Simeone debe estar contento después de ver cómo tras año y medio repitiendo machaconamente a la directiva que quería a Diego Ribas de nuevo en el equipo su sueño se materializó la semana pasada en forma de una nueva cesión del mediapunta al club del Manzanares. Y por si fuera poco, el brasileño ha llegado anticipado de José Sosa, otro de los jugadores favoritos de Simeone desde que lo tuvo a sus órdenes durante su etapa en Estudiantes. Técnico y afición se congratulan ahora de la llegada de Diego, al que el entrenador argentino le entregó la batuta del equipo en la 2011-12 para acabar ganando la Europa League, y ya sueñan con un futuro próximo glorioso auspiciado por esta nueva incorporación.
Sin embargo estos dos tardíos regalos de Reyes para el Cholo tienen un reverso no tan positivo. Los refuerzos han venido acompañados de las consiguientes salidas en el conjunto colchonero en forma de cesiones de jugadores que no cuajaban en el esquema de Simeone y necesitaban minutos, y aunque la plantilla parece haber ganado fuerza en su línea de tres cuartos también ha perdido en su nómina de mediocentros.
Primero, Leo Baptistao partió hacia el Betis una vez que la llegada de Sosa cubría su lugar en el equipo, y tras la llegada de Diego, Óliver se marchó al Villarreal en busca de minutos ante la escasez de minutos que se le auguraban en el Calderón entre tantos competidores, a la par que Guilavogui se volvía al Saint-Étienne en vista de lo satisfecho que está Simeone con el rendimiento de Koke como mediocentro.
Así que mientras el Cholo se muestra casi eufórico por poder contar con su jugador fetiche, la verdad es que en el número neto de efectivos al Atlético no le salen las cuentas tras el mercado invernal, ya que cuenta para la recta final de la temporada con un jugador menos de los que disponía hasta la pasada semana. Y aunque ciertamente el club ha reforzado su línea de mediapuntas dando salida a dos de sus jóvenes promesas que no encontraban minutos a cambio de dos jugadores contrastados que se prevé que serán titular y recambio habitual, la salida que más debe escamar al aficionado colchonero es la de Guilavogui.
El francés llegó este verano tras el desembolso 10 millones de euros por parte del Atlético para entrar en la rotación de mediocentros junto a Gabi, Tiago y Mario Suárez, ya que la pasada temporada se pudo apreciar que la nómina en dicha posición se quedaba corta disputando tres competiciones. En los seis meses que ha estado en el conjunto rojiblanco, Guilavogui ha disputado tan solo 7 partidos a pesar de las lesiones de Tiago y Mario Suárez, gozando cada vez de menos confianza por parte del Cholo, hasta el punto de que el argentino prefiriese retrasar la posición de Koke antes que utilizar al joven francés.
De esta manera, el prometedor Guilavogui ha partido hacia el que fuera su equipo para seguir su rodaje, lo cual es positivo para el jugador y para el club que tiene sus derechos. Pero ahora el Atlético vuelve a tener el mismo problema del año pasado: falta un mediocentro. Ni Diego ni Sosa cubren el puesto que el francés deja libre, de suma importancia ante el maltrecho estado físico de Mario Suárez durante esta temporada, y la fórmula de retrasar a Koke no deja de ser una solución de emergencia, especialmente arriesgada para partidos exigentes en los que el Cholo querría apostar por un centro del campo más rocoso, como el que disputaron ayer ante el Real Madrid.
Sin embargo, el Atlético parece tener planeado suplir esta carencia defensiva con la pegada y calidad ganada en la línea de tres cuartos gracias a su maestro de orquesta predilecto y un hombre de banda con garra, ideal como revulsivo. Pero cabe preguntarse, ¿acaso todo es positivo en la llegada de Diego?
El mediapunta brasileño demostró hace dos temporadas tener un talento inigualable para dirigir al equipo y que podía ser un garante de éxitos para el club, y su marcha dejó un vacío gigantesco que muchos lamentaron (especialmente Falcao). Sin embargo, el lugar que dejó permitió desperezarse y gustarse a otros jugadores, entre los que destaca Arda Turan. Mientras Diego estuvo en el Atlético, el turco estaba desterrado a la banda y a los balones que no parecía querer el mariscal de aquel equipo, pero cuando este se fue, Turan pudo hacer acopio de la pelota, multiplicando su cantidad de regates por partido, y aumentando ostensiblemente su impacto en el juego y su número de asistencias y de goles.
Al igual que el turco, otros jugadores, como Koke, ganaron peso en el equipo con la marcha de Diego, por lo que cabe pensar que no todo serán amores con este retorno. Cuando la afición del Atlético tenía ya más que memorizado su once y los dos o tres cambios más recurrentes, la llegada de un titular indiscutible abre la puerta a las conspiraciones: ¿quién será el damnificado? Todo parece indicar que Villa será quien más veces se caiga del campo dado su decadente estado físico, pero el parecido corte de Diego y Koke, además de la escasa compatibilidad ya experimentada con Arda Turan apuntan a que, si bien no les llegara a robar a ninguno de ellos su puesto en el campo, sí les birlará con toda probabilidad mucho protagonismo con el beneplácito del Cholo, algo que seguro escocerá con el esfuerzo que ha costado a los jugadores colchoneros conseguir estar donde se encuentran y la importancia que han tenido estos dos jugadores en su esquema, poniendo en riesgo la cohesión que ha hecho fuerte a este Atlético.
Por todo esto cabe esperar que tal vez estos movimientos aparentemente destacables del club en el mercado de invierno puedan no tener el impacto esperado, y que la esperanza de los aficionados se tornara en su propia pesadilla. Sin embargo, no hay que olvidar que al mando del conjunto sigue Diego Pablo Simeone, que ha demostrado ser todo un experto en el trato con los jugadores y en la consecución de cohesión y compromiso dentro de su vestuario, por lo que cabe esperar que el argentino pueda paliar esta cara negativa de las salidas y entradas de la pasada semana en pos del bien común.
Porque al fin y al cabo, este Atlético es del Cholo. Para lo bueno y para lo malo. Tiene su sello y lleva su firma. Con tres o con cuatro mediocentros, con o sin Diego, este equipo respira ‘cholismo’ (término que cada vez goza de más aceptación), por lo que sus aventuras y desventuras parecen depender casi tanto del argentino como de los once jugadores que saltan cada partido al campo. Y por supuesto, los éxitos y fracasos del equipo recaerán casi por completo en su figura, tanto si consigue lo máximo como si desciende hasta los infiernos.