Desde hace aproximadamente un mes Peter Lim ha ido convirtiéndose paulatinamente en el centro de la actualidad valencianista por la posible compra del club. Unos días porque acude a ver jugar al equipo y otros por las especulaciones en torno a sus ofertas y a posibles competidores. Sea como sea, el magnate acapara últimamente las miradas de periodistas y aficionados toda vez que el futuro del club parece pender de la negociación que Bankia lleva a cabo con él y con los competidores que parecen haberle surgido, de los cuales sin embargo se desconoce tanto su identidad como oferta económica por la entidad.
Es bien sabido que el Valencia lleva años en una penosa situación económica, con una deuda que asciende a más de 300 millones de euros a pesar del saneamiento de sus cuentas durante las últimas temporadas (que ha reducido los deberes del club en unos 200 millones). De hecho el club habría tenido que declarar su bancarrota de no haber sido por la mediación de la Generalitat Valenciana en diversas ocasiones, llegando a convertirse el ente público valenciano en avalista del club (y en la actualidad lo sigue siendo a pesar de su también complicada situación económica). Esta situación se ha soportado hasta ahora con una de las políticas de recorte de gastos más fuertes de Primera División, que ha provocado que los aficionados chés hayan visto marcharse de Mestalla a jugadores de la talla de Silva, Villa y Mata, además de un largo etcétera.
Sin embargo ahora se abre para estos aficionados que han tenido que soportar esta travesía por el desierto un nuevo horizonte con forma de inversores interesados. Y de entre los candidatos que existen según Bankia, Lim probablemente sea la mejor opción por una simple razón: es el único que ha dado la cara.
En la liga española se han podido presenciar ya múltiples casos de inversores fantasma que nunca aparecieron realmente, como pasó en Getafe, o de benefactores que han dejado el trabajo a medias y al equipo vendido, de lo cual puede dar buena cuenta el Racing de Santander, o más recientemente el Málaga. Por tanto, lo normal ante este historial sería atender las propuestas con sumo cuidado, prestando especial atención a quién pone todas las cartas sobre la mesa. Y Lim, el cual se dice que lleva años interesándose en adquirir un equipo inglés o español, parece haber mostrado su baza, dejándose ver incluso en algún partido del Valencia.
Asimismo, la liga española se ha convertido en una competición donde cada año se puede ver que alrededor de la mitad de los equipos están intervenidos por la Ley Concursal. En estas circunstancias, la llegada de un posible benefactor (interesado, por supuesto) que sanee al club y le permita incluso un cierto margen de mejora se revela casi imprescindible para poder resultar competitivo frente a las pocas entidades fuertes existentes. Y más aún si contemplamos la posibilidad de formar un club sólido de cara al exterior, ya que este tipo de inversores están cada vez más extendidos en el resto de Europa.
Por tanto, Peter Lim parece ser la principal baza para que el Valencia se adapte a los nuevos tiempos y siga siendo (o supere) lo que fue hasta que Soler deshiciera con su gestión décadas de esfuerzo e historia. Porque parece una opción fiable y sostenible para una entidad que necesita desesperadamente un mecenas que la mantenga.