El Torino es uno de los equipos con más infortunio de la historia futbolística pero siempre ha sabido rehacerse y sacudirse el infortunio y tras su refundación en 2005, ahora mismo compite en la élite del fútbol italiano donde se encuentra instalado en la zona templada de la clasificación. Muchos de los aficionados del conjunto granate creían que la tragedia de Superga, accidente aéreo que le costó la vida a toda la plantilla del conjunto turinés cuando vivía su momento más dulce, cubriría el cupo de desgracias, pero se equivocaron.
Cuando en ‘il Toro’ se apostaba de la superación de la tragedia y se preveía el resurgimiento de un nuevo Torino campeón, la catástrofe volvió a cernirse sobre el conjunto turinés. Corría el año 1967 y el otro equipo de la ciudad, la Juventus, puja por llevarse a la estrella del cuadro granate, Gigi Meroni, considerado como el George Best italiano tanto por su juego como por sus extravagancias. La ‘vecchia signora’ ofrece el equivalente a 65 millones de pesetas (390.000 euros), suculenta cantidad que sería aceptada. Al día siguiente cientos de ‘tifosi’ se manifestaron en la ciudad para protestar por la venta de su buque insignia al ‘eterno rival’, horas después se rompe el acuerdo con la ‘Juve’.
Así, con la retención de su estrella, el Torino era el máximo candidato para ganar el Scudetto de la temporada 1967/68 pero un mes más tarde de iniciarse el campeonato, tras un encuentro contra la Sampdoria, Attilio Romero un joven ‘tifoso’ de 19 años que había vibrado con la victoria de su equipo, atropella con su Fiat 124 Coupé a Meroni que muere minutos después en su traslado al hospital.
Otra vez la tragedia prendió las vestiduras del Torino pero éste volvió a reponerse y revivió momentos de grandeza como la liga ganada en 1976 gracias a los ‘gemelos del gol’ Pulici y Graziani o como también el subcampeonato de la UEFA de 1992 cuando el ‘Toro’ era comandado por Martín Vázquez. Quien no supo recuperarse fue Attilio Romero que cayó en una profunda depresión tras haber provocado la muerte de su ídolo, tanto es así que cuando el empresario local Francesco Cimminelli compró el club granate en 1999, le ofreció la presidencia para su consuelo.
Attilio Romero quiso resarcir su error y se empeñó en devolver al ‘Toro’ a sus tiempos de gloria e hizo lo que habría hecho cualquier aficionado en su puesto para lograrlo. Gastó lo que no tenía para devolverlo a la Serie A y una vez conseguido, gastó de nuevo fortunas merced a avales bancarios para el siguiente salto de calidad pero en vez de eso lo llevó a la ruina.
En 2003, el Torino desciende a la Serie B y dos temporadas más tarde queda tercero y consigue el retorno a la máxima categoría del ‘calcio’ pero las deudas del club llevan a este a su desaparición y a su posterior refundación unos días más tardes. El artífice del batacazo, Romero, será acusado por los tribunales de Turín por los delitos de bancarrota, fraude a la federación italiana y malversación de fondos, algo por lo que sería condenado a dos años y medio de prisión, poniendo fin a su relación con la escuadra granate. Era el desenlace de una historia llena de fatalidades.