Hace unos cuantas semanas, Timor Oriental escribió una de las páginas doradas de su historia, futbolísticamente hablando, pues su selección nacional pasó, por primera vez desde la independencia del país en 2002 (lleva siendo miembro de la FIFA desde 2006), una fase eliminatoria de clasificación para la Copa del Mundo y lograr la oportunidad de enfrentarse con las selecciones más granadas del continente asiático como Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos en una segunda fase.
El hito de este pequeño país ubicado en la confluencia del Índico y el Pacífico ha surgido cierta polémica ya que ese logro radica en el uso de varios jugadores brasileños nacionalizados (en el partido ante Palestina fueron utilizados hasta siete) para esa ocasión. Así que cuando en la antigua colonia portuguesa el ambiente debería ser festivo (a pesar de la ausencia de victorias en la segunda fase, con sólo dos empates ante Malasia y Palestina y tres derrotas en su haber), lo que reina es la preocupación y el debate. Muchos timorenses no les gusta el tener que haber recurrido a esas medidas para lograr tal hazaña, mientras que otros, por contra, creen que medidas como estas incentivará el fútbol en el país y le ayudará a dar un salto de calidad.
Pero aparte de levantar polémicas desde el punto de vista ético, la cuestión también ha levanta problemas desde el punto de vista legal, ya que las reglas de nacionalización en Timor son diferentes de las que exige la FIFA. El organismo que tutela el fútbol mundial obliga, entre otros aspectos, a un período de residencia mínimo de cinco años en el país para poder representar a la selección (o bien ser descendiente directo de un ciudadano de ese país), algo que no es necesario en Timor.
Las leyes de la antigua colonia lusa permiten dar la nacionalidad timorense a quien hable portugués (lo que habilita a cualquier brasileño) y pueda prestar «un servicio de relevancia al país». De esta manera se da el caso que entre los brasileños que pasaron a integrar a la selección, hay quien nunca antes había puesto un pié en suelo timorense.
Palestina, que empató a uno con Timor el pasado día 8 de octubre, anunció públicamente haber presentado un recurso a la FIFA para que ésta averigüe la legalidad de esas nacionalizaciones. El gol timorense en ese partido, por ejemplo, fue marcado por Ramon Saro, brasileño nacido en la región de Paraná pero, curiosamente, el único que juega en el fútbol timorense, concretamente en el FC Porto Taibesi.
Otros nacionalizados, como Diogo Rangel y Paulo Helber pasaron por el Dili United local en 2011, pero ahora se encuentran en Brasil, en el Bragantino, y en Laos, en el Lang Xang, respectivamente. Pero hay casos más extraños como el de Juninho que juega en el Avaí brasileño y nunca jugó en Timor, una situación parecida a la de Patrick Fabiano del Kazma kuwaití y Rodrigo Silva (que juega en los Emiratos) que tampoco han pasado por el balompié timorense.
Una situación cuanto menos llamativa de la que se hecho eco el New York Times quien contactó con uno de los protagonistas, Patrick Fabiano. En el rotativo neoyorquino el internacional por Timor señala que en su caso recibió una invitación directa de jugar por la selección asiática. «Te damos el pasaporte timorense y juegas para nosotros. Gustamos de tu estilo de juego y necesitamos a un delantero como tú, me dijeron» contó el propio Fabiano que preguntó si eso no era ilegal y le dijeron desde la federación timorense que con llevar más de dos años viviendo en el país era suficiente, y eso fue lo que hizo.
Unas claras irregularidades que para algunos en vez de ayudar al fútbol local, hacen lo contrario, afectarlo de manera negativa como afirma Fernando da Encarnação, presidente del Sport Dili e Benfica, el club más representativo de Timor, al New York Times: «Esos brasileños no juegan en nuestras competiciones por lo que no contribuyen a aumentar el nivel de fútbol de aquí. Además se habla de que están cobrando buenas sumas de dinero por representar a Timor Oriental».
Con la publicación de este tema en el afamado periódico norteamericano se ha causado revuelo en el novísimo país asiático, tanto que el primer ministro, Rui Araújo, exigió una investigación para esclarecer en que condiciones fueron concedidas esas nacionalizaciones. Algo que parece que no servirá de mucho viendo que el presidente de la Federación Timorense de Fútbol, Francisco Kalbuady Lay, forma parte de su ejecutivo como Ministro de Turismo.
Esta ‘remesa’ de nuevos jugadores brasileños son elegidos por el propio seleccionador timorense, el brasileño Fernando Alcántara, que es el encargado de contactar con los jugadores y convencerlos de la causa timorense. Alcántara tiene, evidentemente, una opinión muy distinta sobre esas nacionalizaciones tal y como reflejó en una entrevista a ESPN Brasil en la que declaró que «la principal mejora técnica del equipo viene dada con los profesionales que no son de aquí, principalmente estos chicos brasileños, que cuando consiguen la nacionalidad y ya forman parte de la selección, elevan considerablemente el nivel técnico del equipo. Nunca Timor Oriental había pasado para a la segunda fase de las eliminatorias, pero con la partición de los brasileños eso fue posible».
Ahora el discernir si es éticamente correcto o no, entra en otra parcela en la que cada cual es libre de pensar lo que quiera, pero si algo parece innegable, es que la llegada de la samba a Timor, ha hecho que el fútbol de este pequeño y nuevo país haya sido puesto en el mapa.