Julio de 1945, rendida Alemania, sólo quedaba un combatiente en el Eje que se imponía en la victoria de las fuerzas aliadas, el Imperio del Japón. Para terminar con una guerra que llevaba más de cinco años desangrando medio mundo los líderes aliados, Churchill, Stalin y Truman, tras la Conferencia de Postdam presentaron al estado nipón un ultimátum que en el caso de no deponer las armas, los aliados atacarían Japón infligiendo «la inevitable y completa destrucción de las fuerzas armadas japonesas e inevitablemente la devastación del territorio japonés». En esa declaración, evidentemente no se mencionaba el uso de su arma secreta, la bomba atómica, por lo que Japón pensando que era otra bravuconada más, ninguneó la amenaza.
Así para dar carpetazo a la contienda, los aliados en un acto de guerra inhumano soltaron la ‘Little Boy’, la primera bomba atómica, sobre la ciudad industrial de Hiroshima. El resultado fue devastador. El 69% de los edificios de la ciudad fueron destruidos y la cifra de víctimas mortales sobrepasó las 140.000 personas (cerca de 80.000, un 30% de la población de Hiroshima, murió en el acto). Tres días más tarde los estadounidenses lanzaron la segunda bomba atómica, causando casi la misma destrucción, y el imperio japonés se vio obligado a rendirse al sufrir tal carnicería.
Como gran parte de las instituciones de la ciudad, el único equipo de fútbol de Hiroshima, el Toyo Kogyo Soccer Club, fundado en 1938 y dependiente de la empresa de automoción Mazda, había desaparecido. Su desaparición no fue una pérdida para los supervivientes de la tragedia, ya que a los partidos de este equipo, sólo asistían los empleados de Mazda, por lo que nunca fue considerado como el equipo del pueblo de Hiroshima, sino como el conjunto del fabricante de automóviles. Pero en la adversidad, la población necesita distracciones que recuperen las energías perdidas y creen un hálito de esperanza, y en ese ámbito entraba el deporte.
Pero el ánimo de esperanzar al pueblo no se centró en un equipo de fútbol, sino con un equipo de béisbol, el deporte más popular de Japón. Nacía así el Hiroshima Toyo Carp, un equipó que atrajo el cariño de la población local debido a la clara ligación del club en la reconstrucción de la ciudad ya que el estadio del equipo estaría muy cerca del Genbaku Dome, un ‘memorial’ en la zona del epicentro de la tragedia, además de tomar como símbolo a la carpa (carp en inglés significa carpa), un pez ligado a la idea del crecimiento en la cultura nipona.
Pese al dominio del béisbol, el fútbol logró germinar. A finales de los años 50 Mazda volvió a crear el equipo que en 1965 cofundó la primera Japan Soccer League (que era de carácter semi-amateur). Los primeros años de competición fueron del dominio del conjunto de Hiroshima, consiguiendo cuatro títulos desde la creación de la liga hasta 1970, escapándose sólo de sus manos el título de 1969 que recayó en el Mitsubishi (actual Urawa Red Diamonds).
Pero no será hasta la creación de la J-League actual en 1993 (la primera liga profesional en Japón) que los ciudadanos de Hiroshima se vuelquen con su equipo, que había cambiado de nombre a Sanfrecce Hiroshima (para infundir sentimiento de pertenencia a sus vecinos), con el aumento de popularidad del fútbol. Así poco a poco y tras algunos reveses en forma de descensos a la J2 (en 2002 y 2008) el conjunto púrpura fue progresando y enamorando a un público encantado no solo con su juego sino con sus ‘extras’, como la forma celebrar los goles que importaron del Starnjan islandés.
Ahora al igual que la ciudad, el Sanfrecce Hiroshima ha renacido y ha protagonizado el irrefrenable espíritu del ser humano de levantarse ante la adversidad. Tanto es así que en 2012 y en 2013, con jugadores en sus filas como Hisato Sato (aún estrella del equipo y en la agenda de varios clubes de Europa) o Toshihiro Aoyama (que participó en Brasil 2014 con Japón), el Sanfrecce conquistó el título liguero en ambos años, poniendo a Hiroshima en el panorama futbolístico y transmitiendo alegría a la, aún hoy sufrida, población local. Así, el fútbol ayudó a renacer a la ciudad que vivió la maldad humana en forma de bomba atómica.
Fuente: Maipurungu