Posiblemente la temporada 2015/2016 sea una de esas que los aficionados chés preferirán guardar en el rincón del olvido. Eliminados primeros de Champions y posteriormente de Europa League, lo único reseñable de este curso es haber llegado hasta semifinales de Copa, de donde fue apeado por la apisonadora del FC Barcelona (hasta ocho goles le marcó en toda la eliminatoria).
Esta mala situación se ha traducido también en el banquillo pues el Valencia va por su segundo entrenador esta temporada. Primero fue Nuno el encargado de dirigir a la plantilla hasta la jornada 13, donde una derrota frente al Sevilla le llevó a dimitir de su cargo. Decisión acertada por su parte pues ni los resultados ni la grada le acompañaban. En cuanto a resultados, el portugués había conseguido cuatro derrotas, cuatro empates y cinco victorias, es decir, diecinueve puntos.
En cuanto a la grada, la afición de Mestalla, como todas, es exigente. A Nuno le gritaban el “vete ya” y ahora a Gary Neville, su sustituto, también se lo entonan. Fue controvertida desde primera hora la decisión de dejar el equipo en manos del inglés, pues, a pesar ser ayudante del seleccionador Roy Hodgson en la selección inglesa, Neville no tenía experiencia al frente de un equipo y su único aval era su amistad con Peter Lim, dueño del equipo ché.
¿Y por qué sigue la afición valencianista pidiendo que su entrenador se vaya? Fácil, porque el equipo no ha mejorado con el cambio y las sensaciones que transmite son preocupantes. Solo un dato: los números de Neville con el Valencia son de ocho derrotas, cinco empates y tres victorias, es decir, 14 puntos, lo que supone unos resultados peores a los de Nuno. Pero además, esa mala cosecha lleva al conjunto ché a estar ahora mismo en decimocuarta posición (con 34 puntos).
Ni que decir tiene que el Valencia es un equipo que siempre aspira a lo máximo. Ha ganado varias Ligas, Copas del Resy y han sido destacadas sus actuaciones en competición europea, por lo que su actual situación en Liga es para que la afición esté cabreada, y mucho. Además, con el descenso a solo seis puntos.
Esto no quiere decir que la situación sea insalvable. El Valencia tiene una buena plantilla. De hecho, la más joven de toda la Liga. En ella destacan jugadores como Alcácer, Parejo, Santi Mina, Siquiera, Gayá, Javi Fuego o Rodrigo, entre otros. Sin embargo, el calendario hasta final de temporada no es nada apetecible: Las Palmas, Sevilla, Barcelona, Eibar, Getafe, Villarreal, Real Madrid y Real Sociedad. Como ven, visitas a los grandes y enfrentamientos con rivales directos en un momento de la temporada en el que nadie regala nada, por lo que todos esos cruces serán finales para un Valencia que tiene muy poco tiempo para encontrar soluciones a sus problemas.
Y para terminar, contestemos a la siguiente pregunta: ¿Debería irse Neville? Los que apuestan por el sí deben saber que el técnico ya ha dicho que no. De hecho, ha pospuesto su compromiso con la selección inglesa (a la que debía acudir en el parón liguero) y se quedará en Valencia entrenando hasta el próximo jueves, un gesto con el que pretende demostrar su compromiso con el club. “Lo último que quiero que nadie piense cuando me vaya es que no he estado comprometido”, decía el inglés al respecto.
Por el contrario, los pocos que aún le puedan apoyar deberán pensar que el equipo ya prescindió de un entrenador (Nuno dimitió pero era cuestión de horas que le destituyeran) y eso no ha ayudado a mejorar su situación. Y es que este Valencia necesita que termine ya la temporada. Necesita que Peter Lim se centre en lo verdaderamente importante: está genial construir una plantilla joven y competitiva, pero ésta debe ser comandada por alguien con experiencia, por alguien que imprima una unión a ese equipo, por alguien que sepa sacar lo mejor de jugadores que este año están irreconocibles (caso Negredo), por alguien que vuelva a poner a los chés en el sitio que merecen, por alguien que no sea un recomendado o un amigo porque visto lo visto, no ha valido, en definitiva, por alguien que haga que este Valencia deje de estar de capa caída.