Miklós Fehér nació en Tatabanya, Hungría, el 20 de julio de 1979. Desde muy pronto demostró tener pasión por el fútbol y por eso se fue a jugar al club más cercano de su ciudad natal, el Gyori ETO. Después de completar su formación en este club, ascendió sin sorprender a nadie al primer equipo en 1995, donde estuvo durante tres temporadas al más alto nivel, disputando 62 partidos y 23 goles. Su capacidad goleadora fue despertando el interés de varios clubes europeos, pero fue el Oporto el que acabo por contratarlo como refuerzo para el ataque del equipo dirigido por Fernando Santos.
Fehér llegó al Oporto con 19 años en el verano de 1998. Con un frente de ataque muy competitivo, de donde se destacan nombres como Mario Jardel, Artur, Capucho, Drulovic o Quinzinho, el húngaro no consiguió mostrar todas sus virtudes, jugando sólo 13 partidos y marcando un gol, aunque fue suficiente para consagrarse campeón nacional al servicio de los blanquiazules, servicio que terminó cuando fue cedido al Salgueiros en enero del 2000, en ese momento entrenado por Vítor Oliveira. En esa temporada, el Salgueiros estaba atravesando una grave crisis financiera y lucha por la permanencia en primera división, algo que conseguiría al final de temporada con la ayuda de los cinco goles que Fehér anotó.
Tras la temporada 99/00, Fehér regresó al Oporto pero sólo por poco tiempo ya que una nueva cesión le estaba aguardando, así puso rumbo al Sporting de Braga, entrenado por Manuel Cajuda. En Braga, ‘Miki’, como era conocido, consiguió su mejor temporada jugando 26 partidos y aportando 14 goles, ayudando de forma determinante al cuarto lugar que los bracarenses alcanzaron en la 2000/2001. Después de esa excelente temporada, Fehér regresó al Oporto que ya sin Jardel en sus filas dejaba entrever una oportunidad de afianzarse en los blanquiazules. Sin embargo, el magiar se vio envuelto en un desaguisado entre Pinto da Costa y José Veiga, representante del jugador en ese momento, en el cual el futbolista habría sido forzado para dejar de ser representado por este agente, algo a lo que se negó Fehér que acabó siendo relegado al filial hasta el final de su contrato.
Tras cerrar su etapa en el conjunto portuense, Fehér llega al Benfica al comienzo de la temporada 2002/2003 como comodín para el ataque de Jesualdo Ferreira. En un equipo que tenía en ese sector jugadores como Nuno Gomes, Mantorras o Tomas Sokota, el húngaro volvió a sentir algunas dificultades en mostrar sus cualidades futbolísticas. Ya con Camacho al frente del equipo, Miklós Fehér fue apareciendo cada vez más en el once pero sin llegar a ser titular indiscutible. A pesar de eso, a lo largo de la temporada y media que estuvo al servicio de los ‘encarnados’ completó 30 partidos y aportó siete goles, siendo decisivo en varios partidos, no por los goles que marcaba sino por las asistencias que hacía.
El 25 de enero de 2004, transcurría el minuto 59 del partido frente al Vitória Guimarães, Camacho sacó a Feher para deshacer el nudo en el que se había transformado un partido importante para las cuentas del título. Entró por João Pereira y ya alrededor del minuto 90, Fehér estará en la jugada que daría el gol al Benfica, marcado por Fernando Aguiar. Fiesta grande de los seguidores benfiquistas en las gradas porque uno de los adversarios más difíciles estaba presto a ser vencido. Sin embargo al minuto 91 todo dejó de importar cuando Fehér cae de espaldas inconsciente, después de haber visto una tarjeta amarilla mostrada por Olegario Benquerença tras haber retrasado un saque de banda. Los minutos siguientes fueron de los más intensos que Portugal asistió en directo, con los jugadores del Benfica en pleno llanto convulsivo y con las gradas gritando al unísono el nombre del jugador, que fallecería en el hospital de Guimarães horas después. Para la historia quedó el resultado, una victoria del Benfica por uno a cero, pero lo que queda en la retina de ese partido es la última sonrisa del jugador, una sonrisa traviesa, una sonrisa joven, que una cardiopatía hipertrófica segó con sólo 24 años de edad. Para honrar la memoria del deportista, el Benfica retiró el número 29 para que ningún jugador lo vuelva a vestir.
“Estamos todos unidos, vamos a tenerlo en la memoria toda la vida. Tengamos cinco o cien años, vamos a recordarlo para siempre porque convivió con nosotros y murió súbitamente”. Camacho
“La tarjeta amarilla fue absolutamente pacífica, no hubo ningún tipo de discusión. La tarjeta le fue mostrada porque retrasó la reanudación del juego. Sonrió y cayó inconsciente y de ahí mi sorpresa cuando lo vi en el suelo. La sonrisa y la forma de mirarme no hacía prever lo que paso a continuación”. Benquerença
“La alegría de él. La sonrisa. El era tímido, pero tenía sus bromas. Aquella sonrisa característica era la que tenía diariamente en algunas bromas. También recuerdo la manera de cómo festejaba los goles, con aquella característica sonrisa”. Simão