Está claro que a la hora de elegir un equipo revelación en Alemania a principios de esta temporada, nadie habría apostado por el Ausburgo. Y es que más allá del inexplicable mal momento del Borussia Dortmund, y más allá del sorprendente Wolfsburgo, segundo en la clasificación y capaz de ganarle 4-1 al todopoderoso Bayern de Múnich, encontramos a la gran sorpresa de esta temporada. Un pequeño club que, pese a ser fundado en 1907, no tiene mucha historia detrás. Nunca ha ganado un título, y su mejor posición fue un octavo puesto precisamente la campaña pasada. Y es que, en sus más de 100 años de historia, el Augsburgo solo ha disputado tres en la máxima categoría del fútbol alemán. Y los tres de manera consecutiva.
El inicio de todo esto tiene nombre propio: Walter Seinsch. Un empresario que cogió a un club cuyas deudas le impedían jugar en cuarta división. Gracias a un ambicioso proyecto deportivo (que incluyó la construcción de un nuevo estadio, el Impuls Arena), este modesto equipo llegó a la segunda división alemana. Tras varios años sin rumbo por la categoría de plata, en la temporada 2009/2010 llegaron a semifinales de la DFB Pokal, y quedaron terceros en la Bundesliga 2, pero no lograron el ascenso al perder en la promoción contra el Núremberg. Aún así, el esfuerzo y el trabajo dio sus frutos, y al año siguiente lograron el tan ansiado ascenso en una campaña que pasará a la historia del club.
Sin embargo, las cosas quedaron claras desde un principio. El Augsburgo era un club que venía a luchar por la permanencia. Un club vendedor, sin grandes nombres en su plantilla, y que en sus dos primeros años al máximo nivel del fútbol alemán, quedó décimo cuarto y décimo quinto en una liga de dieciocho equipos. Destacable su primera campaña, donde se salvó gracias a un último tramo de temporada espectacular, perdiendo solo cuatro de los últimos diecisiete partidos. El año pasado supuso un salto hacia adelante, y el modesto equipo de Baviera logró un octavo puesto, quedándose a las puertas de jugar en Europa por primera vez en su historia. Esta temporada, los hombres dirigidos por Markus Weinzierl están dispuestos a hacer historia, y de momento lo están consiguiendo, ocupando una sexta plaza que les permitiría disputa la Europa League.
Pese a la continua marcha de sus referentes (muchas veces a clubes no mucho mejores), el Augsburgo ha sabido moverse bien por el mercado de fichajes, reforzándose siempre en las posiciones que necesita. Este año han llegado Feulner (un medio centro alemán con gran manejo de balón, veteranía y buena colocación), Shawn Parker (delantero con un futuro prometedor) y una de las estrellas del equipo, Matavz, otro delantero, un nueve de área puro, que se maneja bien con ambos pies, alto, rápido y con un gran primer toque.
Además, en el mercado de invierno llegaron Dong-Won (jugador surcoreano que ya deslumbró el año pasado en el propio Augsburgo, lo que llevó al Borussia Dortmund a ficharle, pero, tras apenas disputar minutos, devolverle) y Højbjerg, posiblemente el jugador con más calidad del equipo. Se trata de un medio centro danés de 20 años cedido por el Bayern, y al que Guardiola ha tratado de convertir en el nuevo Busquets. Su físico y su personalidad asombran. Un futbolista capaz de presionar y robar el balón con suma facilidad, de dar salida al juego desde la medular e incluso de ser referencia goleadora en sus potentes incorporaciones al ataque.
A estos se le suman jugadores interesantes que ya estaban en el equipo, como los mundialistas Verhaegh (capitán del equipo) y Hong, el poderoso central Callsen-Bracker, los habilidosos extremos Werner y Esswein, el media punta Morávek (actualmente lesionado), Halil Altintop (uno de los jugadores más mediáticos del equipo al ser hermano gemelo del ex del Bayern y Real Madrid, Hamit Altintop) o Mölders, que pese a que actualmente no juega mucho, ha sido la referencia ofensiva del equipo los dos últimos años.
Pero sin duda, si un nombre ha destacado por encima del resto es el de Abdul Rahman Baba. A este joven lateral izquierdo ghanés de veinte añitos le gusta mucho incorporarse al ataque, pero no por ello descuida la parcela defensiva. Muy veloz y un auténtico portento físico, ha sonado para reforzar la temporada que viene al Atlético de Madrid, al Borussia Dortmund, a la Roma y, especialmente, al Real Madrid (como sustituto para el más que posible traspasado Coentrão).
En definitiva, el éxito del Augsburgo no radica en individualidades, sino en el trabajo en conjunto. Su entrenador, Markus Weinzierl, lleva en el cargo desde 2012, y ha implantado un sistema de juego fluido, con numerosos pases para mantener la posesión del esférico y habituales transiciones comandadas por sus móviles atacantes. De esta forma, poco a poco, este pequeño equipo ha conseguido consagrarse en la élite del fútbol alemán. Nadie sabe cuánto tiempo durarán ahí, pero una cosa es segura, la ilusión no se la quita nadie…