Una vez más Florentino Pérez lo ha vuelto a hacer. El mandamás madridista es un hombre de principios claros y férreos y siempre decidido actuar en base a estas premisas. Pese a haber llevado a las vitrinas del Bernabéu la ansiada décima Copa de Europa tras doce años de espera, Carlo Ancelotti se ha quedado un año en blanco al no lograr ninguno de los tres títulos grandes (Liga, Copa o Copa de Europa) algo inadmisible para el Real Madrid florentiniano y debe hacer las maletas y abandonar el club ipso facto.
Y es que el gran desembolso que hace Florentino con su directiva en traer cada año los mejores y más bonitos cromos del mercado futbolístico requiere que el Real Madrid sea siempre, y pase lo que pase, un equipo campeón. Si es ecuación da un resultado fallido, se quita el eslabón más débil, el entrenador, dando igual lo que haya conseguido anteriormente y por supuesto ignorando que ese técnico tiene el apoyo de los futbolistas, algo de suma importancia que para la directiva madridista resulta ser una minucia.
El hecho de que el club blanco fagocite entrenadores como si fueran rosquillas, resulta una clara irresponsabilidad. El simple hecho de tener grandes jugadores no supone sistemáticamente que funcione el equipo de manera que siempre caiga un premio gordo al palmarés del club, se debe tener un entrenador que sepa hacer funcionar ese equipo y que suponga una estabilidad para el club que se traduzca en éxitos. Son los llamados ‘ciclos’ en los que durante años el club tiene la misma dirección técnica, y pese a que tarde o temprano se acaba, lleva al club a lograr éxitos sin paliativos. El Real Madrid tuvo un ciclo con Del Bosque (al que Florentino echó de la peor manera posible), el Deportivo con Irureta, el Barcelona con Pep y el Sevilla y el Atlético lo están teniendo con Emery y el ‘Cholo’ respectivamente.
No siempre Florentino encontrará a un Mourinho que en su primer año lleve al club blanco a unas semifinales tras ocho años sin pisarla, o que su apuesta dé el premio gordo de la Champions a las primeras de cambio como con ‘Carletto’, lo más frecuente es que se tope con entrenadores como Pellegrino o Queiroz que no lograron títulos en su primera campaña y que no tuvieron la oportunidad de continuar. El ponerse una exigencia extrema tiene su gran contrapartida de generar una inestabilidad que conduzca a lo que no se quiere, estar cinco años sin ganar una liga o más de una década sin logar la ‘orejona’. A ver cómo le sale la jugada a Florentino…