El próximo domingo tenemos el tan ansiado clásico. Barcelona y Real Madrid se enfrentan a las 21:00 y gran parte de España espera si hay más liga y si la lucha por el liderato continúa o si el Barcelona aumenta su ventaja y pone la primera marcha en su carrera para conquistar el título.
Este clásico viene precedido de sentimientos contrapuestos dependiendo de cada bando, sin embargo cuando el cuero comience a rodar todo puede pasar. Esos sentimientos, marcados por el momento actual, se resumen en la confianza que reina Can Barça y la falta de ella en Chamartín. Por tanto, ¿serán esas sensaciones las que van a decidir el partido? Evidentemente, no.
Por un lado está el Real Madrid y su ambiente enrarecido. Los blancos desde noviembre del pasado 2014, llevan poseyendo un liderato que les fue arrebatado por los culés la semana pasada. Tras dieciséis jornadas ‘partiendo el bacalao’, la pérdida de este puesto ha llevado al club de La Castellana al plano de la inestabilidad.
Esa inestabilidad, evidentemente se ha labrado gracias a cuestiones anteriores. La pérdida de puntos en este inicio de año, la eliminación de la Copa del Rey con paupérrimos números ante el Atlético de Madrid y la derrota contra el Schalke, a pesar de lograr el pase a cuartos de final de la Champions, hicieron encender las alarmas, unas alarmas que tuvieron forma de pitidos del respetable del Bernabéu.
Este desequilibrio se traduce en la quiebra del rendimiento de jugadores fundamentales (como Bale hasta su partido ante el Levante o Pepe) y la incapacidad de responder colectivamente, en determinados momentos, algo en lo que Ancelotti es el máximo responsable y el que debe atajar de un plumazo tal situación.
El italiano, que pasará a la historia como el técnico que logró la décima Copa de Europa, ha sido elogiado hasta la saciedad por la forma de gestionar la plantilla sabiendo lidiar egos y llevando la voz cantante, pero ahora en este mal momento, todos son reproches para él, al que la prensa madridista no dudó en achacarlo de «blando» en su trato con los jugadores.
La victoria de este domingo, contra el Levante, en un ambiente bastante tenso, supuso un tranquilizador punto de fuga, y se deja todo en suspenso hasta que se dirima el clásico. Perder en el Camp Nou acentuará el ambiente negativo que se vive, mientras que ganar disipará gran parte de las críticas y volverá la confianza. Pase lo que pase el Real Madrid seguirá vivo en las dos grandes competiciones: liga y Champions.
Por otro lado se encuentra el Barcelona. El equipo catalán vive un momento positivo que irradia confianza. Ya nadie se acuerda de las noticias de los ‘tira y afloja’ entre Luis Enrique y Messi hace unos cuantos meses. Ni tan siquiera el culé tienen en mente las ‘otras noticias’ (esas que tienen que ver con los juzgados) o los resultados negativos que hicieron aumentar la distancia del rival (en cuatro puntos en algunos momentos de la temporada).
Sin embargo este Barcelona es exactamente el mismo que hace unos meses. Entonces, el malester era evidente e sólo los resultados (unidos a los traspiés madridistas) hicieron cambiar el parecer de los aficionados. El ambiente es hoy más relajado lo que supondrá una buena respuesta en Liga de Campeones (el partido de mañana debe ser un mero trámite) y una confianza para afrontar el clásico, confianza que es motivada en gran parte por el actual liderato liguero.
En una temporada tan larga, existen buenas y malas rachas por lo que si bien unos altibajos pueden marcar el devenir del equipo en un futuro, si queda mucho margen de maniobra es precipitado sacar conclusiones y exigir que rueden cabezas, pues con un equipo de tanta calidad como el azulgrana, lo más lógico es que las malas rachas supongan pequeños lunares que se superan con facilidad.
Leo Messi es uno de los que saben que esto es así y es el claro ejemplo que tras la tempestad llega la calma. El argentino celebró la entrada del 2015 con un rencuentro con los goles y las grandes exhibiciones y su rendimiento ya no se discute (pese a que haya perdido tino a la hora de lanzar los penaltis). Los 32 tantos que ya lleva en la Liga BBVA y la capacidad para decidir un encuentro, que anduvo desparecida en varios partidos, ya son de nuevo ‘marca de la casa’ en el Barcelona
No sólo Messi se enganchó al tren del buen juego sino que Mascherano o Luis Suárez, por ejemplo, también lo han hecho por lo que la dinámica colectiva del cuadro azulgrana también creció. Luis Enrique por ahora, es un entrenador feliz, pero las batallas hasta finales de mayo no paran. La de este domingo pode colocarlo en la pista de aterrizaje correcta y con el cielo abierto para llegar al titulo, o puede revivir los viejos fantasmas.
Con Barcelona y con el Real Madrid, es fácil entender, que como todo en la vida, todo cambia rápidamente. En dos meses los vencedores pueden ser los vencidos y viceversa. Este domingo sabremos si hay de nuevo un cambio de tornas o las cosas siguen igual para gozo de azulgranas y desesperación de merengues.