Uno de los últimos fenómenos que está experimentando el fútbol actual tiene que ver con las grandes fortunas provenientes de Europa del Este. Algunos multimillonarios como el ruso Roman Abramovich optaron por invertir en una liga extranjera en busca de la gloria. Otros, en cambio, prefirieron quedarse en casa y transformar el equipo de su corazón en una máquina potente capaz de competir por títulos internacionales. Este es el caso de Rinat Akhmetov, que gracias a una fortuna estimada en más de cinco mil millones de euros adquirió en 1996 el Shakhtar Donetsk, un club de escaso bagaje deportivo que desde entonces ha sido siempre campeón o subcampeón de la liga ucraniana, aparte de hacerse con la última edición de la Copa de la UEFA.
Su formula de alcanzar el éxito radica en la contratación de talentos emergentes del fútbol brasileño, retener a los mejores jugadores del país a base de elevados salarios y la construcción de un nuevo estadio que cumpliese los patrones de exigencia de la categoría Élite de la UEFA. Tanto es así que ese nuevo estadio, el Donbass Arena, es el primer recinto de la antigua Unión Soviética en ostentar esta clasificación, siendo considerado el mayor activo del club de la cuenca del Don.
La construcción del Donbass Arena no fue un mero proyecto de contar con unas instalaciones de mayor capacidad, sino una declaración de intenciones del Shakhtar para lograr reconocimiento a nivel internacional. Así este diamante en bruto se podría equiparar a escenarios como el Old Trafford o el Santiago Bernabéu, en referencia a los múltiples servicios que se ofrecen. De hecho en los días que no hay partidos, este estadio alberga desde conferencias de prensa, convenciones corporativas o espectáculos musicales hasta ferias de muestras, bodas y fiestas infantiles.
El fútbol dejó de ser la única excusa para ir al Donbass Arena. Ir a una función de teatro para niños, asistir a una reunión de negocios o simplemente comer con los amigos son algunos de los servicios que ofrece este estadio, que además cuenta con cinco restaurantes de lujo y más de treinta ‘fast-food’ para satisfacer las necesidades de los espectadores en los días de partido. Esa es la principal característica de este recinto, el estar diseñado para mejorar la experiencia de ir a un partido de fútbol en pleno centro de Donetsk.
A imagen y semejanza de otros conjuntos europeos, el club ucraniano pone la guinda al poner a disposición de los visitantes un ‘tour’ por el estadio, que permite conocer todos sus rincones, incluyendo el vestuario de los jugadores, así como el Shakhtar Musem (inaugurado en julio del 2010) y la tienda oficial.
Inspiración francesa
El origen del Donbass Arena no está en Donetsk, sino en París, donde Rinat Akhmetov quedó tan impresionado con el Stade de France de Saint-Denis tras asistir a un partido que le inspiró construir uno nuevo para su club. Su idea se centraba en trasladar para el este de Ucrania las comodidades que había disfrutado viendo fútbol en Francia: accesos fáciles y cómodos, buena visión del terreno de juego en cualquier lugar, coberturas que protegen a los seguidores de la lluvia y el frío, y numerosos servicios y atenciones.
De esta manera el Donbass Arena fue adquiriendo forma hasta que, 150 millones de euros y varios años después, abrió sus puertas en agosto del 2009, con Beyoncé como maestra de ceremonias. Sin embargo, el primer partido oficial no llegaría hasta el 27 de septiembre de ese mismo año, en un encuentro de la octava jornada de la Premier League ucrania donde el Shakhtar se impuso por 4-0 al Obolon de Kiev.
Diseñado por Arup Sports, compañía que proyectó el City of Manchester (renombrado hoy día como Etihad Stadium), Allianz Arena y el Estadio Nacional de Pekín, el Donbass se revela como una obra de ingeniería excepcional, destacando su techo retráctil que hace que el estadio se asemeje a un platillo volante. Además su forma ovalada y su fachada acristalada garantizan una visión inolvidable, y de noche, la iluminación exterior hace que el estadio brille como si de un diamante se tratase. Un diamante, el de Donestk, que fue testigo de como España superó a Portugal en el camino hacia su tercera Eurocopa.