logró tres goles en cada una de las dos campañas que vistió la elástica del Bayern. Para demostrar que esa mala racha era un espejismo o una pesadilla pasajera, Papin volvió a Francia, donde en las filas del Girondins de Burdeos, donde recuperó el gol con dos aceptables campañas de diecisiete y catorce goles, para así restablecer su honra antes de colgar las botas.
Agne Simonsson en el Real Madrid
En el mundial de Suecia 58, obviando a Pelé y Fontaine, una figura también sobresalió en la competición, la de Agne Simonsson. El por entonces joven ariete ‘rubianco’ (23 años) le quitó el puesto de referente ofensivo (y por consiguiente, el dorsal ‘9’) a jugadores de la talla de Hamrim, Liedholm o Gren en la selección sueca y fue una de las revelaciones de aquella Copa del Mundo al anotar cuatro goles que ayudaron a Suecia a alcanzar una vibrante final que se decantó para la selección brasileña. Tras la cita mundialista, Simonsson siguió convirtiéndose en un asesino del área en las filas del Örgryte y en la selección sueca tanto como para premiarle con el Guldbollen (premio al mejor futbolista sueco del año) de 1959. Así un año después de ese galardón el Real Madrid se hacía con sus servicios con la idea de rejuvenecer a una delantera muy veterana (Rial, Puskas y Di Stefano pasaban ya la treintena). Sin embargo el ariete escandinavo no anduvo a la altura y esas viejas glorias estuvieron por encima de él, incluso un jugador más inexperto como él, el brasileño Canario (19 años por entonces) hizo mejores números. En su defensa cabe decir, que Miguel Muñoz no le dio demasiadas oportunidades, por lo que es normal que en tan sólo tres partidos disputados sólo haya anotado un gol. Por esos motivos Simonsson salió la temporada siguiente cedido a la Real Sociedad donde mejoró sus registros goleadores (ocho goles en 22 encuentros) pero no lo suficiente para ayudar al equipo vasco a eludir el descenso a Segunda División. Tras su aventura española volvió al Örgryte donde volvió a deleitar a su afición con sus goles.
Mario Gómez en la Fiorentina
El ariete de ascendencia granadina se dio a conocer al mundo en el Stuttgart cuando, tras buenas actuaciones con el filial, llegó al equipo de Suabia donde en su primera campaña hizo seis tantos en 30 partidos en la Bundesliga, cifra que fue mejorando progresivamente hasta que en la temporada 2008/09 logró superar la marca de los veinte goles ligueros, algo que llamó la atención del Bayern de Múnich que en la campaña posterior se hizo con sus servicios. En el club bávaro estuvo cuatro campañas y logró la nada desdeñable marca de 113 goles en 174 encuentros, llegando a sus máximos en las campañas 2010/11 cuando logró ser máximo goleador de la Bundesliga con 28 tantos, y la 2011/12 cuando logró su mejor marca, 41 tantos en 52 partidos (entre todas las competiciones). Así en 2013 pese a que ‘apenas’ había logrado 19 tantos, la Fiorentina tuvo a bien ficharle por quince millones de euros para que llevara a lo más alto al conjunto toscano. Sin embargo su adaptación a Italia dejó mucho que desear. Sólo cuatro ‘chicharros’ en su temporada de debut en la Serie A, una caída radical de su producción goleadora (debido a una lesión en la rodilla) que lo dejaría fuera del mundial de Brasil 2014, aquel en la que su selección se consagraría como campeona del mundo. La temporada pasada mejoró sus números en la escuadra ‘viola’ con diez tantos en 32 partidos pero aún así no convencieron a la directiva florentina que decidió cederle esta campaña en Turquía donde en las filas del Besiktas está recuperando su forma a marchas forzadas (18 tantos ligueros y otros dos en la Europa League).
Hakan Sükür fuera de Turquía
Y nos quedamos en Turquía para terminar con uno de los grandes goleadores que ha dado el país euroasiático, Hakan Sükür. El conocido como ‘El toro del Bósforo’ se convirtió en un goleador de ‘tomo y lomo’ nada más llegar al Galatasaray procedente del Bursaspor. Tras tres campañas en el club de Estambul (71 goles en 135 encuentros), Hakan decidió probar fortuna en el pujante fútbol italiano, y firmó por el Torino que le vio como el complemento perfecto de Ruggiero Rizzitelli. Sin embargo el turco fue un fiasco pues en la capital piamontesa sólo pudo aportar un único gol en cinco partidos y sin poder adaptarse ‘il Toro’, que en esa campaña daría con sus huesos en la Serie B, decidió devolverlo en enero al Galatasaray. De vuelta a Turquía siguió mejorando sus registros anotadores llegando su pico en la campaña 96/97 donde alcanzó 46 tantos en 39 partidos y llevando a los ‘Aslanlar’ a conquistar la Copa de la UEFA del 2000. Esos éxitos le llevó a ser pretendido por varios equipos, y Hakan Sükür hombre de ideas fijas, volvió a elegir el ‘Calcio’ y firmó por el Inter de Milán. En la squadra neroazzurra su olfato de gol brilló por su ausencia pese a que esta vez tuvo muchas oportunidades de mostrarlo acabando así con tan solo seis goles en 34 partidos. La campaña posterior fue obviado por el nuevo técnico, Héctor Cúper, y se marchó al Parma en busca de minutos, unos minutos que llegaron pero que apenas fueron acompañados por tantos (3 goles en 16 partidos). Tras ver que Italia no era su ‘tierra de oportunidades’, Hakan probó con la Premier League, lugar donde paisanos suyos como Tugay o Izzet habían triunfado. Así fichó por el Blackburn Rovers (donde coincidiría con Tugay) como complemento de la vieja guardia ‘red devil’ Andy Cole-Dwight Yorke que les cerrarían las puertas y le relegarían a un papel testimonial pudiendo sólo disputar nueve partidos y marcar únicamente dos tantos. Hastiado de su mala fortuna en el extranjero, ‘el toro del Bósforo’ volvió al Galatasaray donde recuperó el gol ipso facto, tanto es así que incluso en su temporada de retirada dejó la aceptable cifra de 14 goles a sus 37 años.