El pasado domingo se escribió una página más en la historia del fútbol gibraltareño. Esta página debe tener bordes de oro, letras capitulares y cuidada caligrafía porque lo que se recoge es de suma notoriedad, pues la selección de Gibraltar jugó su primer partido oficial desde que es miembro de la UEFA.
El encuentro era válido para la clasificación para la Eurocopa de Francia 2016 y Gibraltar ejercía como local en el Estadio do Algarve en Faro, debido a que su Victoria Stadium (único estadio en el peñón) no cumplía con los requisitos mínimos de la UEFA. El rival era Polonia y esta hizo gala de la diferencia que separan ambos combinados y el combinado gibraltareño cayó por 0-7 y fue severamente castigado por Lewandowski (marcó cuatro tantos).
El seleccionador ‘llanito’, Allen Bula, achacó el resultado a que sus jugadores no están acostumbrado a jugar en el exilio y que les faltó físico. Nada más lejos de la realidad, puesto que no sólo lo que dice Bula son parte del problema sino que obvia la verdadera razón, la selección de Gibraltar es una selección de ‘mentirijilla’ o mejor dicho en vías de desarrollo.
La selección gibraltareña está a medio camino de la Balompédica Linense (Balona para los amigos) y el San Roque gaditano, por poner dos equipos de la misma zona geográfica. De hecho el combinado del Peñón sólo dispone de dos futbolistas profesionales, Liam Walker (jugador del Bnei Yehuda israelí) y Scott Wiseman (un inglés nacionalizado que actúa en el Preston North End), el resto es una pléyade de futbolistas amateur que se dedican a otra cosa (como bien ilustra la imagen de este artículo).
Agentes de aduanas, mozos de almacén, electricistas, policías, bomberos, administrativos, bomberos, autónomos… ese es el grueso del que se compone la selección de Gibraltar. La falta de profesionalidad del deporte rey allí va a ligado a la diminuta extensión de la colonia británica (porque por arraigo no será) y van a tener que pasar años hasta que veamos cuajar (si es que consigue cuajar) el fútbol profesional gibraltareño, a no ser que se inyecten sumas y sumas de dinero y se convierta en el Bahrein europeo.