El mundial de Argentina 78 no sólo destacó como un fastuoso evento instrumentalizado para tapar los horrores de la dictadura de Videla sino que también por lo que tenía que destacar, el fútbol en sí mismo. La Argentina de Menotti brindó el título a su público, Holanda se quedaba otra vez a las puertas del éxito, Brasil había incluido a Perú en su lista de enemigos, España lamentaba una y otra vez el fallo de Cardeñosa y Escocia… protagonizó el fiasco del mundial.
Liderados por el futbolista del momento Kenny Dalglish, que acababa de proclamarse campeón de Europa con el Liverpool y de otros jugadores de primerísimo nivel como Graeme Souness (que también había alzado la ‘orejona’ con los ‘reds’), Bruce Rioch (que había sufrido con el Derby County la primera de las remontadas históricas del Real Madrid en el Viejo Continente), Lou Macari (santo y seña de los ‘reds devils’) o un joven John Robertson (que se convertiría en una de las figuras de aquel Nottingham Forest bicampeón de Europa), la selección de Escocia era una de las llamadas a hacer algo importante en el torneo argentino, pero una vez más volvieron a demostrar el característico mal fario escocés y cayeron a las primeras de cambio por la diferencia de goles.
«Soy Ally MacLeod y soy un ganador nato.» Antes de ir a Argentina para un mundial en el que Inglaterra, máximo rival, no se había clasificado, el seleccionador de Escocia ya había fijado el tono. Y agregó: «El podio ya está definido». MacLeod no es el único en ser optimista pues las casas de apuestas británicas pagan nueve libras por cada una apostada a que los escoceses consiguen el título. La euforia se respiraba en cualquier sitio del país británico, y antes del vuelo para Sudamérica todo son vítores y propuestas publicitarias para asociar a los nuevos William Wallace con una serie de productos. Los jugadores posaron victoriosamente con coches donados por Chrysler, patrocinador de la federación escocesa, MacLeod, hizo un anuncio para una marca de alfombras, a Joe Jordan le crecieron de nuevos los dientes gracias a Heineken… incluso toda la selección en bloque promocionó una marca de cigarrillos, con el argumento de que «los jugadores fuman, y no hace daño». Síntomas del clamor popular que gozaban los representantes escoceses, de hecho, hasta el cantante Rod Stewart, que triunfaba con el tema «Da Ya Think I’m Sexy?», hizo la canción oficial de la Tartan Army (que casualmente se llamaba Olé Ola como el tema del pasado mundial de Brasil), y antes de que el combinado escocés volara a Buenos Aires, más de 30.000 personas estuvieron presentes para desearles buena suerte. La fiesta antes de la fiesta…
Pero todo comienza a ir mal cuando llegan a Argentina. El autobús que lleva al equipo a su hotel en Alta Gracia, tiene una avería en mitad de una colina y los jugadores terminan el trayecto a pie. Para olvidarse de la caminata deciden celebrar a lo grande el cumpleaños del defensa del Aberdeen, Stuart Kennedy, con una noche de borrachera y desenfreno. Un par de días después disputarían su primer partido ante Perú, donde los escoceses, aún resacosos, se inclinan ante la blanquirroja sin luchar (1-3). Después del encuentro, Archie Gemmill fue convocado a un control de dopaje, pero el centrocampista del Nottingham Forest estaba deshidratado y es Willie Johnston (West Brom) quien toma su lugar. Al día siguiente dio positivo por Fencamfamina, un estimulante del sistema nervioso y fue enviado de vuelta a Glasgow. El ambiente en la Tartan Army se iba ensombreciendo y a los jugadores les amenazan con quitar las primas propuestas. Dos días más tarde, un decepcionante empate contra Irán (1-1), hace que se reduzca la cotización de su victoria en el mundial a 33 libras por cada una apostada y que Chrysler retire el patrocinio, teniendo los jugadores que devolver sus coches.
Para clasificarse, Escocia debía vencer a Holanda, finalista cuatro años antes, por una diferencia de tres goles. Una vez más, todo sale mal. Rioch comete penalti sobre Rensenbrink, y este logra un gol histórico (tanto número mil de la Copa del Mundo). Un tanto a cero, y la ‘Oranje’ se frotaba las manos. Pero el referente escocés, Dalglish apareció y empató antes del descanso. En la segunda parte Gemmill, aprovechó un penalti para poner por delante a Escocia, antes de anotar un gol de antología que le valió para ser inmortalizado años más tarde en la película Trainspotting, donde Ewan McGregor, en plena rutina, declara: «¡No había sentido algo igual desde que Archie Gemmill marcó aquel gol ante Holanda en el 78!». Iban tres a uno y restaban veinte minutos por jugar, y los escoceses estaban a un gol de la clasificación pero apareció Johnny Rep para hacer el definitivo 3-2 y acabó con todas sus ilusiones. Pitido final, Escocia es eliminada en primera ronda y en las gradas del estadio de Mendoza, sus fans cantan un entusiasta «You’ll never walk alone» que aderezan con tristeza el fiasco de Dalglish y los suyos.
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