Hoy se decide la configuración final del grupo G en el Mundial de Brasil. Un grupo cuyos equipos, partidos y resultados están confluyendo en una tormenta de fútbol de altos quilates, fútbol ofensivo sin tapujos, contragolpes constantes, miradas siempre al frente. En definitiva, un grupo de los que hacen afición. A eso de las 20:00 horas (15:00 horas en Brasil) sabremos qué dos equipos pasan a los octavos de final partiendo de una parrilla de salida a la que Alemania y Estados Unidos, con cuatro puntos tras los dos primeros partidos, llegan por delante de Ghana y Portugal, con un punto. Es sin duda uno de los ‘grupos de la muerte’… o de la vida más bien, porque es vida, alegría y emoción lo que estos cuatro combinados están regalando a los aficionados en la cita brasileña.
Cuando el pasado 6 de diciembre se celebró el sorteo de la Copa del Mundo en Salvador de Bahía casi todas las miradas se centraron en dos grupos: el grupo B con España, Holanda, Chile y Australia; y el D conformado por Uruguay, Italia, Inglaterra y Costa Rica. Pero desde el principio fueron muchos también los que avistaron la igualdad global de un grupo, el G, en el que no quedaba descolgada ninguna selección. Cada una de ellas iba a suponer un duro test para sus tres contrincantes: Alemania, una de las grandes favoritas, una Portugal de grandes prestaciones, una Ghana muy sólida, y Estados Unidos, equipo competitivo y al alza desde hace ya varios años.
Lo que pase esta tarde resulta, a estas horas, una completa y atractiva incógnita. Serán dos horas de fútbol trepidante, al menos eso es lo que puede intuirse por lo que estos equipos han hecho hasta ahora. Pero precisamente lo visto en las dos primeras jornadas puede darnos las claves de lo que pueda acontecer en los dos partidos decisivos de hoy.
La primera jornada dejó claras dos cosas. Alemania se siente cómoda y orgullosa en su papel de favorita en Brasil, y Portugal no esconde que si tiene que jugar todas sus cartas al rendimiento de su estrella, Cristiano Ronaldo, así lo hará, aún a sabiendas de que él no llega en su mejor momento físico. Quizás por ello el estreno de ambas selecciones desembocó en lo que la lógica invitaba a pensar. Los teutones salieron desde el principio a acaparar la posesión del balón y a martillear a la zaga lusa. Una vez tras otra. Portugal sabía que su suerte dependería de la efectividad de los contragolpes. Demasiado recato para un equipo que tiene más de lo que se atreve a mostrar. El resultado, ya de sobra conocido, 4-0 para los de Joachim Löw.
La primera jornada se cerró con el Ghana-Estados Unidos. Favoritos los africanos, cuarto-finalistas en el último Mundial, el partido empezaba con el 1-0 que Dempsey dispuso en el marcador cuando los futbolistas apenas se saludaban. He ahí uno de las señas de identidad de esta selección de Ghana: no se desploma al verse por debajo en el marcador. La contención americana y las intervenciones de Howard sostuvieron el empate hasta que André Ayew empató para volver a claudicar a pocos segundos del final tras el testarazo de sentencia de Brooks para los de Klinsmann. USA y Alemania lideraban con tres puntos.
La segunda tanda regaló otros dos partidazos, mejores aún que los anteriores. De fantástico puede calificarse el Alemania-Ghana, un descarado ‘face to face’. Ni un segundo de respiro, la ‘Mannschsaft’ y ‘las estrellas negras’ jugaron a un ritmo casi más propio de una carrera de Fórmula 1 que de un partido de fútbol. Los aficionados que llenaban el Estadio Castelão de Fortaleza acabaron ovacionando cada jugada sin distinguir el color de la camiseta que la protagonizaba. Götze, André Ayew, Gyan y el eterno Klose dejaron en tablas un partido cuya última hora será recordada muchos años.
Y para terminar lo visto hasta ahora, Estados Unidos y Portugal volvieron a divertir a los amantes del fútbol. El resultado final fue el mismo, 2-2, pero no el desarrollo del partido. Como ante Alemania, Portugal tuvo destellos, fogonazos que pusieron cerco al arco de Tim Howard. Pero nada más. Todo lo demás lo puso el equipo norteamericano, que jugó como si en ello le fuese la vida. Por eso mereció más, y por eso le supo a poco el punto final… como a los de Paulo Bento, que respiraron tras rescatar Varela en el minuto 94 un punto que, con suerte, puede ser de oro.
Pero lo de esta tarde son dos finales en toda regla. Finales con puntos de partida. Alemania y Estados Unidos lideran el grupo con 4 puntos cada una y juegan entre sí en Recife. A la misma hora, pero en Brasilia, Ghana-Portugal, que inician la jornada con un punto. Las cuentas son claras: alemanes y americanos pasarían con el empate, aunque ambas quieren ser primeras de grupo, así que no huele a pacto. Ghana y Portugal necesitan ganar y esperar. Ambas desean la victoria de Alemania en el otro partido por cuanto la diferencia de goles a recuperar es más asequible con Estados Unidos (si vence Ghana sería de dos goles, y cinco en el caso de victoria lusa) que con los teutones. Dicho así, ya no resultan tan fáciles las cábalas porque cualquier resultado puede darse en semejantes partidos.
