Nombrar a Libia en fútbol es casi lo mismo que hablar de sus mil y un problemas políticos. Por culpa de ellos, la selección del norte de Africa ha tenido pocas participaciones a nivel internacional, en las que no había conseguido éxitos. Hasta que un famoso técnico español lo llevó por primera vez a la gloria y ahora lo encamina en la tercera y definitiva fase de clasificación para Rusia 2018. Javier Clemente, que tuvo un pasado irregular con otros combinados nacionales, entre ellos la selección española, es el artífice de la resurrección de un equipo representante de un país tan golpeado por la violencia.
Afiliado a la FIFA en 1964, desde que participó en las eliminatorias para el mundial de México en 1970 Libia sólo pudo competir en cinco torneos oficiales, todos ellos en Africa: tres Copas de Naciones y dos Campeonatos de Naciones, reservados sólo para jugadores de la liga de cada país. Salvo en la década del 80, cuando fue subcampeón en la Copa África que organizó en 1982 y estuvo a dos partidos de clasificarse México 1986, todo fue oscuridad para el equipo verde, con varios retiradas por las clásicas y lamentables turbulencias provocadas por el régimen de Muamar Al Gaddafi. Incluso, la guerra civil desatada en 2011 le hizo perder la sede inicialmente ganada de la Copa Africana 2013 y del Campeonato Africano Sub 20 clasificatorio para el mundial de Turquía. Pero la llegada de Javier Clemente, en septiembre de 2013 tras no poder salvar al Sporting Gijón de Segunda División, abrió una nueva página en la complicada historia del país árabe, que acababa de despedir a Abul Hafidh Erbeesh tras no haber clasificado al combinado libio a la ronda decisiva rumbo a Brasil 2014. El baracaldés había dirigido antes a la España de Guardiola y Luis Enrique entre otros entre 1992 y 1998, con resultados irregulares y polémicas con la prensa, especialmente con el Grupo Prisa. En 2007 no pudo clasificar a Serbia a la Eurocopa de 2008, y en 2011 tampoco lo logró hacer con Camerún para la Copa África de 2012. Sólo había conseguido títulos con el Athletic de Bilbao en aquella dorada época de 1983 y 1984, con dos ligas, una Copa del Rey ante el Barcelona de Diego Maradona y una supercopa española.
Sin embargo, Javier Clemente y Libia lograron su primer gran éxito. Sólo cuatro meses después de asumir, el extécnico del Athletic, Espanyol y Atlético de Madrid entre otros muchos clubes, condujo a “los caballeros del Mediterráneo” a una epopeya imborrable. Tomándose desquite de la sede perdida en 2011 y de sus dolores recientes, Libia mostró un rendimiento parejo y sólido y, aunque no brilló ni mucho menos (un solo triunfo en seis partidos y tres definiciones por penaltis), obtuvo su primer título con el Campeonato Africano de Naciones, en febrero de 2014 en Ciudad del Cabo,cuando derrotó a Ghana tras igualar a cero. La victoria, que de paso fue una revancha ante los ghaneses de la final perdida en el 82 también por tiros desde los once metros, desató un enorme festejo en las calles de Trípoli, una ciudad que generalmente oía sirenas de alerta y ahora hacía sonar bocinas de festejo. Clemente pagó así la confianza depositada en él y, si bien no pudo llevar a la selección a la Copa África de Guinea Ecuatorial de 2015, logró superar a Ruanda (que lo había marginado de aquella competición) tras un 1-0 como local y un tres a uno en la vuelta para acceder a la fase de grupos de la última ronda clasificatoria para Rusia 2018.
Tras este hito, el pueblo libio espera el sorteo que en el próximo mes de junio decidirá los escollos que deberá saltar en busca de su debut mundialista, eliminatoria en la que los libios tienen muchas expectativas tras la gloria de 2014. De esta manera Libia, de la mano de Clemente, abandonó ya las noticias trágicas que le señalan como ‘estado fallido’ gracias al primer éxito deportivo en años que pueda abrir un camino de esperanza.