Ayer el Benfica dio un golpe encima de la mesa en la Primeira Liga portuguesa al vencer a su inmediato perseguidor, el Oporto, y además en el feudo de éste, Do Dragão. De esta manera parece que a Lopetegui no se le da bien lidiar con los otros grandes del fútbol portugués en las competiciones domésticas, pues a esta derrota en liga, se le une la que sufrió en Copa, también en tierras del Duero, ante el Sporting de Lisboa que supuso su eliminación.
Este desaire en las filas blanquiazules no ocurría desde hace 39 años, cuando en la temporada 75/76 después de perder en liga contra el Sporting dos tantos a tres se vio batido por el Benfica en el mítico Das Antas, por el mismo resultado. Eran otros tiempos en el que el Oporto no es el equipo campeón construido por Pinto da Costa. Nada más hace falta ver como terminó esa temporada el conjunto de los dragones: cuarto clasificado a mucha distancia de los tres primeros; Benfica, Boavista y Os Belenenses.
Sin embargo, viendo el partido de ayer, el Oporto no mereció tanto castigo. El cuadro de Lopetegui dominó casi todo el partido y tuvo hasta cuatro oportunidades, dos tiros al larguero de Jackson Martínez y dos buenas actuaciones de Julio César, por lo que sólo la mala fortuna unida a un mal partido de Brahimi y Herrera junto con el saber ralentizar el partido de los encarnados, privaron a los portistas de un resultado mejor.
Ya sea como dicen los portugueses por azar (en Portugal azar equivale a mala suerte) o por otras circunstancias, el club blanquiazul vive una situación compleja aunque aún no alarmante. El Oporto está a seis puntos por debajo del líder, el propio Benfica, fuera de la Copa de Portugal, algo que le valdría las críticas a Lopetegui de la afición portista que por ahora no están saliendo a la luz merced al buen papel en la Champions League y la incógnita de la Copa de la Liga (aún por disputar). Otro traspié en liga y la eliminación ante el Basilea en la Champions podría ser un altavoz a esas críticas, pero no debe ser objeto para que la directiva se precipite en una decisión de despido, pues aún queda mucho margen de maniobra para que el técnico vasco pueda campear el posible temporal.