La defensa fue de las que cambian el destino de un país. Jugada por el lado izquierdo brasileño, los chilenos neutralizaron a Luiz Gustavo por un lado, y por otro explotaron los huecos que dejaron a una mal posicionada defensa brasileña. Pinilla aprovechó uno de esos espacios y golpeó fuerte. Su tiro dio en el larguero para desolación chilena. Era el minuto 120 de la prórroga y si ese tiro hubiera sido orientado unos centímetros más abajo hubiera significado el fin del mundial para la anfitriona. Más tarde, Julio César atajaría dos penaltis y salvaría el pellejo de Felipão y el de sus compañeros.
Julio César Soares Espíndola se convirtió en héroe. ¿Héroe?, ¿por cuanto tiempo? El guardameta del Toronto FC no lo sabe, pero sobre él está la sombra de Barbosa. Moacir Barbosa, cancerbero en el Maracanazo y enemigo público del pueblo brasileño desde entonces, cuya sombra planea para rodear a aquellos que son maldecidos por la ‘torcida’ como culpables de un mal de la ‘canarinha’. Así tras su fallo en Sudáfrica 2010 (un error en la salida que supuso el gol del empate de Holanda) la hinchada brasileña le señaló como principal culpable de la eliminación. No importó que el resto de jugadores no habían hecho sus deberes, que la defensa había fallado y que el ataque brilló por su ausencia, el estigma de Barbosa impregnó al meta que por aquel entonces defendía el marco del Inter de Milán. Desde entonces, Julio César, como Barbosa en el 50, carga con una cruz.
Cuando fue convocado para ser de la partida, el murmullo de los brasileños se convirtió en un grito atronador, pues no olvidaban su ‘pifiazo’ de 2010 y que su temporada (mitad suplente en un ‘Segunda’ como el Queens Park Rangers y mitad titular en una liga menor como la MLS) ha sido bastante discreta. Incluso sin existir unanimidad de que portero sería el idóneo para esta nueva Brasil de Scolari, la sociedad brasileña estaba segura de que la inclusión en la lista de Julio César era un error. A partir de ahí pusieron la lupa. En los amistosos y los primeros partidos del mundial, cualquier cosa que hacía contenía un error. «Ave César, los que te maldecirán por siempre, te saludan», parecían rezar todos los brasileños.
Su actuación contra Chile fue todo vítores y honores. Pero las mismas personas que se emocionaron con sus lagrimosas declaraciones después del encuentro, no dudarán en difamar al Barbosa del nuevo milenio. Puesto que Julio César siempre estará bajo la alargada sombra de Barbosa.