Quizá donde se viva el fútbol con mayor intensidad, con mayor emoción, con una inmensa sonrisa en los labios e incluso puede con más probabilidad de que las lágrimas salten en los ojos es en un barrio popular. Como bien dicen los que se autodenominan ‘haters’ del fútbol moderno, es en los barrios humildes donde está la pureza del fútbol, un deporte de masas, por y para las masas y que debe utilizarse para el beneficio de la sociedad.
Ejemplos de estos equipos de casta, con el nombre del barrio cosido en sus emblemas hay millares, desde el Calavera de Sevilla hasta el Sant Andreu de Barcelona pasando por clubes más granados como el Boavista o el Chievo Verona. Sin embargo, si nos quedásemos con tres equipos de barrio que son notorios pero sin llegar a perder su carácter de modesto y popular son los tres siguientes: Millwall, St. Pauli y Rayo Vallecano.
Millwall
Sin duda si en la gran metrópoli de Londres uno piensa en un equipo de carácter social, piensa en el West Ham United, equipo de la zona popular de East End fundado en su día por obreros de la industria siderúrgica. Sin embargo los éxitos en la década de los 60 de los ‘hammers’ y que en esta época viva la tendencia actual que marca la Premier League (lo que implica que inversores ricachones se hayan adueñado del equipo con el objetivo de convertirlo en un grande, en este caso el magnate del porno David Sullivan) ha quitado ‘encanto popular’ al West Ham.
Por tanto una vez desechado al conjunto granate, cabe mirar al Millwall como el verdadero embajador del alma obrera de Londres. Fundado por estibadores de la Isla de los Perros (East End), zona que abandonaron en 1910 cuando cruzaron el Támesis y se mudaron a su nuevo hogar The Den (en Lewisham), los ‘leones’ son el sinónimo de equipo modesto que arrastra a miles de leales seguidores pese a que las alegrías han sido contadas con la mano con una sola temporada en la élite (87/88) y una final perdida en la FA Cup ante el Manchester United en 2004 (que le llevaría a jugar en Europa la temporada siguiente). Tanto es así, que a pesar de estar en la League One (categoría a la que bajaron en 2015) su asistencia media a The Den no baja de un 60% (porcentaje que en Championship aumenta en un 10%), un apoyo que será fundamental el próximo día 29 cuando se mida al Barnsley en el play-off por una plaza en el segundo escalón profesional.
Otra de las particularidades de este equipo donde en su día pasaron notorios futbolistas como Tim Cahill, Dennis Wise, Tony Cascarino o Teddy Sheringham, es su acérrima rivalidad con el anteriormente mencionado West Ham United. Una animadversión que comenzó cuando en los 60 los trabajadores de los astilleros y las fundiciones (seguidores del West Ham en definitiva) no apoyaron una huelga general que sí lo hicieron los estibadores, y a partir de entonces se declararon una guerra que no tiene fin y que ha dejado sucesos lamentables como los vividos en Upton Park en 2009 en la segunda ronda de la Copa de la Liga.
De hecho, el lado negativo del Millwall es que es afectado por la lacra del hooliganismo, con un grupo de seguidores conocidos como ‘Bushwackers’ que se han hecho famosos en todos los rincones de Inglaterra gracias a sus alardes de violencia.
El halo de este equipo es tan especial que hasta ha sido la incógnita a resolver de «La parte por el todo» del afamado concurso Saber y Ganar de TVE. Y eso que el modesto club hamburgués nunca tuvo un gran éxito deportivo a nivel nacional, viviendo siempre a la sombra del Hamburgo, el club más representativo de la ciudad hanseática.
Actualmente está en el segundo escalón profesional, la 2. Bundesliga (su lugar habitual), donde esta temporada terminó cuarto clasificado rozando los puestos que dan opciones de ascender a la Bundesliga, máxima categoría donde no se prodiga demasiado (dos campañas en la élite en los últimos quince años).
Pese a no tener éxitos deportivos, el club desata una estrecha pasión entre sus aficionados, llegando a verse el emblema de sus seguidores (la calavera pirata justo encima del nombre del equipo) por todo el mundo. Y todo gracias a su carácter social y solidario llevando al fútbol a los mayores valores humanos. De hecho recientemente, cuando el dilema de qué hacer con la masiva llegada de refugiados a Europa centraba la agenda política en algunos puntos, el St. Pauli y sus seguidores dieron un paso al frente y defendieron su total amparo e integración en la sociedad europea.
Pero el St. Pauli no siempre fue así. Cabe señalar que la popularidad del St. Pauli comenzó a crecer considerablemente a partir de 1979, cuando el equipo descendió a las categorías regionales del fútbol alemán. Es a partir de entonces cuando el club comenzó a ganar el apoyo de muchos de los que paraban por la llamada ‘zona roja’ de la ciudad. Punks, hippies, partidarios de estilos de vida alternativos se convirtieron en seguidores, socios y presencia regular en el estadio Millerntor (el único del mundo que cuenta con una guardería), cuya asistencia media de espectadores subió de los 1.500 hasta los veinte mil. Así el club adoptó su renovado rol y hoy día se posiciona contra cualquier acto de racismo u homofobia, considerando que la defensa del más débil frente al más fuerte está en la génesis de su fundación.
La zona de St. Pauli, al oeste de la ciudad de Hamburgo, es conocida por su carácter proletario al estar habitado por la clase obrera de la ciudad, lo que une intrínsecamente al club con los trabajadores. Una especie de «emblema izquierdista» que desde los años 90 está importando su filosofía más allá de la fronteras germanas.
Rayo Vallecano
Nacer en Madrid, amar el fútbol y no ser del Real Madrid o el Atlético. Esa es la seña de identidad de los seguidores del Rayo, de quién un día el antiguo técnico José Ramón Sandoval en una entrevista al portal Vavel dijo «no hay un equipo de barrio como éste, entrenarle fue un sueño».
Al igual como el St. Pauli y el Millwall, el Rayo tiene también su origen en un barro obrero, concretamente el madrileño barrio de Vallecas, conocido popularmente como «el barrio del millón de habitantes». Los aficionados rayistas se distinguen por su batalla contra el fútbol moderno y la defensa de los valores puros, como el carácter de barrio y el apoyo a los equipos de la tierra.
A nivel social, el club intenta también luchar por la diversidad y las causas justas. En su haber está la famosa campaña para ayudar a una vecina de 85 años que fue desahuciada de su casa. Los ‘bukaneros’ y el club también van a una en cuanto a protestar contra aquello que llaman la «dictadura de las televisiones», que reservan los mejores horarios para los grandes clubes.
La lucha contra la homofobia es otra de las características del club que este año dio un paso más y, en su equipación alternativa, sustituyó su tradicional franja roja por una franja con los colores del arcoíris, símbolo del colectivo LGBT.
En lo deportivo, el carácter aguerrido de Paco Jémez, que lamentablemente esta vez no le ha servido para eludir el descenso a la Liga Adelante, también es significativo. El Rayo Vallecano se ha hecho famoso por apostar siempre por un fútbol ofensivo sin importar el rival que tenga en frente, una clara muestra de sacrificio y lucha hacia delante, propia de la gente humilde que puebla barrios como Vallecas y que lidia con la dureza de la vida día tras día para poder sobrevivir.