Atrapado en un pasado glorioso, así es como sobrevive a los envites del presente un Milan que deambula desde hace varias temporadas sin retomar el pulso a la senda del éxito. Carente de estandartes, sin atraer ni fabricar jóvenes promesas, con una política de fichajes centrada en la adquisición de jugadores experimentados, que llegan a San Siro tras haber dado su mejor rendimiento en otros clubes o con el desgaste de un Berlusconi acuciado por sus problemas con la justicia, obligado a aparcar el que ha sido durante más de dos décadas su gran capricho. Una suma que ha conducido a los ‘rossoneri’ a cambiar el traje de gala para noches de bailes europeos por un chándal desgastado y largas colas en el desempleo de la victoria, esperando la oportunidad de reencontrarse con una posición digna a su nombre e historia dentro del Calcio.
El recorrido por un desierto sin oasis
La pérdida de hegemonía por parte del conjunto milanista no se ha fraguado de la noche al día, el desarrollo de esta dinámica perdedora responde a varios factores que analizamos de manera sencilla antes de detallar las aspiraciones que dibuja esta nueva campaña.
Aunque en 2004, Silvio Berlusconi ‘abandonara’ el cargo de presidente debido a una ley que impedía compaginar cargos en el Gobierno con otras actividades empresariales. Lo cierto es que la mayoría de las acciones, así como la propiedad del club, nunca se desprendieron de su poder. Con el control en la sombra, la representatividad y funciones más visibles, las fue desarrollando su mano derecha en el club, un Adriano Galliani que ganó peso a medida que ‘Il Cavaliere’ se veía inmiscuido en escándalos con la justicia, diezmando su afán por reflotar el que por muchos años fue su juguete favorito. Galliani centraría los focos en el palco, cobrando protagonismo en la faceta deportiva como artífice principal en la planificación de la plantilla. Mientras desde abajo, entrando en la junta directiva en 2011, la tercera hija del político y magnate, Barbara Berlusconi empezó a ganar peso como responsable de las empresas encargadas de la publicidad y los bienes inmuebles de la institución. Hoy día el conflicto entre ambos, compartiendo el puesto de consejero delegado, es más que claro, y las tensiones entre ambos estuvieron a punto de forzar la salida del escudero por la puerta de atrás la temporada pasada.
La etapa de éxitos del Milan mantiene en la actualidad sus efectos más a largo plazo en el área económica del club, allí donde los números adoptan un tono rojizo similar al rayado de las camisetas. Los títulos trajeron consigo felicidad y reputación, pero alcanzar el cielo futbolístico supone una deuda con entidades bancarias que durante la temporada 2012-2013 rondaba los 242 millones de euros. Pérdidas, curso tras curso, traducidas en; escuadras pasadas de años, alcanzando medias de edad de las más altas de la competición, con sueldos insostenibles, fichajes millonarios sin funcionalidad sobre el césped o una facturación en caída libre, debido entre otros motivos al desplome de aficionados en las gradas de San Siro, fenómeno que alcanza a la mayoría de estadios de la Serie A.
Para mayor complicación, desde la temporada 2011-2012, sobre las cuentas del ‘diavolo’ pesa la mirada rigurosa del Comité de Control Financiero de la UEFA que vela por cumplir ese Fair Play en los balances que impida las tretas en forma de millones de los equipos más acaudalados.
La parcela deportiva es la que más se ha resentido ante la reducción presupuestaria. Un gasto en sueldos que alcanzaban los 160 millones hace unos años, hoy cae a solo unos 50. A pesar del descenso en la partida para reforzar al equipo, tanto la falta de previsión como las acometidas sin rumbo para salir del bache han provocado la entrada en un bucle de fichajes ausentes, con escaso recorrido y de los que sólo un escaso porcentaje ha rendido al nivel deseado.
Lejos de onces míticos, como aquel que batiría a la Juventus en la final de Old Trafford para su sexta orejona, rezando nombres por héroes tal que así: Dida; Costacurta, Nesta, Maldini, Kaladze; Gatusso, Seedorf, Pirlo, Rui Costa; Inzaghi y Shevchenko. La realidad más reciente ha sonado a promesas reducidas a segunda línea de protagonismo: Gourcouff, Huntelaar, Aquilani, Pato o Emmanuelson. También a perlas demasiado caras que sostener, como los casos no tan lejanos de Ibraimovich o Thiago Silva. Así como a nombres nacionales a los que se esperaba como nuevos buques insignias que terminaron por abandonar el barco, ya fuesen Cassano, Pazzini, Gilardino o Balotelli.
Recobrar sensaciones
A pesar de un inicio alentador con dos victorias cómodas ante Lazio y Parma, pronto las buenas sensaciones quedaron aparcadas, con el primer traspié contra el gran favorito al ‘Scudetto’, una Juventus que sin forzar la máquina sacó rédito con un 0-1 en la capital lombarda. Después, dos empates y una victoria ante Cesena, Empoli y Chievo han aportado cinco puntos, allí donde los pronósticos más exactos apuntaban a nueve en el casillero.
Las riendas del club tras la marcha de Seedorf han recaído en otro principiante en los banquillos, y excompañero del holandés en la última etapa triunfante en San Siro. Un Filippo Inzaghi que tras su retirada hace tan solo dos temporadas y con el paso por el equipo juvenil el año pasado, buscará este curso recuperar los puestos europeos, pero más importante que eso, impregnar de un estilo de juego definido a un equipo titubeante en ese aspecto.
El mercado estival trajo como principales novedades dos incorporaciones muy conocidas en nuestro país. De un lado, Diego López, quién tras la llegada al Real Madrid de Keylor Navas, y con Iker Casillas como favorito a la titularidad, decidió continuar en un grande donde jugar parece más seguro con un veterano Abbiti en la competencia. Del otro, un Fernando Torres que aterriza en Italia con una cesión de dos años, donde buscará recuperar la pólvora que pareció perder en su viaje de Liverpool a Londres, en una estancia en Chelsea donde las sombras se fueron imponiendo a las luces del jugador de Fuenlabrada.
Junto a ellos, las adquisiciones más destacadas han sido las de Adil Rami, el defensa francés, quién llegó cedido por el Valencia el invierno pasado y sobre el que se ha ejercido una opción de compra de 4,5 millones de euros. El mediocentro italiano Giacomo Bonaventura, procedente del Atalanta o los dos jugadores libres llegados desde el Paris Saint Germain, Menez y Alex, que a pesar de las pocas jornadas discurridas se intuyen piezas claves en el once de Inzaghi.
Sobre la pizarra, el técnico italiano parece dibujar un 4-3-3, donde en las últimas jornadas se ha probado con la posibilidad de un 4-2-3-1 para incorporar a Torres en punta. Las probaturas han puesto de manifiesto que la zona con más dudas es el eje central de la zaga. Una posición donde en seis jornadas se han turnado cinco parejas de centrales con Alex, Bonera, Zapata y Rami luchando entre sí. Donde las posiciones parecen más establecidas es en medio campo. La dupla de contención De Jong-Muntari se asienta, flanqueada en ocasiones por el carácter ofensivo de Andrea Poli. En el avanzado, Honda, Menez y Bonaventura, se perfilan como un flanco de ataque que deberá surtir de balones de gol a Torres. De momento, quizá la sorpresa más destacada sea la teórica suplencia de un El Shaarawy que sólo salió titular en dos partidos.