El fútbol juvenil argentino se ha acostumbrado a ganar torneos no sólo mundiales sino de todo tipo, continente e importancia. La selección sub 20, por ejemplo, tiene entre sus numerosos logros seis Copas del Mundo de la FIFA, siendo el mejor a ese nivel. Incluso su actualidad es casi ideal con vistas al Sudamericano. Pero debajo de la alfombra de las categorías inferiores no todo es tan esplendido, pues existen una serie de razones que le están quitando el prestigio que supo y sabe tener.
Una de ellas, tal vez la principal, es la crisis de valores que envuelve a la sociedad y que desciende sobre el deporte más popular de Argentina. Sólo citar un ejemplo que se conoce a diario: padres que cuando el maestro de escuela sanciona o califica con baja nota a un alumno, van y lo agreden verbal y hasta físicamente. Los mismos padres que hacen algo similar en los encuentros de juveniles y prejuveniles con los técnicos, reprochándoles por qué su hijo no juega, por qué va al banquillo, por qué juega pero en tal posición. Los partidos de canteranos se convierten (o son convertidos) en finales de Mundial Argentina-Alemania, o lo que es peor, en batallas campales entre sus protagonistas (futbolistas, entrenadores, público, dirigentes). E incluso, se permite (como en Primera División) que ‘barras bravas’ entren como si tal cosa y cometan desórdenes de todo tipo.
Volviendo al fútbol, los jefes de familia les exigen resultados a los chicos tengan diecinueve o catorce años, cuando la cantera es puramente formativa. Chicos que siendo adolescentes cuentan con representante, se prueban o son vendidos a los grandes clubes de Europa, o a veces a los más pequeños pero que cuentan con altísimas sumas de dinero como un tal de Rusia o alguno de Liechtenstein. Y que por ende, ni llegan a sus equipos principales, sólo lo hacen de vuelta de una generalmente mala experiencia en el Viejo Mundo, como ocurrió con el talentosísimo medio de Racing de Avellaneda, Ricardo Centurión, que tras iniciarse allí pasó en octubre de 2013 al Genoa italiano, de donde en julio de 2014 retornó a su amada ‘Academia’, para la que marcó el gol del título de Primera División en el 1-0 a Godoy Cruz de Mendoza. Como si no fuera suficiente, la mal venta de promisorios jóvenes (caso River Plate en la gestión Aguilar o Passarella) también se agrega «a esta pelota manchada», como diría Maradona.
Todo esto, para colmo de males, viene desde que este humilde cronista tiene uso de razón, no es de ahora como algunos creen. Ya en el comienzo de 1994, la recordada revista argentina Sólo Fútbol publicó una nota titulada “Nuestro Juvenil: alerta rojo”. Justamente, todo esto afecta a las selecciones menores, mal manejadas por una Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que sigue acomodando las cosas a su gusto. Como que Humberto Grondona, hijo del desaparecido Julio, , técnico de gran capacidad y campeón sudamericano sub 17 en 2013, es ahora el de la sub 20, cuando otros como Enrique Borrelli o Néstor Apuzzo (que ascendió a Huracán a Primera) saben seguramente mucho más de manejo de grupos juveniles, algo muchísimo más importante que ganar o que si se debe colocar una línea de tres o de cuatro. Por algo Argentina no obtiene ningún mundial desde el sub 20 de Canadá 2007 (tras lo cual la AFA finalizó la tarea de los grandiosos José Pekerman y Hugo Tocalli de manera aún no clara) y por algo no fue al último que se desarrolló en Turquía en 2013, cuando su entrenador era el excampeón del mundo en 1986 Marcelo Trobbiani, sin experiencia ni jerarquía en el cargo. Por si falta agregar algo, el mismo Humberto ha dicho días atrás al diario argentino InfoBAE Digital una frase lapidaria: “jugadores de las generaciones de antes (Saviola, Aimar, D´Alessandro) ya no van a verse nunca”. Pregunta; ¿cómo pueden sentirse los que hoy forman parte de la sub 17 o la sub 15 con semejante declaración? ¿Y cómo pueden permitir que este hombre siga al frente de la gloriosa ‘albicelestita’, o al menos no se retracte? Es que en Argentina todo está permitido… Lamentablemente, todo forma parte del llamado “grondonismo”,esa corriente que aún impera en la AFA a pesar de la desaparición de Julio, de asentir a todo lo que él proponía. Parece que la dirigencia interina que encabeza Luis Segura sigue esa corriente, que por supuesto contribuye a ensuciar esta bella cantera nacional.
Con todo, Argentina aún ve con excelentes ojos su fútbol del futuro. Y más su próxima estadía en el Sudamericano de Uruguay, que inaugurará este miércoles cuando se enfrente a Ecuador en la histórica localidad de Colonia. El combinado de Humberto Grondona integra como siempre una constelación de nacientes estrellas y otras más brillantes: el guardameta Batalla, los defensas Mammana y Vega, el medio Tomás Martínez o el delantero Driussi, todos de River Plate, el que más aporta con seis de los 23; los chicos de Vélez (que le sigue con cuatro) Cardozo, Compagnucci, Leo Rolón y Tripicchio, el creativo Leszczuk de Boca Juniors, el hábil Espinoza de Huracán, el famoso Gío Simeone (por ahora en River) y algunos que actúan en La Liga de las Estrellas o son recién llegados: Leo Suárez (el 10 de Boca vendido al Villarreal), Ángel Correa (el genial campeón con el San Lorenzo de Pizzi y ahora en el Atlético de Madrid) y Maxi Rolón, hermano de Leo y figura en el Barcelona B, a quienes se agrega del fútbol europeo el exzaguero de Boca Tiago Casasola, hoy en el Fulham. Una actitud elogiable de los clubes del Viejo Continente que no siempre se da, lo mismo que por parte de los futbolistas. De estos 23, diez pertenecen a la generación sub 17 campeona en San Luis 2013 y cuarta en el mundial de los Emiratos Arabes Unidos. Con todo este equipaje, seguramente los ‘pibes’ harán un gran papel buscando la clasificación al Mundial de Nueva Zelanda, a los Juegos Olímpicos de Río De Janeiro 2016 y hasta a los Juegos Panamericanos de Toronto a finales de año. Y por supuesto, el otro gran premio que por sus condiciones merecen y buscarán es el título del Juventud de América (nombre oficial del sudamericano), que no ganan desde 2003 precisamente en Uruguay. Ellos y su controvertido técnico pueden esto y mucho más. Pero deberán estar mejor respaldados en el cercano futuro. Porque en el fútbol como en la vida, quien no tiene un buen respaldo cae al suelo. Y la cantera argentina, como la vida del país, está en serio peligro.