Corrían las 20:47 del 1 de junio de 2015 en Alemania. El Wildparkstadion se silenciaba, su equipo, el Karlsruhe, estaba a punto de volver a Primera. Se alcanzaba el minuto 90 y la Relegation (promoción) estaba a nada de concluir. Su rival, el Hamburgo, único equipo alemán que nunca ha bajado a la Bundesliga 2, empezaba a quemarse y ver muy de cerca el fuego de esta categoría. En ese momento, tras unas manos más que discutibles, el colegiado señaló tiro libre al borde del área local. El reloj se detuvo, seguían siendo las 20:47 cuando Marcelo Díaz con más clase que decisión (y eso que tuvo mucho de esta última) mandaba el balón al fondo de las mallas para empatar el encuentro y la eliminatoria. Estallaban los seguidores del Dinosaurio presentes en el estadio, al igual que aquellos que se congregaron en el Imtech Arena para ver el partido a través de una pantalla. Y seguro que también lo hicieron todos aquellos hinchas del Hamburgo que vieron el encuentro en cualquier rincón del planeta.
La calma llegaba a Bruno Labbadia y los suyos, pero no se terminaba el sufrimiento. Todavía quedaba la prórroga y al final de ese largo túnel se podían ver unos hipotéticos penaltis que nunca llegaron. En el 115 alcanzaba el éxtasis absoluto el equipo del Imtech Arena, Nicolai Muller establecía el 1-2 definitivo y cuando el partido llegaba al minuto 120, y el Karlsruher necesitaba dos goles, René Adler paraba una pena máxima. Así, la alegría se hacía aún más inmensa. El año que viene el fútbol alemán volverá a disfrutar del derbi Norte-Sur. Hamburgo y Bayern Múnich no fallarán a su cita. El equipo hanseático tampoco le fallará a su idilio con la Bundesliga 1.
Muchos nervios, mucha tensión, así vivían el partido en el bando hamburgués y no es para menos, la primera hoja negra de la historia del Hamburgo estuvo a punto de ser escrita. Pero se salvaron, no podían dejar a Alemania sin el Nordderby (derbi del norte), por lo que el Werder Bremen se medirá el próximo curso a su máximo enemigo regional.
Todo terminó siendo alegría para un Hamburgo destinado al fracaso. Tras una temporada en la que ha tenido hasta cuatro entrenadores, la zona baja germana ha visto durante todas las jornadas a uno de los cinco equipos de las cuatro grandes ligas europeas que nunca descendió (junto con Barcelona, Real Madrid, Athletic de Bilbao e Inter de Milán). Su crédito en Bundesliga 1 estuvo a punto de acabarse. Por eso, en la directiva deben aprender de los errores. Dos años seguidos salvándose en la promoción y dos años seguidos sufriendo hasta el final. Si la temporada pasada fue dura peor ha sido ésta, y el susto aún más fuerte. Han llegado a notar el fuego del infierno dentro de su propia casa. El proyecto debe cambiar, y mucho, si no quieren volver a notar ese calor sofocante. Deben tomar un nuevo rumbo o, para qué engañarnos, un rumbo y cambiar en la toma de decisiones. Así, como funcionan ahora, el Dinosaurio se acerca a la extinción. Pero eso son cosas de la directiva.
El reloj del Hamburgo en Primera estuvo a punto de pararse antes de alcanzar los 52 años en Bundesliga 1 y habiendo disputado 52 temporadas (todas desde su creación). Ahora, sus aficionados brindan por el futuro, por su curso 53. ¡Cincuenta y tres veces Dinosaurio!