Hace un par de semanas saltaban dos noticias similares en el ámbito del fútbol femenino. Pilar García del Rayo Vallecano y Ana Troyano del Atlético de Madrid abandonaban sus equipos por motivos de estudios. La rayista se marchó a Londres con el objetivo de muchos jóvenes españoles, aprender inglés, mientras que la atlética deja la disciplina colchonera para centrarse en sus estudios de medicina. Esta situación sería impensable que se diera en el fútbol masculino ya que las diferencias salariales son tan abismales que ningún profesional priorizaría sus estudios por la holgura económica que poseen.
Haciendo un promedio, las futbolistas de nuestra Primera División reciben un salario parecido al de un futbolista masculino de Segunda B o Tercera División, es decir una profesional es valorada como un semiprofesional. No hace falta realizar una comparación entre los astros del fútbol masculino y el femenino donde el sueldo anual de Cristiano Ronaldo (21 millones de euros al año) deja en pañales a la Balón de Oro y cinco veces FIFA World Player, la brasileña Marta Vieira (30 mil euros anuales). Sólo con ceñirse en casos más mundanos la desigualdad ya es evidente.
Como bien dijo la joven Mireya García en una entrevista que se publicó en La Paradinha hace un mes, del «fútbol femenino no te puedes fiar» y muchas de las profesionales hacen hincapié en sus estudios para garantizarse una forma de ganarse la vida por si el fútbol no le da el espaldarazo necesario. Por contra un futbolista masculino de nivel medio-alto llega a ganar tanto dinero que no sabe que hacer con él, tanto es así que puede derrocharlo de manera alarmante. Es el caso de Keith Gillespie, el que fuera un jugador destacado en el Newcastle y el Blackburn Rovers, reconoció hace unos meses que tenía tanto dinero que se enganchó a las apuestas y que esa adicción le ha llevado casi a la bancarrota.
El ejemplo del futbolista norirlandés supone una verdadera injusticia para las profesionales que ejercen el mismo trabajo, ya sea con mayor o menor éxito, y que se ven abocadas a ser infravaloradas por los dictados del marketing que señala que su fútbol es menos ‘interesante’ que el masculino. Muy poco a poco se está peleando para que ese enfoque del mercado cambie y canales como Gol Televisión o Eurosport ya retransmiten tímidamente encuentros de fútbol femenino. Pero no es suficiente. Habrá que seguir luchando para que esas desigualdades dejen de ser obviedades.
2 Comments
Me ha gustado mucho tu artículo y estoy totalmente de acuerdo con lo que dices.
Lamentablemente en los deportes mayoritariamente masculinos la práctica de los mismos por las mujeres nunca van a tener la misma equivalencia. Igualmente la visualización en los medios tampoco. Enhorabuena entonces por hacerlo visible con ésta reflexión.