Cincuenta mil personas no se presentan en cualquier estadio para ver a su equipo en la categoría más baja del país. Sucedió en Escocia, en el estadio de Ibrox Park. Su nuevo habitante es el Rangers Football Club, la continuación del histórico Glasgow Rangers. Y es que ciento treinta y nueve años de historia eran los que cargaba a sus espaldas el equipo más laureado de Escocia, cuando en 2012 el club tuvo que refundarse de la mano de Charles Green.
En 1872, cuatro guardabosques fundaron un club, que a la postre llegaría a ser uno de los dos más importantes de Escocia, junto al Celtic. Es difícil que el grupo que fundó el club se imaginase que su equipo llegaría a tener tal relevancia en su país, o que llegaría a tener más de un millón de aficionados por todo el mundo. Pero lo que más le costaría imaginar a estos guardabosques es que la historia de su equipo llegaría a su fin un 14 de junio de 2012. La acumulación de una deuda descomunal y el fraude con la hacienda pública británica llevarían al club a declararse en bancarrota con las consiguientes decisiones.
El problema surge después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el club protestante consolida una lógica de administración sustentada en préstamos y créditos que fueron acumulando una gran deuda. Pero el detonante llega con la compra del club por parte de David Murray, en 1988. El empresario ingles llegó a comentar a la prensa que: “Por cada cinco libras que gaste el Celtic, nosotros gastaremos diez”. Esta fue su forma de trabajar a base de más préstamos y créditos, gastando dinero fuera de sus posibilidades. Su idea era convertir al Rangers en uno de los equipos más poderosos de Europa, pero sus éxitos solo siguieron llegando dentro de sus fronteras ya que en este periodo a nivel internacional solo llegó a ser subcampeón en 2008 en la Copa de la UEFA, frente al Zenit. Pero lo que sí consiguió en 2009, cuando se vio obligado a dimitir, envuelto en tramas de impago de impuestos, fue dejar una deuda lapidaria en el club. Del club se hizo cargo Lloyds, uno de los bancos acreedores, hasta que en 2011 fue vendido a Craig Whyte, pero la muerte del club parecía estar ya firmada.
Con una deuda ya de 26 millones de euros, el club presentaba un programa de viabilidad frente a la hacienda británica para renegociar la deuda, pero ante la negativa del organismo, a la entidad no le quedó otra que declararse en bancarrota en el verano de 2012. La primera medida fue una penalización de 10 puntos en la competición liguera, lo que le hizo perder la liga, y que esta quedara en la vitrinas del Celtic, su eterno rival. El club se encontraba ya en una caída libre y estaba condenado a desaparecer. Charles Green, un empresario británico, fue el ‘salvador’. Decidió comprar los activos del club por 7 millones de euros y tuvo que refundar al club con un nuevo nombre, el Rangers Football Club.
Con el nuevo club ya formado, que conservaría todo el patrimonio del histórico Rangers, solo quedaba por decidir donde empezaría a jugar la nueva entidad. Y todo dependía de los 30 equipos que forman la Scottish Premier League. El calendario de la siguiente liga ya estaba hecho con todos los equipos, pero se guardó una plaza a expensas de lo que pudiera pasar con el nuevo Rangers. Y ocurrió lo peor para los de camiseta azul, 25 equipos decidieron dar su voto a que el nuevo club de los protestantes bajara hacia el último escalafón del fútbol escocés, la Third Division, la cuarta categoría en orden del país, puesto que la estructura sigue el siguiente orden: Premier League, First Division, Second Division y Third Division. Su puesto en la Premier League finalmente fue cubierto por el Dundee.
Con el descenso del Rangers, la liga escocesa perdió su duelo más mítico, el que enfrenta a estos contra sus vecinos del Celtic, conocido como el Old Firm, lo que generó una importante pérdida en derechos de televisión. Este es uno de los clásicos más importantes del fútbol mundial y uno de los que más rivalidad tiene, que va más allá de lo futbolístico. El Celtic fue fundado por emigrantes irlandeses, que en el fútbol encontraban su sitio ideal para apoyar a la Irlanda independentista y católica. Por su parte el Rangers no tiene orígenes protestantes, ni sectarismos religiosos, pero los éxitos del Celtic y los vínculos de estos con el independentismo y la religión católica creó recelos en la población protestante, leal a la Gran Bretaña, lo que supuso las bases de una rivalidad histórica.
Con un Celtic que se encontraba durante los siguientes años con el camino libre para conseguir los títulos ligueros, al Rangers no le quedaba otra que empezar desde la última categoría, pero no estaba solo. Su afición no estaba dispuesta a que iniciaran este nuevo camino en solitario. Y cincuenta mil personas se presentaron en el primer partido como locales en Ibrox Park. Superando incluso la asistencia media en la Premier League escocesa. Dos años han pasado desde su debut y parece dispuesto a seguir rompiendo todos los records, porque tras dos temporadas ya ha ascendido dos categorías, tras quedar primero en la Third Division y este año hacer lo mismo en la Second Division. El próximo año jugará en la First Division, donde es favorito para ascender de nuevo y reencontrarse (en una esperada temporada 2015/2016) con su eterno enemigo. Ya solo le quedará un peldaño para volver al lugar donde ha permanecido durante toda su historia, porque aunque tenga un nuevo nombre, guarda la esencia del Rangers de siempre, porque parte de esa esencia se guarda en la afición, y esa ve una continuación en el club de sus amores, con diferentes etapas, y no un punto y aparte del Glasgow Rangers al Rangers Football Club.
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Estupendo reportaje, la documentación excelente, amena enseñanza de un trozo de la historia del fútbol británico interesante incluso para los profanos en este deporte.