Marcelino nunca ha cambiado su idea de juego/ Getty Images
En el mundo del fútbol existen muchos tipos de entrenadores: los que se acotan al rival, aquellos que tienen una idea fija pero les gusta variar su esquema e incluso los que cambian constantemente la forma de trabajar y actuar de su equipo en un campo. Además de todos ellos, existe una especie en extinción, el entrenador que tiene una idea fija de juego, de esquema y para el que también es inamovible la idea de trabajo para según qué jugador y cuál sea su posición. Sin duda, a este último tipo a día de hoy nadie lo representa mejor que Marcelino García Toral.
El asturiano, desde sus inicios en los banquillos, siempre ha hecho jugar a su equipo con un 1-4-4-2. El esquema es innegociable para él. Marcelino tiene muy claro qué le tiene que dar cada futbolista y siempre ha dicho que lo que él pide a sus jugadores sobre el campo es algo muy simple. Por eso, nunca adopta un esquema a las virtudes de su equipo. Tanto en el Sporting o en el Recre, cuando era prácticamente un desconocido en los banquillos ya mostró que era un técnico con las ideas claras, exactamente las mismas que mantiene casi 15 años después.
Al técnico asturiano le gusta que sus equipos defiendan bien, suelen arroparse con facilidad cuando no tienen el balón porque le pide mucho trabajo a todos sus jugadores. Pero, su defensa suele salir con el balón jugado y le gusta que sus laterales sean largos y lleguen con frecuencia al área contraria. Por delante de la línea defensiva siempre cuenta con dos jugadores, en algunas ocasiones uno de ellos es muy creativo y avanza muchos metros en el campo para aportar calidad a los metros finales, esto le ocurrió en Huelva con Viqueira, en Villarreal con Trigueros y ahora en Valencia le está pasando con Dani Parejo. En cambio el trabajo del otro mediocentro es el que debe sostener a todos sus compañeros, correr hacia atrás y hacia delante para que el equipo no se descompense. Eso sí, también tienen mucho criterio con el balón en los pies. A veces, Marcelino se ha encontrado con futbolistas como Bruno Soriano que sin correr tanto podía llevar a cabo a la perfección su trabajo. En cambio, esta temporada Kondogbia sí que abarca mucho campo estando en constante movimiento gracias a su físico privilegiado. Tanto el uno como el otro cumplen a la perfección el trabajo que el asturiano pide, ser el encargado de evitar que el equipo se rompa.
Las bandas, también son vitales para Marcelino, no se puede olvidar que uno de sus primeros extremos fue Santi Cazorla, el ahora mediocentro jugaba muy pegado a la línea de cal, aunque su gran calidad le permitía dar juego al equipo tanto por dentro como por fuera. Quizá en ese aspecto es en el que más ha cambiado el esquema de Marcelino. En un inicio sus bandas estaban destinadas a tener un ataque veloz y por fuera, en cambio ya en Villarreal decidió situar en una banda a un centrocampista como Jonathan Dos Santos, el mexicano ayudaba mucho a los dos mediocentros pero su posición estaba más cercana a la línea de cal e intentaba llegar al ataque siempre más orientado hacia el costado por el que estuviese jugando. Esta idea la está manteniendo en el Valencia, Carlos Soler está jugando en la banda derecha, intenta meterse hacia el centro y también crear peligro por la banda. Este matiz permite que al menos uno de los laterales pueda ser muy largo. Se podría decir que este es el mayor experimento que ha hecho Marcelino con su 1-4-4-2. Al menos uno de los extremos no es tal y se suma con facilidad a jugar por dentro.
En la delantera se podría decir que han existido dos combinaciones en estos casi 15 años. Siempre, como mínimo, uno de los delanteros ha tenido mucha movilidad: Uche, Sinama, Oliveira, Bakambu, Vietto, Giovanni Dos Santos Rodrigo, Mina. Aunque en muchas ocasiones sus dos puntas eran futbolistas con facilidad para crear espacios, como muestra la pareja Uche-Sinama que tuvo en el Recreativo o Dos Santos-Vietto en Villarreal. Pero no siempre ha seguido este patrón, también ha contado en diversos equipos con un delantero alto y/o fuerte que le permitía jugar de espaldas y crear espacios para las bandas y su compañero de ataque. En Santander, la pareja Zigic-Munitis los llevó a la UEFA (de mano de Marcelino), en Villarreal, Roberto Soldado empezó a caer unos metros más hacia atrás en el campo para convertirse en un excelente asistente de Bakambu. Además, ahora lo está viviendo en Valencia, la fortaleza y pelea de Simone Zaza permite que futbolistas como Guedes, Rodrigo o Soler pueden acercarse con asiduidad a la portería contraria.
Esta es la idea de Marcelino y así le ha ido muy bien durante 15 años, sólo algún extremo con más cualidades de mediocentro o variar dos delanteros correosos o uno alto y fuerte y otro más rápido han sido las únicas diferencias que se pueden encontrar entre un equipo del asturiano y otro. La inamovilidad de su idea no quita que sus equipos intenten jugar al fútbol. Son muy sólidos en defensa y si pueden arman una jugada de ataque en pocos toques, pero también están llenos de criterio, pueden bajar el balón y dar cuantos pases haga falta para llegar a la portería contraria. El orden es pieza clave en el esquema de Marcelino, no obstante, no se le puede negar su gusto por el buen fútbol y que sus equipos siempre quieran ganar. Eso sí, sin variar su 1-4-4-2 porque la filosofía de Marcelino es innegociable.