Las claves de los equipos
Si se ha llegado al último día con esta clasificación no es por casualidad. Alemania está respondiendo a lo que de ellos se esperaba. Löw ha confeccionado una versión mejorada y aun más potente del equipo que en los últimos campeonatos ha estado siempre entre los mejores, a pesar de la baja por lesión de Marco Reus y del estado en el que llega Bastian Schweinsteiger. La defensa parece ser la parte más débil, aunque resulta casi grosero afirmar algo semejante de una línea liderada por el guardameta Neuer, un Hummels en plenitud y un Mertesacker que suple su falta de rapidez con un posicionamiento perfecto. Aun así falta un punto de velocidad y ante Ghana lo sufrieron. El centro de campo es la clave de esta selección. Sin balón ahoga y cierra espacios. Lahm y Khedira lo ejemplifican, para dar a Toni Kroos la batuta cuando de orquestar el ataque se trata.
Pero Alemania no es sinónimo de planteamiento estático, sino de evolución y movimiento permanente. Al mismo tiempo que Lahm está perforando la zona de contención rival, están Götze y Muller picando en defensa. Arriba no faltan recursos porque el oportunismo de Muller, la calidad de Özil y Götze, las llegadas del propio Khedira, la potencia de Kroos y los balones por alto acaban desarbolando a los rivales. Pero el estilo tiene un patrón común: el equipo se vacía en la presión, toca y reconfigura con clase cuando inicia y sale rápido, siempre mirando al área rival. Fútbol ofensivo, de calidad y de mucho ritmo el de esta Alemania.
Estados Unidos juega sin complejos. El seleccionador Jürgen Klinsmann sabe lo que tiene: su equipo carece de la calidad de alemanes o portugueses, pero exprime al máximo sus cualidades, siempre basados en una apabullante mentalidad ganadora. El segundo partido, ante Portugal, demostró en toda su expresión el estilo del equipo americano. Descarga muchísimo su ataque en las subidas de esos dos martillos pilones que tienen en las bandas, Beasley y Johnson. La salida siempre la conduce la dupla formada por Beckerman y Jermaine Jones. Dos futbolistas absolutamente diferentes y a la vez complementarios. El violín del primero pone la pauta y el tambor del segundo toca a arrebato cada vez que ‘el equipo de las barras y las estrellas’ se dispone a atacar, que es lo que hacen constantemente, atacar y atacar. El gol suele ser cosa de la clase de Bradley y de un Clint Dempsey cuyo fútbol sigue deslumbrando.
Ese juego visceral y ofensivo de los americanos lo sufrieron y de qué manera los portugueses. La selección de Paulo Bento tiene demasiados argumentos para jugársela ‘sólo’ con los goles, las arrancadas y los rugidos de Cristiano, que tiene todo eso y más. Pero a este deporte juegan once contra once y ese simple argumento podría resultar absurdo de no verse agravado porque Portugal fía demasiado sus opciones a su juego de poca posesión y mucha contra.
Portugal pierde el balón con demasiada facilidad, Meireles y Moutinho no se hacen con el centro del campo, Nani está tirando del equipo cuanto puede y Cristiano está destacando más por sus gestos de desaprobación a sus propios compañeros, sus quejas a los colegiados y su apatía a la hora de presionar que por su puntería. Y para colmo de males, la zaga sufre como hacía tiempo no lo hacía. Pepe desbordado ante el ataque alemán y a la postre expulsado, Coentrão lesionado y Bruno Alves sobresale por su exceso de contundencia a la misma altura que por su la falta de talento con el balón en los pies.
Las escasas sensaciones positivas de los lusos contrastan con la ilusión de Ghana, selección arrebatadora y agitadora cuando ataca, cada vez más disciplinada y aplicada cuando defiende, algo difícil de ver en las escuadras africanas. Akwasi Appiah sabe que ha sido la fiabilidad defensiva la que ha evitado para esta selección los males que han echado del mundial a Camerún o Costa de Marfil. Esa fiabilidad les llevó a estar entre los ocho mejores del mundo en Sudáfrica 2010… y los de arriba ponen el resto. Cuando Ghana arma el ataque es como escuchar de lejos los tambores de guerra. De repente no menos de cinco jugadores aparecen en la zona de tres cuartos del rival, con continuos desdobles, con incesantes cambios de posiciones que desquician al contrario. Asamoah Gyan, André Ayew, Sulley Muntari, Jordan Ayew o Christian Atsu son sus protagonistas. Y un fútbol salvaje es su colosal resultado.
Con esas claves se presenta cada equipo en esta última jornada. Ningún combinado puede respirar confiado porque todos son sabedores de la calidad de los contrincantes. Los cuatro rivales pueden pasar, los cuatro pueden caer eliminados antes de la pelea por la gloria final. La clase de Alemania; la actitud invencible de Estados Unidos; la potencia de Ghana; la electricidad de Portugal. Cada combinado jugará esta tarde sus bazas, pero una premisa les une: como hasta ahora, todos apostarán por planteamientos descaradamente ofensivos, por un juego de ritmo frenético… Todos apostarán por el fútbol total.