Idas y vueltas, líos contractuales, disciplinarios, extrafutbolísticos, bajos rendimientos, contraste entre el jugador y la persona. Apariciones mediáticas. En suma, destino de goleador y de estrella que suele afectar a los grandes. Así ha sido el camino reciente de Pablo Daniel Osvaldo, el excelente delantero ítaloargentino que a pesar de sus evidentes condiciones no ha terminado de afianzarse en sus últimos clubes. Ahora tiene la segunda oportunidad con Boca Juniors, uno de aquéllos en los que pasó medianamente.
El nativo de Lanús, sur de Buenos Aires en 1986, debutó hace ya más de diez años en Huracán, uno de los populares equipos detrás de los grandes de Argentina. Fue en febrero de 2005 y en la B Nacional (Segunda división) en la que el Globo estaba inmerso entonces. Y con goles e interesantes apariciones comenzó a trascender y prometer tanto como para que Italia fuera su destino, primero con el fugaz comienzo en Atalanta y Lecce y luego con una mejor prestación en la Fiorentina y el Bolonia. Así de correcto fue su paso por Espanyol, primero a préstamo y luego definitivo hasta 2011, y sobre todo por la Roma hasta mediados de 2013. Pero allí arrancó un tiempo de oscuridad para el delantero centro por muchas controversias, especialmente disciplinarias. Primero un incidente con su entonces compañero Erik Lamela, a quien dicen dio una bofetada tras discutir que no le diera un pase en un partido de Serie A, por lo que fue multado y suspendido, y más aún durante la final de la Copa de Italia del 2013 perdida con su archirrival Lazio, donde descontento con el poco tiempo que su técnico, el interino Aurelio Andrezzoli, lo colocó en la cancha, no sólo lo insultó a gritos sino que en protesta no fue a la ceremonia de entrega de galardones. Un lío que hasta le costó no ser convocado para la selección italiana, con la que como nacionalizado había integrado desde las categorías juveniles hasta la absoluta desde 2011.
Se suponía que con semejante inconducta se iría de la capital italiana. Y así fue para la Premier League y el Southampton, una parada más modesta que las anteriores pero que avecinaba un buen porvenir. Al principio, varios y bonitos goles parecían justificar los algo más de quince millones de euros pagados por su pase. Pero en 2014 Osvaldo volvió a las andadas: fue suspendido por la Football Association tras una pelea en un encuentro ante el Newcastle, hecho por el que un tribunal independiente lo consideró “culpable de conducta violenta”. Como si no bastara con eso, enseguida el mismo club lo sancionó por otra reyerta con su compañero José Fonte en un entrenamiento. Así fue despedido de Inglaterra cuando tenía cuatro años y medio más de contrato, yendo en sucesivos préstamos otra vez a su Italia de adopción, primero en la Juventus y luego en el Inter. Sin embargo, en la Juve estuvo unos meses y marcó un solo gol más allá de obtener junto a Carlos Tévez su primer título con la Serie A en la 2013/14, y en el Inter, donde había comenzado marcando con regularidad, en enero de 2015 tuvo primero otro encontronazo con su compañero Mauro Icardi y después se ausentó sin motivo dos días a los entrenamientos, por lo que otra vez recibió una suspensión a sólo un año de lo sucedido con el Southampton.
Ese invierno, al mismo tiempo que se terminó su contrato con el club inglés, su estelar retorno a Argentina para vestir la camiseta de Boca Juniors pareció devolverle estabilidad. Y otra vez demostró contra los agoreros pronósticos de hinchas y prensa su nivel con goles de buena factura y siendo importante pieza ofensiva del potente conjunto de Rodolfo Arruabarrena, tanto en el torneo de 30 equipos como en la Copa Libertadores. Pero su agitada vida privada y mediática lo convirtió en noticia por encima de su fútbol. Y tras la escandalosa eliminación de la Libertadores ante River Plate por aquellos graves incidentes, el ‘Loco’, que había llegado con el gran objetivo de ganarla, se terminó marchando amargamente al Oporto, en el que disputó catorce encuentros en cuatro meses y no tuvo continuidad. Ahora, tras una larga negociación de salida del club luso, tendrá nuevamente en su tierra y en Boca la gran posibilidad para dejar de poder ser y por fin ser. Con el corto campeonato local y otra vez la ansiada Copa Libertadores como grandes objetivos, con Tévez de nuevo de compañero de ataque, Daniel Osvaldo ha recibido anticipadamente el regalo de su treinta cumpleaños que será el 12 de enero, fecha para la que se espera su segundo debut con la azul y oro en el prestigioso torneo de verano de Mar del Plata. Para él, en el fútbol también hay revancha, y otra vez lo tiene todo para aprovecharla.