Después de una derrota por uno a cero en Old Trafford el pasado sábado, el Aston Villa consumó de manera matemática su descenso a la Championship. Los ‘villanos’, que llevaban varios años jugando con fuego, finalmente vieron cumplidos sus peores presagios y la próxima temporada jugarán en el segundo escalón del fútbol inglés.
Ya en la Guía de la Champions de esta temporada, pude escribir un reportaje sobre el hito histórico del Aston Villa de lograr seguidamente una liga y una Copa de Europa que fue ‘flor de un sólo día’ pues tras ese paréntesis triunfal volvió a ser lo que era un equipo histórico (seis ligas y seis copas antes de la Segunda Guerra Mundial) con buenas rachas (de clasificarse dos o tres años consecutivos a Europa) pero que generalmente deambulaba por la mitad del tabla no exento de pasar apuros.
De hecho el conjunto de Birmingham tardó sólo cinco años de pasar de la gloria europea a verse en el ‘infierno’ en sólo cinco años. Pues esta no es la primera vez que el Aston Villa visita las divisiones inferiores, pues incluso estuvo en lo que antiguamente se llamaba Third Division (hoy la League Two).
Tras la temporada histórica de la 81-82, donde bajo el mando del interino Tony Barton logra ser campeón de Europa, ha vivido dos descensos, uno en 1987, donde volvió tras un añito fuera de la élite, y otro el pasado sábado, poniendo fin a una racha de 28 años en la élite inglesa.
En los años 90 y principios del siglo XXI se vivieron momentos felices con varias clasificaciones para Europa y dos subcampeonatos ligueros, con el único susto del 2006, donde acabaron en un mal décimo sexto puesto, pero fue llegar el cambio de década en 2010 y el Aston Villa se volvió un equipo con la soga al cuello siempre y que sufría para permanecer en la Premier League. En la 2011/12 con Alex McLeish en el banquillo el conjunto ‘villano’ se dejó ir en las últimas jornadas y si bien nunca peligró su permanencia terminó la temporada en un décimo sexto puesto a sólo dos puntos del Bolton Wanderers, equipo que marcó el descenso. La campaña siguiente cogió el banquillo otro escocés, Paul Lambert, y en vez de enderezar el rumbo, hizo que el equipo se instalase en la mediocridad completando las tres temporadas siguientes con el Villa tanteando en buena parte de la campaña la zona de peligro, especialmente la 2014/15, cuando el propio Lambert fue destituido a mitad de curso (con el equipo en zona de descenso, obviamente) y le sustituyó Tim Sherwood, que salvó al equipo in extremis (la derrota del Hull en White Hart Lane en la penúltima jornada alivió las emergencias en Birmingham).
Esas tres aciagas campañas acabaron simplemente susto gracias a un jugador providencial en las filas villanas, el belga Christian Benteke, que con sus goles (máximo goleador del equipo en esas tres temporadas) dio puntos vitales para lograr la permanencia. Pero esta campaña, sin su principal baluarte (vendido como todos recuerdan al Liverpool), junto a otras marchas importantes como Delph, Vlaar o Cleverley, el Aston Villa se vio perdido… Perdido con fichajes ilusionantes que no cumplían expectativas como Lescott, Gueye o Jordan Ayew, perdido con una afición que hastiada le daba la espaldas, perdido con entrenadores como Sherwood o Garde que no sabían dar con la tecla, perdido con el pasotismo de jugadores como Agbonlahor, perdido por caer ante un equipo de League Two como el Wycombe Wanderers, perdido por declaraciones desacertadas de Lescott o Bacuna, perdido por el 0-6 en Villa Park ante el Liverpool… Tan perdido se ha encontrado el Villa que a falta de cuatro jornadas ha descendido con un paupérrimo bagaje con apenas dieciséis puntos y tres victorias.
Y así con un cúmulo de cosas y un periplo iniciado hace bastante tiempo el Aston Villa ha firmado la crónica de una muerte anunciada, una muerte que parece que David Moyes se ha postulado para que no sea efectiva y devolver al club de Birmingham a una gloria hace mucho tiempo perdida.