Se lo puede llamar mala suerte, mal destino y hasta maldición. Parece increíble, pero la vida deportiva de Fernando Rubén Gago ha sido marcada en los últimos años por las lesiones, que de tocarlo esporádicamente han ido aumentando y agravándose, provocando todo tipo de polémicas y conjeturas. Como las que se abren desde ahora y hasta dentro de ocho meses, tras su nueva rotura del tendón de Aquiles el pasado domingo en el superclásico que enfrentó a su Boca Juniors contra River Plate.
Al principio de su carrera todo eran sonrisas para el prolijo mediocampista central, que tuvo un meteórico ascenso desde su debut en el equipo xeneize a fines de 2004 hasta su llegada al Real Madrid y a la selección absoluta argentina en 2007. En su club natal se destacó y ganó titularidad y campeonatos, se consagró campeón mundial sub 20 en Holanda 2005 con Messi y Agüero de compañeros y, tras su arribo madridista y albiceleste, fue pilar en ambos conjuntos, obteniendo dos Ligas BBVA y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Sin embargo, extrañamente comenzó un camino sinuoso en la 2008/2009, con sus primeras lesiones y el ser relegado por apariciones como las de Xabi Alonso y Lassana Diarra, siendo cedido en la 2011/12 la Roma donde recuperó un poco su nivel, para luego perderlo cuando recaló en el Valencia, del cual emigró a principios de 2013 ya que Ernesto Valverde en su llegada al club che no lo tuvo en cuenta, para recalar cedido en Vélez Sársfield. Mientras tanto, no se terminó de afirmar en la selección absoluta a pesar de jugar dos Copas América y ser parte del proceso previo al mundial de Sudáfrica 2010, del que fue borrado por el técnico Diego Maradona.
Con su deseada vuelta a su país y la motivación del Torneo Final, la Copa Argentina y hasta la Libertadores, Gago vistió la camiseta blanca con la V azulada pensando en aportar su calidad y experiencia. Pero sólo jugó ocho encuentros, marcó un gol y tras ganar la Superfinal doméstica ante Newell’s Old Boys sufrió una de sus primeras lesiones musculares, que provocó polémica por lo que había costado su vuelta. Al fin de su préstamo, Boca Juniors consiguió repatriarlo, con la esperanza de que fuera otra vez ese gran jugador que había debutado en 2004 y ayudar al alicaído conjunto de Carlos Bianchi. Sin embargo, su presencia fue intermitente y más contratiempos físicos lo dejaron fuera del once varias veces. Entonces empezaron a tejerse versiones sobre su físico, su vida privada, sus cuidados, hasta Carlos Bilardo, el técnico campeón del mundo en 1986 y entonces director nacional de selecciones, sugirió que él iba a convivir con el futbolista si era necesario. Al final Gago vivió su primer mundial en Brasil 2014, donde alternó suplencia y titularidad. Luego en la última Copa América sólo disputó un partido y entrando desde el banco. Tras esto, parecía resurgir en Boca, ayudando a enderezar su rumbo al título local y al de la Copa de Argentina, pero en septiembre en el superclásico con River Plate sólo duró 24 segundos en la cancha al romperse el tendón de Aquiles, lo que le demandó cuatro meses de ausencia, además de dejar a su equipo sin una pieza clave. Con el comienzo de 2016 retornó al once, en un amistoso del verano argentino contra Estudiantes de La Plata, y entre el cambio de técnicos de Rodolfo Arruabarrena y Guillermo Barros Schelotto tuvo continuidad, a pesar de su nivel siempre irregular de estos últimos años.
Pero la ‘mala pata’, el destino, la maldición, como quiera llamársele, se le interpuso en su carrera justamente en un nuevo derbi con River, al salir por lesión a los 44 minutos y ahora tendrá un descanso forzado mucho más largo, ya que se prevén alrededor de ocho meses para volver a su forma. Ésa que nunca pudo retomar desde su salida del Real Madrid, a pesar de los logros ya narrados. Con 338 partidos y nueve goles en su vida, Fernando Gago vuelve a contar los días hasta su regreso, que el mundo del fútbol espera que sea en plenitud física y futbolística, las que tanto le cuestan.