El 22 de mayo de 2013, Javier Zanetti levantaba al cielo de Madrid la tercera Copa de Europa del Football Club Internazionale Milano. Ese día, Milán se convertía, con diez, en la ciudad que más ‘orejonas’ poseía y la capital de Lombardía vivía días de vino y rosas. Aquel equipo dirigido por José Mourinho y repleto de grandes jugadores como Julio César, Maicon, Lucio, Chivu, Sneijder, Eto’o o Diego Milito estaba llamado a prolongar la hegemonía que años antes había tenido el AC Milan de Ancelotti, Shevchenko, Pirlo, Nesta, Kaká, Seedorf, Gattuso y Maldini.
Sin embargo, desde ese mismo día todo fue a peor. En las mismas entrañas del coliseo blanco, donde el Inter celebraba su título, se confirmaba lo que era un secreto a voces; José Mourinho se quedaría en el Bernabéu para dirigir al Real Madrid. El arquitecto de aquel proyecto abandonaba el equipo y el edificio se hundió. Desde ese día hasta hoy, los aficionados ‘neroazurri’ sólo han celebrado una Coppa de Italia en 2011 y ven como las estrellas mundiales que otrora suplicaban por vestir su camiseta ahora son inalcanzables para ellos. Ese mismo año su vecino conseguía la Serie A, lo que propició una Supercopa italiana íntegramente milanesa. Se la llevó el AC Milán y fue el último día que la ciudad reinó. Incluso Madrid les ha igualado en número de Champions.
Son ya cuatro temporadas de una regresión brutal en los dos equipos de la segunda ciudad más grande de Italia. Milán, capital financiera del país transalpino, gracias a su potente industria y las finanzas, referente mundial de la moda y el ‘glamour’ y patria chica de Giorgio Armani, mira con nostalgia los años en que sus equipos dominaban el continente. Para una ciudad acostumbrada el éxito es difícil digerir la situación actual de dos sus emblemas, en la que ya no sólo son incapaces de competir con los grandes trasatlánticos del fútbol europeo sino que ni siquiera se pueden equiparar con los grandes de su país. La Juventus es inalcanzable, pero equipos como Roma, Lazio, Nápoles o Fiorentina están ahora mismo un escalón por encima de ellos. Ni siquiera Moratti y Berlusconi están al frente de sus clubes.
Pero independientemente de cómo estén, hay algo que no les podrán quitar, su derbi. En él no se juega por un título, pero sí por algo muy importante; la hegemonía de la ciudad y el orgullo de tu gente y éste domingo lo volverán a poner en juego. La Madonnina, sobrenombre que recibe la estatua de la Virgen María que corona el Duomo milanés, es uno de los estandartes de la ciudad y da nombre a una de las rivalidades más furibundas del fútbol mundial. Es una rivalidad centenaria que se remonta al año 1908 cuando el, por entonces, Milan Cricket and Football Club (el actual AC Milán), decidió cambiar sus estatutos para restringir la presencia de jugadores extranjeros. Esto no gustó a todos los miembros del Club y algunos de ellos lo abandonaron para fundar el FC Internazionale de Milano. Como tantas otras rivalidades, su base está en la diferencia de clases pues en la primera mitad del siglo XX los seguidores ‘rossoneros’ se asociaban con la burguesía mientras que los interistas se relacionaban con la clase trabajadora, aunque en la actualidad estas distinciones sociales están obsoletas.
Lejos quedan los tiempos en los que este partido paralizaba el mundo, especialmente los años en que el Inter de los alemanes, intentaba destronar al Milan de los holandeses. Una rivalidad que se extendió al Mundial de Italia 90 en el inolvidable encuentro de octavos de final entre la Holanda, campeona de Europa dos años antes, de Gullit, Van Basten y Rijkaard y la Alemania de Matthäus, Brehme y Klinsmann en el mismísimo Giuseppe Meazza. Aquel día el Inter fue vencedor moral del derbi en versión selecciones, pues Alemania eliminó a Holanda con goles de Brehme y Klinsmann, camino de su tercera Copa del Mundo y Rijkaard acabaría expulsado por escupir a Rudi Völler. Así de importante es esto.
Ahora, con los dos equipos lejos, muy lejos de la Juventus, su pelea se centra en alcanzar la plaza de Europa League que, previsiblemente liberará el campeón de la Coppa, ya sea Lazio o la propia Juve y que tienen a siete y ocho puntos respectivamente. De momento tiene ventaja el equipo de Inzaghi, octavo, que aventaja en un punto y dos puestos a su rival, pero el Inter (que será local) tiene la opción de adelantarles si gana. Quedar por encima de tu vecino es un trofeo menor para estos dos gigantes pero en tiempos de hambres cualquier comida es buena y con ese espíritu caminarán hacia el barrio de San Siro las dos hinchadas.