Es cierto que hacer un análisis sobre una selección es hoy en día tarea complicada, lejos dista la actividad de la de un club donde la competencia es permanente. Igualmente, y tras los amistosos frente a Bolivia y México, la Argentina de Gerardo Martino sigue por la misma senda de buenos resultados y magras actuaciones colectivas e individuales, con algunas excepciones en cuentagotas. Once victorias en dieciséis partidos jugados no reflejan un presente bastante gris, que parecía de color antes de la Copa América de Chile y ahora vuelve al camino de la duda, más allá de que claramente estos amistosos sueltos por el año no son lo mismo que las competiciones de peso, como la eliminatoria venidera.
El equipo albiceleste sigue mostrando las mismas debilidades y virtudes de hace tiempo. Las actuaciones solistas como las de Messi y Agüero o el espontáneo Ángel Correa contra México contrastan con un rendimiento intermitente en lo grupal. La defensa y el tan mentado recambio continúan siendo los puntos flojos. El sistema siempre ofensivo sigue dando paso a la floja tarea atrás, un punto que la selección no consigue mejorar desde hace buen tiempo, a pesar de la jerarquía de sus integrantes. Se notó en la Copa de Chile y sobre todo en el angustioso 2-2 contra los mexicanos, donde si bien dominó el trámite fue castigado con mucha facilidad por el rival y desnudó sus errores. Y los recambios, más allá de algunos debuts y la gran presentación de Ángel Correa, el más prometedor de cara a lo que viene, aún está por verse; son sólo nuevos apellidos, también prometedores, como Milton Casco, Ramiro Funes Mori, Emanuel Más o Matías Kranevitter que deberán refrendarse a futuro. El resto de los históricos muestra la misma cara llena de altibajos: Mascherano, Banega, Messi (aunque es poco comparado con sus proezas en el Barcelona), Agüero por el lado positivo, Gago, Rojo u Otamendi por el negativo. Carlos Tévez, el “jugador del pueblo” como es aclamado en Argentina, no ha tenido ni tiempo ni espacio suficiente para demostrar el peso de su presencia como lo hace cada fin de semana en Boca Juniors, y más allá de su fuerza todavía se lo sigue esperando.
El entrenador Gerardo Martino, muy convencido de sus ideas, sigue exhibiendo contradicciones con las convocatorias, como llamar futbolistas para que luego casi no los veamos o ponerlos poco tiempo y en posiciones que no les son favorables, como ocurrió en la Copa América. A pesar de todo, Argentina cosecha buenos números, varios goles, el récord de Agüero (ya segundo goleador histórico) y lidera ese ránking FIFA más matemático que otra cosa. Pero poco relevante ha sido hasta aquí el camino de la era Martino, con muchos triunfos pero la mayoría contra rivales accesibles o que no estaban en condiciones, como lo fue Bolivia. También, y esto quizá tan importante como todo lo otro, es hora de que la selección número uno del mundo tenga un calendario de mucha más jerarquía y no que sólo se rija por el dinero a cobrar; se necesitan equipos de peso para saber en qué punto se está parado, si bien es cierto que en esta época de tanta eliminatoria mundialista y continental es difícil encontrar por ejemplo un Francia, Alemania o aunque sea un México o un Estados Unidos. Igualmente debe haber un poco de seriedad en el tema para que no ocurra ‘la novela’ previa al partido con los bolivianos, más allá de que los contratiempos fueron ajenos.
Del resto de Sudamérica, el campeón, Chile, confirmó su gran momento con su 3-2 a Paraguay, Brasil repuntó con dos victorias importantes de visitante ante Costa Rica 1-0 y Estados Unidos 4-1, Ecuador sigue su ascenso con su 3-0 a Honduras, Colombia y Perú igualaron a uno mostrando sus virtudes y Uruguay sigue con su irregularidad tras vencer a Panamá 1-0 para luego perder con Costa Rica (quien ya lo derrotara en el Mundial de Brasil 2014) por el mismo resultado. Venezuela, con una caída ante los hondureños 0-3 y un 1-1 con los panameños, no refrendó su buen nivel de estos años. Y Bolivia está tratando de armar una selección tras varios escándalos internos y justo chocó con Argentina en su máxima expresión perdiendo 0-7.
Sí, en Argentina se siguen ajustando detalles, se continúa probando, no es el momento más duro de competencia y hay varias luces de esperanza, pero también puntos oscuros aún no aclarados que se pueden mejorar pero que aún preocupan de cara a la fuerte eliminatoria que se avecina a partir de octubre, con Ecuador y Paraguay como primeros, y con dos huesos duro de roer como Brasil y Colombia en el horizonte cercano. Habrá que rendir un poco más que esta medianía de 2015 para mostrar el verdadero potencial, que en teoría es inmenso. Por el momento, la irregular actuación en estos últimos partidos demuestra que Argentina sigue con más de lo mismo. Y, sobre todo, sin entusiasmar a su fervoroso público.