Asier Garitano ya forma parte de la historia del Leganés puesto que es el primer técnico que consigue llevar al club a la división de oro. Con esta ya son cinco las temporadas que lleva al frente del conjunto pepinero, una hazaña que en equipos modestos no está al alcance de todos, pero la confianza del club en él es total. Tanto es así, que en su primer año en el banquillo consiguió el ascenso a Segunda y en 2015 a Primera.
Durante el transcurso de su etapa al mando del banquillo pepinero, Garitano se ha sabido enfrentar a un gran desmantelamiento en los dos últimos años y gracias a una buena estrategia defensiva logró la salvación por los pelos el pasado mes de junio.
Seguramente este vasco de 47 años ha agradecido infinitamente la llamada del Athletic cuando tenía diez años. Por aquel entonces su gran afición era la pelota vasca, por delante del fútbol, y por ello cuando le propusieron formar parte de su equipo de alevines puso la condición de que le dejasen compatibilizarlo con su gran pasión.
Su puesto en el campo era de delantero centro, uno pequeño, rápido, astuto, de los que esperan el momento perfecto para robar la cartera al defensa, y, a pesar de erigirse como pieza clave tras debutar con solo 20 años, no fue premiado con una subida al primer equipo en los siguientes tres años.
Del filial del conjunto bilbaíno pasó un año en el Eibar que en ese momento militaba en Segunda División. Esa campaña fue un tanto decepcionante en cuestión de números ya que solo sumó cuatro goles en 20 partidos.
Su siguiente destino fue el Cartagena, ya en Segunda B, donde se ganó el cariño de sus seguidores y él lo devolvió en forma de goles. Pero para disgusto del club, el Cádiz se lo arrebató. Después regresó a Eibar y vistió de corto también en el Burgos o el Alicante. En este último club comenzó su andadura como segundo entrenador desde 2003 hasta 2008 y coincidiendo con Bordalás como primero. Después de eso probó suerte como líder en el Alicante, Castellón, Orihuela y Alcoyano hasta que en 2013 cogió las riendas del Leganés.
Fue precisamente en esa primera temporada en la que ascendió a Segunda para sorpresa de muchos. Dos años después, con una plantilla en teoría planificada para la permanencia, dio la campanada y subió a Primera de forma directa. Según el propio Asier, la clave era que no había a priori ningún conjunto que sobresaliera por encima del resto, como en el caso del Betis la temporada anterior, y todos tenían más posibilidades.
En 2016, dio otro paso más en su carrera y se convirtió en el técnico con más partidos en el banquillo algo que se unió al honor de llevar dos años consecutivos ganando el Trofeo Miguel Muñoz, el cual se otorga al mejor entrenador de Primera y Segunda.
Ese año, el gran talón de Aquiles de su Leganés fue la falta de puntería, de hecho, necesitaban una media de diez disparos para lograr un gol, una cifra muy elevada contra equipos bien plantados en el campo. Este curso tanto Amrabat como Beauvue intentarán solucionar esa falla.
Con los pies en el suelo
Sólo con escucharle dos o tres veces te das cuenta de que Garitano es un técnico con los pies en el suelo, que sabe cuáles son sus objetivos y que es consciente de que la diferencia con otros equipos es abismal. Además, siempre tiene palabras positivas hacia los rivales y hacia sus compañeros de profesión en La Liga.
Confía en el trabajo ya que es la única manera de cosechar buenos resultados pero también deja participar a la suerte. Lo más importante es no fijarse en lo que hacen los demás, en no mirar hacia los lados sino centrarse en lo que hacen y lo que pueden mejorar. Esta es la gran consigna que inculca día a día a sus pupilos.
Asimismo, Garitano quien tiene como referentes a Mendilíbar, Unai Emery o Javi Gracia ya que todos ellos han tenido que forjar su nombre en un banquillo sin haber triunfado como futbolistas, puede presumir de la gran afición del ‘Lega’, la cual va aumentando cada año y que les da calor cuando las cartas vienen mal dadas. De hecho, Butarque tiene el mejor porcentaje de ocupación de toda la División, entre un 88 y un 100% en todos los partidos y tienen tantos socios como permite el estadio.
A Asier la fama no le ha cambiado, ha optado por vivir en el centro de Leganés, sigue llevando a su hijo a entrenar y siempre tiene un momento para hablar con cualquier aficionado que le para. Esa modestia y esa humildad es la que ha llevado al equipo a estar donde está y ha creado un lazo que esperan que no se rompa nunca.