“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Frase de película que se podría aplicar a la vida real si por poder entendemos el trabajo que deber realizar un portero para evitar que le marquen goles, pues ahí precisamente radica su responsabilidad. En más de una ocasión se culpa a los guardametas de la derrota de un equipo sin tener en cuenta que hasta que la pelota llega a portería son varias las zonas del campo que tienen que sortear los contrarios, y si un equipo tiene una defensa férrea siempre será más difícil alcanzar la línea de gol.
No parecen estar de acuerdo con esta teoría los aficionados del Real Madrid, que ven como el principal responsable de la última derrota ante el Atlético a Iker Casillas. Puede ser que el portero fallara a la hora de atajar los goles, pero hay que recordar que el madrileño es un ser humano, como todos, y tiene fallos. Su única debilidad, su criptonita es que esos errores son visionados, revisados una y mil veces por todo tipo de entendidos que lo único que logran es hacer que estos se magnifiquen.
Es cierto que el portero del Real Madrid no está pasando por su mejor momento, aunque se podría decir que sus problemas comenzaron cuando Mourinho estaba en el banquillo. Fue el portugués, cuyas razones no vamos a discutir, quien le quitó la confianza y decidió designar a Diego López como titular de la portería blanca. No digo que esta decisión no fuera acertada, el que entonces era guardameta suplente demostró ser bueno en lo suyo y se merecía, sin duda, esa oportunidad. Lo malo fue lo que vino después.
Iker, por méritos propios también, se había ganado años antes la titularidad de la portería del Real Madrid. Jugaba todas las competiciones y lo del segundo portero en la casa blanca era más un mero trámite que una realidad. Esa calidad de hombre importante le llevó también a ser designado como uno de los capitanes de los merengues y, por supuesto, a engrosar las filas de la selección española, también como el jefe de la portería rojigualda. Así, las responsabilidades cayeron sobre sus manos y un halo de intocable se postró sobre su nombre.
Mourinho fue el primero en poner en entredicho esa faceta de intocable e Iker se tuvo que enfrentar al peor de los fantasmas para un futbolista, el de la sustitución, algo incluso más difícil en el caso de un portero. No soy psicóloga ni mucho menos, pero entiendo que esta situación no fue fácil para Casillas y que minó su confianza, y cuando un futbolista no se tiene confianza, los fallos son más fáciles de cometer, igual le ocurre al resto de los mortales.
Por eso, creo que la afición madridista está siendo algo injusta con Casillas, ese al que tantas y tantas veces llamaron “santo”. Sé que los errores que se comenten en el fútbol siempre son más fáciles de recordar. El deporte rey es pasional y por tanto efímero. Pero no es justo tampoco olvidarse de las muchas ocasiones en que Iker no sólo ha salvado al equipo sino que ha sido pieza fundamental para se consigan algunos éxitos. En su labor de capitán siempre da la cara, tanto para lo malo como para lo bueno. Lo demostró la pasada semana al aguantar los pitos y salir frente a las cámaras reconociendo su parte de culpa.
Pocos futbolistas me parecen tan humildes como Iker, y eso que yo no soy madridista. Este año también tiene un gran competidor en la portería y por supuesto Keylor Navas deberá tener una oportunidad, pero creo que a Casillas no le quedan muchos años más como futbolista y se merece una despedida mejor de la que siempre ha sido su casa. No debería cometer la afición otro error como el de Raúl, otro al que le cayeron pitos y críticas y luego lo que llovieron fueron lágrimas al ver como deslumbraba por Alemania.
Un capitán merece recibir críticas cuando lo hace mal, por supuesto, pero siempre en base a términos justos por muy pasional que sea esto del fútbol, y creo que hay que reconocer que muchos de los goles que encaja el Madrid, sobre todo los que provienen de un córner, son culpa de un mal planteamiento en defensa. Por eso, mejor que la autocrítica sea repartida y se reparen los fallos cómo y dónde se debe. Mientras tanto, den otra oportunidad a ese “santo” que tanto les salvó y recuerden que no sería bonito cerrar el paso de Casillas por el Madrid con palabras hirientes para luego llorar por lo que perdieron.